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Columna
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¡Armas van!

Los obsequiosos “artesanos de la paz” franceses aportarán el espaldarazo europeísta

Fernando Savater
Dos encapuchados de ETA entregan el inventario de armas y explosivos a Ram Manikkalingam, en presencia de Ronnie Kasrils.
Dos encapuchados de ETA entregan el inventario de armas y explosivos a Ram Manikkalingam, en presencia de Ronnie Kasrils. BBC

Dos días antes de que el plan-ETA errante anunciase la entrega de las armas, nuestro compañero de Covite Fernando Altuna se hartó de bregar contra las injusticias que agobian a las víctimas del terrorismo y rompió relaciones con la vida. Tenía 47 años: a los 10, los poli-milis etarras asesinaron a su padre, capitán de la Policía Nacional, en las fiestas de su pueblo alavés. Doble mala suerte: esa facción de la banda negociaba dejar la violencia, luego el asesinato no fue realmente investigado y se le dio carpetazo cuanto antes (¡en un solo día!), para no entorpecer el diálogo. Si Fernando hubiese visto ahora las maniobras etarras para salvar el sucio culo, con su generosidad ante los intransigentesGobiernos de España y Francia, todo le hubiera sonado a conocido. Igual que esa posverdad de que mataron en defensa propia, contra las torturas y abusos de las fuerzas de seguridad. Objetivo final: una excarcelación honrosa para los que aún purgan condena, el cierre de las investigaciones sobre los delitos no juzgados y dar respetabilidad a ETA, que pasará de banda de facinerosos a ONG política y social. Los obsequiosos “artesanos de la paz” franceses aportarán el espaldarazo europeísta. O si no Marine Le Pen, que se pirra por los héroes raciales...

Habrá sokatira el 8 de abril. Quiero imaginarla así. “Toc, toc. —Buenas, somos los de ETA. —Ah, pues sin las capuchas y la txapela no les había conocido. —Que venimos a entregar las armas. —Ya, están casi nuevas. Déjenlas por ahí, donde no estorben. —Y de nosotros, ¿qué? —Vayan a esas dos ventanillas. La primera es la judicial, para saber si tienen causas pendientes o pueden ayudar a esclarecer delitos. Y luego vayan a la otra. —¿La cuála? —Hombre, la del paro”.

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