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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Gatillo (judicial) fácil

La condena del cantante de Def con Dos no respeta la libertad de expresión ni la prudencia

César Augusto Montaña, cantante de Def con Dos.
César Augusto Montaña, cantante de Def con Dos.Luca Piergiovanni (EFE)

Twitter es uno de los foros en los que hoy se celebra nuestra comunicación y lo que se afirma en esta red social tiene tanto valor como lo que se puede expresar en cualquier otro circuito. Es cierto que la rapidez y brevedad de los mensajes lo han convertido en una plataforma de gatillo fácil donde las declaraciones y tonterías vuelan, se magnifican y además, como nos está enseñando la justicia, tienen consecuencias legales. Pero de ahí a considerar enaltecimiento del terrorismo los comentarios humillantes, radicales, extemporáneos y de muy mal gusto, sí, que algunos usuarios realizan sin que tengan nada que ver con organizaciones armadas ni políticas hay un largo trecho. Un trecho en el que debería abrirse un debate más riguroso del que estamos contemplando.

El Tribunal Supremo ha condenado este jueves a César Augusto Montaña Lehmann, cantante de Def con Dos, por varios comentarios publicados en Twitter que la Audiencia Nacional había resuelto en julio de 2016 con una absolución. En una actuación apropiada, la Audiencia había considerado manifestaciones previas y características acreditadas del acusado para concluir que no había una intención de terrorismo en sus palabras. “El fascismo de Aguirre me hace añorar hasta los Grapo”, “a Ortega Lara habría que secuestrarle ahora” o “Cuántos deberían seguir el vuelo de Carrero Blanco” eran algunos de sus rechazables tuits.

En contra de la Audiencia Nacional, que consideraba que el autor de los mensajes no buscaba “defender los postulados de una organización terrorista”, el Supremo cree que la intención no es relevante. Le condena por tanto a un año de prisión por enaltecimientos del terrorismo o humillación de las víctimas. La nieta de Carrero Blanco, precisamente, denuncia en EL PAÍS el disparate de pedir la cárcel por unos tuits sobre su abuelo, en este caso de Cassandra Vera, una estudiante de 21 años. “Me asusta una sociedad en la que la libertad de expresión, por lamentable que sea, pueda acarrear penas de cárcel”.

La defensa de la libertad de expresión, y también la prudencia, deben primar entre unos órganos de justicia que al atribuir delitos relacionados con terrorismo a actos de mal gusto que merecen condena, sí, pero que no tienen esa intención están, a su manera, empleando también un gatillo (judicial) fácil.

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