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Tribuna
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Hay que intervenir en los episodios de contaminación para proteger nuestra salud

El origen mayoritario es el tráfico y se define por el papel preponderante de las partículas de pequeño tamaño y el dióxido de nitrógeno (NO2)

Nube de polución sobre Madrid.
Nube de polución sobre Madrid.Uly Martín

Hoy tenemos un amplio conocimiento de los efectos de la contaminación del aire urbano sobre la salud y de su importancia. Se sitúa entre los principales factores prevenibles de enfermedad al lado del tabaco o el sedentarismo. Esta contaminación es propia de las ciudades, su origen mayoritario es el tráfico y se define por el papel preponderante de las partículas de pequeño tamaño y el dióxido de nitrógeno (NO2).

Se conocen dos tipos de efectos sobre la salud, los agudos que se desencadenan de manera rápida tras respirar el aire contaminado y los crónicos que se producen tras un período largo de exposición acumulada. Un ejemplo de efecto agudo es un experimento con supervivientes de infarto de miocardio. No tuvieron ninguna alteración al hacer ejercicio con aire puro, y en cambio padecían señales de angina de pecho al respirar aire con partículas a los niveles habituales en una zona con alto tráfico. Otro ejemplo son los estudios realizados en múltiples ciudades en los que tras analizar largas series diarias se observan de manera consistente que los días con mayor contaminación aumenta el número de casos de ictus, infartos de miocardio o enfermedades respiratorias independientemente de los factores meteorológicos.

Nuestro grupo ha encontrado efectos durante el embarazo y un enlentecimiento en la maduración cerebral en colegios con mayor contaminación por el tráfico

Un ejemplo de efectos crónicos sería la producción de placas de aterosclerosis y obstrucción de la arteria aórtica en ratas expuestas durante semanas a aire con niveles de partículas finas similares al aire urbano en comparación a ratas que respiraban aire puro. Ello coincide con decenas de estudios de seguimiento de grandes poblaciones sanas. Y más convincente todavía, coincide con los hallazgos realizados en ciudades donde se ha conseguido disminuir la contaminación en la que a los pocos años se ha observado un aumento de la esperanza de vida proporcional a la magnitud en la reducción de los niveles de contaminación. Más allá, nuestro grupo ha encontrado efectos durante el embarazo y más importante un enlentecimiento en la maduración cerebral en colegios con mayor contaminación por el tráfico.

Ambos, los efectos agudos y los efectos crónicos llevaron a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a establecer criterios sobre los niveles diarios y anuales que las ciudades deben cumplir para proteger la salud. Estos criterios son trasladados a valores legales por la UE tras ponderar los beneficios en salud con otros valores como el crecimiento económico. Hablamos de episodio de contaminación cuando los estándares diarios son superados. En este caso se deben aplicar planes de control de la contaminación. Las intervenciones pasan por reducir el transporte a motor tal como ha sucedido estos días en Madrid por el exceso de NO2 dado que el origen del NO2 es básicamente el tráfico.

Se conocen dos tipos de efectos sobre la salud, los agudos y los crónicos

Del mismo modo, se deben establecer planes de calidad del aire para no superar los niveles anuales. En este caso la importancia es mayor, porque los efectos en salud no se limitan a la exacerbación de enfermedades sino a su origen, y porque las intervenciones se deben practicar a lo largo del tiempo y no solo en días excepcionales. Además, la mejor estrategia para reducir los episodios de contaminación es la disminución de los niveles anuales. Por todo ello, el objetivo principal debe ser la mejora de la calidad del aire de manera permanente y no solo en días puntuales. Es cierto que las intervenciones en los episodios sirven de prueba piloto para los cambios estructurales.

El tratamiento de estos cambios estructurales es claro. Ya son muchas las ciudades europeas que se enfrentan a ello. Pasa por la reducción del vehículo privado en las ciudades con un cambio masivo al desplazamiento activo (bicicleta, caminar), el uso compartido y la promoción de los motores limpios. Los que hemos investigado sobre los efectos sobre la salud estamos convencidos que el camino pasa por superar las resistencias a estos cambios y que no hay otro futuro que ciudades con mínimo transporte privado y el fin de los motores con combustibles fósiles.

Jordi Sunyer es investigador de ISGlobal y catedrático de Salud Pública y Medicina Preventiva, en la UPF.

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