_
_
_
_
_

El deportista que vive en el frío

Javier Fernández, campeón del mundo de patinaje artístico, ha aprendido a competir con tensión, incluso si la genera él

El patinador español Javier Fernández.
El patinador español Javier Fernández.Juan Barbosa

No da rodeos para definirse. "Soy un pionero", afirma. Echando un vistazo al currículum de Javier Fernández es evidente que no miente. El madrileño está considerado el mejor español de todos los tiempos en lo suyo, el patinaje artístico, del que es campeón del mundo. Para seguir triunfando vive en Toronto (Canadá), donde se prepara para ganar el oro en los Juegos de Pyeongchang (Corea del Sur) de 2018.

Se acaba de levantar. Es la mejor hora del día para conversar, ya que su rutina comienza a media mañana y termina muy tarde. Tiene 24 años, y se considera uno más de los miles de emigrantes jóvenes españoles. "Aprendí con 17 años a ser el único responsable de mis éxitos y mis fracasos. Sí, a veces noto que soy distinto a amigos míos que nunca han salido de España. Fue complicado al principio, pero es un regalo tener una mayor riqueza cultural y saber otro idioma. En Canadá el invierno es muy duro. Al segundo año ya no quieres ver más nieve. La gente es estupenda y te hace la vida fácil, pero más de medio año vives condicionado por el frío". Su pasión son las pistas de hielo pese a confesarse friolero, pero también se sincera con calidez sobre temas mucho menos triviales, como su vida sentimental, o el aprendizaje que le reportó la polémica en que se vio envuelto en los Juegos Olímpicos de Sochi (2014), cuando fue tachado de homófobo.

Tachado de homófobo al aconsejar a los deportistas gais discreción en Sochi, opina sin miedo: "Me gusta España como es"

"¿Homófobo de qué? Eso fue lo primero que pensé. Convivo con homosexuales a diario (su entrenador es gay)". Javier Fernández no tiene problemas en recordar aquella controversia que le enfrentó a la comunidad LGTB en las semanas previas a la competición, cuando aconsejó a los homosexuales que "fuesen discretos" durante el tiempo que estuviesen en Sochi para evitar problemas con las autoridades rusas por sus leyes antigais. Tuvo que pedir perdón públicamente. Incluso mandó whatsapps a sus amigos gais disculpándose por si se habían ofendido. Un año después se queda con lo positivo. "A veces es mejor no hablar de lo que no sea patinaje, pero bueno, también me ayudó a saber competir rodeado de tensión, y a aprender a concentrarme pase lo que pase a mi alrededor". Lo segundo lo consiguió, y el título mundial es la prueba, pero el campeón sigue opinando sin miedo sobre cualquier tema por espinoso que sea. Por ejemplo, la actualidad de España. "Respecto al deporte, a España la veo estupenda, aunque es cierto que hace falta mejorar en becas para deportistas. En política no me meto mucho, aunque del tema catalán he de decir que me gusta España como es".

Le encanta el reggaeton de Juan Magán, al que vio en concierto este verano en Ibiza ("pagando mi entrada"); salir de fiesta con sus amigos; pasar unos días en su pueblo, Navalacruz (el mismo de Iker Casillas, con quien le une un parentesco lejano a través de sus abuelas), o jugar a la videoconsola, pero en cuanto a las redes sociales no se ve como un chaval de los de ahora. "Soy un viejuno. Tengo Instagram pero me tengo que obligar a usarlo, sé que ahora es casi imprescindible. Muchas veces mis amigos me echan la bronca porque no subo apenas fotos y no saben nada de mí". Las nuevas tecnologías ayudan a promocionarse. En el caso del patinaje artístico, muchas veces las marcas no ven el potencial que tienen otros deportes. "Tristemente muchas empresas nos han dicho que prefieren a un futbolista para vender su producto. He hecho cosas de publicidad en países donde el patinaje es importante, como Japón, pero en España todavía se nos trata como segundo plato. Aún no soy del todo profeta en mi tierra". A falta de contratos millonarios, los patinadores consiguen la mayor parte de sus ingresos con exhibiciones que organizan empresas de espectáculos, explotando el lado artístico de este deporte en los meses que no hay competición.

Su sueño es aportar su granito de arena para que el patinaje artístico deje de ser tan minoritario en España, montando una escuela y una asociación de eventos cuando se retire. Hasta entonces, seguirá en Toronto, donde disfruta de su noviazgo con la patinadora japonesa y bicampeona mundial Miki Ando. "Es una ventaja que nos dediquemos a lo mismo. Puedes decirle perfectamente un día que estás cansado y no te apetece hablar y no se enfada, lo entiende perfectamente".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_