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Miami vuelve a crecer a golpe de ladrillo

La ciudad experimenta un nuevo ‘boom’ inmobiliario tras la burbuja que estalló en 2008

Luis Barbero

Tras unos años de penuria, el mercado inmobiliario en Miami está cogiendo velocidad de crucero. Hace menos de un mes, Amancio Ortega, el magnate español propietario de Inditex, pagó 330 millones de euros por un inmueble que alberga una enorme tienda de Apple en Lincoln Road, la principal calle comercial de Miami Beach, una compra que se encaramó al segundo puesto de las operaciones comerciales más caras en la historia de la ciudad. Y hace solo unos días, un particular del que aún se desconoce la identidad batió el récord en la adquisición de una vivienda: 53 millones de euros por un apartamento de más de 2.000 metros cuadrados y vistas al mar.

Este boom inmobiliario es especialmente visible en el centro de la ciudad y en la zona financiera, donde se están edificando enormes rascacielos en espacios insospechados. Las grúas forman parte del paisaje del centro, atormentado también por los ruidos y los atascos que causan las obras. La rapidez con la que se construye y se vende son elementos adicionales que ejemplifican el calentamiento del sector. Arquitectos celebérrimos como Zaha Hadid, Rem Koolhaas, César Pelli o Frank Gehry están detrás de algunos de estos proyectos que incluyen torres de viviendas, museos o centros comerciales.

¿Y quién pone el dinero? Hay de todo, pero destacan inversores chinos, brasileños, venezolanos o argentinos, que encuentran en el calor de Florida un buen refugio para un dinero temeroso de sobresaltos políticos o económicos. En el imaginario colectivo, Miami engarza la seguridad jurídica de la primera potencia mundial con un espacio ideal para el recreo y el descanso en el que nadie parece sentirse extranjero.

Tras el estallido inmobiliario de hace ocho años, que hundió a Miami en una especie de depresión y que hizo que los precios de las viviendas y de los alquileres cayeran a niveles inesperados, todos los actores implicados dan por seguro que en esta ocasión no hay ninguna burbuja, que el gigante no tiene pies de barro y que la ciudad ha emprendido un camino recto y seguro. ¿Les suena esta historia?

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Sobre la firma

Luis Barbero
Es subdirector de Actualidad de EL PAÍS, donde ha desarrollado toda su carrera profesional. Ha sido delegado en Andalucía, corresponsal en Miami, redactor jefe de Edición y ha tenido puestos de responsabilidad en distintas secciones del periódico.

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