¿Conseguirán que no investiguemos?
El actual proceso de justificaciones y re-justificaciones de proyectos científicos perjudica nuestro sistema de I+D+i, es absurdo, desincentivador y debe terminar cuanto antes
En los tiempos que corren en los cuales la I+D+i española se encuentra bajo mínimos, con una inversión pública que ha caído en los últimos 4 años hasta un 40% (1), es esencial una buena gestión de los escasos fondos. Estos se deben administrar de manera eficiente basándose, sobre todo, en los resultados científico-técnicos conseguidos y en su posible transferencia al sector productivo.
Sin embargo, uno de los graves problemas con el que nos encontramos las universidades y centros de I+D es el continuo y creciente control de los gastos de investigación cuyas reglas de justificación llegan, en algunos casos, al absurdo. Desde hace varios años los investigadores y los servicios de gestión de la investigación están absolutamente desbordados re-justificando gastos de miles de proyectos de I+D+i. Todos ellos finalizados, justificados en su momento, y económica y científicamente aceptados. Siendo muchos de estos proyectos de hace ocho años.
Los resultados de tan exhaustivos controles nunca descubren corrupción, desfalco, negligencia. Es que no hay nada de esto. Los voluntariosos auditores cuestionan el justificante del taxi, la necesidad de compra del pen-drive, la falta de la tarjeta de embarque, etcétera. Nos piden que justifiquemos lo obvio, lo que se anunció en la memoria del proyecto de investigación que el propio financiador concedió en su momento y muchos años después pone en duda. Se mandan auditores, algunos de ellos de empresas privadas, que no saben qué es la investigación y que no se han leído ni las memorias científicas ni las reglas de justificación de los proyectos que auditan.
Se mandan auditores que no saben qué es la investigación ni se han leído ni las memorias científicas
En el país de los Gürteles, ERE, Urdargarines, Palaus y tarjetas black, las autoridades, que mandan a los auditores, se empeñan en cuestionar los procedimientos de las universidades poniendo bajo sospecha a todo el colectivo de investigadores de este país. ¿No sería mejor emplear estos esfuerzos en descubrir las verdaderas corrupciones, desfalcos, negligencias?
Sirva como ejemplo lo que está pasando en mi universidad (de tamaño medio). En los últimos años nos han rechazado gastos de cerca de 300 proyectos con financiación pública (ninguno de ellos europeo) y hemos tenido múltiples auditorías autonómicas (hasta ocho solo en los últimos meses), estatales, autonómicas y ministeriales, Cámara y Tribunal de Cuentas e inspecciones de Hacienda. Da la sensación de que estamos todos bajo sospecha. Los auditores han pasado muchas semanas entre nosotros consumiendo un tiempo y esfuerzo ingentes. Han implicado a decenas de investigadores, a los servicios de investigación, a recursos humanos, a la oficina financiera, al archivo general y a la asesoría jurídica. Es decir, “media” universidad trabajando para los auditores, tarea improductiva y burocrática que no nos deja dedicarnos a lo que tenemos que hacer, investigar.
Se pone bajo sospecha a todo el colectivo de investigadores de este país
¿Y qué es lo que cuestionan exactamente los auditores? “No está justificada la pertenencia del investigador X al proyecto. Se rechaza el gasto.” Pues resulta que es el Investigador Principal cuyo nombre aparece en la adjudicación del proyecto en el BOE. “No está justificada la adquisición del computador α cuando en la propuesta se ponía el computador β. Se rechaza el gasto.” La velocidad de los computadores se duplica cada 18 meses y parece lógico investigar con el último modelo, que también es más barato. Además, en el informe técnico de justificación se explicó la necesidad de este cambio , pero este informe no se tiene en cuenta. “Se rechaza el gasto de la organización del congreso científico internacional por estar fuera de plazo.” Pero si la subvención fue precisamente para este congreso y para estas fechas, el problema es que las autoridades publicaron tarde la resolución. “Se reclama la devolución de los gastos de personal pre-doctoral debido a que no está dado de alta en el proyecto.” Pero si es personal investigador en formación precisamente de este proyecto. “Se rechaza el gasto de asistencia al congreso científico H por no presentar el justificante de asistencia.” El investigador ha justificado su billete de avión, la factura del hotel y el texto de su ponencia aparece en el programa del congreso. Además, en las instrucciones de justificación no se indicaba que la asistencia al congreso hubiera que justificarse con el certificado de asistencia.
Podría seguir con muchos más ejemplos, pero es obvio que son controles cuya única misión es burocratizar la investigación. Una gran parte de estos proyectos han tenido rechazos del 100% de sus gastos, mientras a la justificación científica apenas se dedica cinco minutos (cronometrados) cada tres años y un informe de unas pocas hojas. ¿Esto es lo que queremos?
A la justificación científica apenas se dedica cinco minutos cada tres años y un informe de unas pocas hojas
Por otro lado, es frecuente que se usen (inventen) nuevas reglas de justificación que se aplican a posteriori. De este modo, son miles y miles los gastos auditados y las horas perdidas. De hecho, muchos investigadores se están planteando dejar de investigar por las continuas trabas burocráticas que se imponen año tras año. Se está penalizando a los mejores, si no investigaran no tendrían estos problemas.
Pero además, es una cuestión recaudatoria dado que hay que devolver millones de euros de proyectos finalizados. Y la devolución se reclama con sus correspondientes intereses de demora y los gastos generales. En definitiva, las universidades nos encontramos ante una situación en la que no solamente sufrimos los recortes en investigación sino también se nos reclaman cantidades ingentes de dinero por el mero hecho de investigar. Esto hace aún más insostenible todo el sistema de I+D+i.
Son muchas las voces que llevan años reclamando la revisión de este procedimiento absurdo , pero lo cierto es que cada vez va a peor. Han sido numerosas las cartas enviadas por los rectores y vicerrectores de investigación de las mejores universidades, la CRUE ha promovido varios encuentros con las autoridades, han aparecido artículos en prensa, pero en respuesta solo hemos tenido buenas palabras y excusas en la rigidez del Ministerio de Hacienda.
No parece que el actual proceso de justificaciones y re-justificaciones de proyectos mejore nuestro sistema de I+D+i, es un proceso absurdo, desincentivador y debe terminar lo antes posible. Es cierto que el uso del dinero público debe auditarse, nunca nos hemos negado y siempre se ha llevado a cabo, pero debe hacerse de un modo racional y objetivo, entendiendo el contexto del proceso creativo y midiendo los resultados científico-tecnológicos y su aportación a la sociedad. Si queremos estar en la vanguardia de la ciencia y la tecnología, la I+D+i española debe regirse por criterios científicos y no burocráticos.
(1) Según datos de PGE46 (Presupuestos Generales del Estado, programa 46 de I+D+i civil) 20141
Carlos Balaguer es vicerrector de Investigación y Transferencia de la Universidad Carlos III de Madrid
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.