El descalabro de ERC
La formación liderada por Joan Puigcercós se queda en diez escaños
"Trabajaremos para recuperar la confianza de aquellos que hoy no nos la han dado", ha dicho Joan Puigcercós, líder de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). "Hemos perdido las elecciones. Teníamos un objetivo dificil, influir y condicionar la política catalana, y no lo hemos logrado". ERC ha sufrido un sonoro batacazo que devuelve al partido a una situación peor que en 1992, cuando logró superar la decena de representantes. Con el 90% escrutado, la formación liderada por Joan Puigcercós se queda en diez escaños, 11 menos que en los anteriores comicios, cuando consiguió 21.
Un castigo muy duro para un partido que, resignado al descenso, había fiado todas sus cartas a superar al Partido Popular y a conservar la posición de tercera fuerza en el Parlament, la que da la clavija para influir en el Ejecutivo. Con estos resultados, no solo el PP, sino también ICV, superan a los independentistas.
Hecatombe para ERC: ser superados por el PP era una derrota asumible; verse avanzados por ICV, un golpe muy doloroso. Un fracaso en toda regla: En el momento en que la independencia está en su punto más alto de apoyo (un 25%), Esquerra vuelve a las catacumbas. Lo aceptó resignado el portavoz del partido, Ignasi Llorente: "Eran unas elecciones complicadas. Era muy difícil votar a ERC".
El derrumbe se gestó con el nacimiento del segundo tripartito, maduró con las batallas internas que auparon a Puigcercós y fragmentaron el partido y se completó con el desgaste por la gestión del Gobierno. ERC apostó por reducir las estridencias y centrarse en la gestión en el Ejecutivo tras la guerra interna en la que Puigcercós tumbó a Josep Lluís Carod-Rovira.
Pagó un alto precio: una escisión del corriente del ex consejero Joan Carretero, que formó Reagrupament. Centrada en el Ejecutivo, la formación se vio desbordada por quienes pedían más empuje soberanista, un descontento que quisieron aprovechar formaciones como la de Carretero el partido del ex presidente del F.C.Barcelona, Joan Laporta. Con tantos flancos abiertos, la campaña de Puigcercós ha sido un tanto errática: buscó apostar por lo que tantas veces le había funcionado, el miedo a un PP fuerte, y confió en la promesa de un incierto referéndum soberanista para unir el voto independentista.
La jugada no le ha salido bien. Puigcercós ha perdido todo lo que Josep Lluís Carod-Rovira ganó en sus tres legislaturas. Incluso no pudo superar la etapa de Ángel Colom como presidente del partido. Tras este resultado, batallar ahora por la cohesión interna. Difícil mantener la unidad en un partido como ERC, acostumbrado a hacerse el harakiri, y un Carod que, pese a haber perdido apoyos, puede desestabilizar la salud interna con sus acciones. Las próximas semanas serán claves para que ERC no se desmorone por segunda vez.
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