Draghi descarta una intervención a gran escala del BCE en los mercados
El presidente del banco europeo defiende la independencia de la institución y urge a los países a aprobar las medidas pactadas en la última cumbre
El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, defendió ayer en Fráncfort la independencia de la institución. Draghi aseguró que el banco emisor "perdería su credibilidad" con una intervención a gran escala en los mercados de deuda soberana. Draghi advirtió de que "la credibilidad se pierde con gran rapidez, pero es difícil de restituir". Insistió con urgencia en la aplicación de las medidas de estabilización pactadas por los europeos en la cumbre de Bruselas a finales de octubre: "No podemos esperar más".
El italiano dijo que el éxito del banco central ha de medirse en su capacidad para mantener la inflación a raya, en cumplimiento de su mandato cuando se creó la institución. Con ello, el BCE hace su aportación "al crecimiento, a la creación de empleo y a la estabilidad financiera". El BCE "tiene que cumplir esta tarea desde la más estricta independencia". El Banco Central Europeo ha comprado ya bonos de países con problemas de deuda por valor de casi 200.000 millones de euros.
"La credibilidad se pierde con gran rapidez y es difícil de restituir", afirma
La entidad habría pactado un límite a la compra de deuda, según la prensa
El diario Frankfurter Alllgemeine Zeitung publicaba ayer que el Consejo de Gobierno del BCE se ha puesto de acuerdo en limitar el programa de compra de bonos "a 20.000 millones de euros semanales". Esta medida se debe, según el diario que se edita en de Fráncfort, al "creciente escepticismo" en el seno del BCE contra dicho programa. El periódico no cita fuentes, pero especula sobre la posibilidad de que dicho máximo haya sido reducido aún más el pasado jueves. El presidente del Bundesbank, Jens Weidmann no comentó ayer estas informaciones.
Algunos críticos sostienen que el programa extraordinario de compra de deuda, en marcha desde el mes de mayo de 2010, sería innecesario si el BCE se comprometiera a adquirir tanta deuda como sea necesario para reducir los intereses que pagan los países más castigados por la crisis de la deuda soberana.
En Alemania, en cambio, se entiende cualquier compra de bonos por parte del banco central como una transgresión de los mandatos del banco. Es la opinión del jefe del Banco Central alemán (Bundesbank), que ayer alertó también contra los intentos de influir en la política monetaria del BCE. El ministro de Hacienda alemán Wolgang Schäuble se sumó al coro de defensores de la independencia del banco de bancos: los tratados "no permiten" una mayor implicación del BCE.
La canciller federal Angela Merkel, que ayer recibió en Berlín a su homólogo británico David Cameron, insistió por su parte en la necesidad de reformar los Tratados europeos. De nuevo pidió que las instituciones comunes obtengan mayor capacidad de sanción e intervención cuando un socio incumpla los criterios de convergencia en la Eurozona. En la conferencia de prensa que ofreció junto a Cameron, la canciller apuntó que los cambios "limitados" que propone "sólo afectarán a los países de la Unión Monetaria". Ambos mandatarios defendieron la importancia del mercado común para el desarrollo de Europa.
Según Cameron, en momentos de bajo crecimiento económico como el actual es necesario "mejorar la competitividad de la economía".
El entendimiento no llegó a tanto en la cuestión del impuesto a las transacciones financieras que propone Angela Merkel: según la canciller alemana, "ambos países defienden que se aplique el impuesto globalmente, pero no hay acuerdo para su introducción sólo en Europa".
Cameron dijo que una tasa así "sólo tiene sentido si se introduce en todo el mundo al mismo tiempo". En caso contrario, "los inversores se refugiarán en plazas bursátiles que no la apliquen". Cameron defendió, por otro lado, que "todas las instituciones europeas salgan a defender el euro". Merkel recordó otra vez sus objeciones a que el Banco Central Europeo amplíe su actuación en los mercados de deuda.
Los Gobiernos de Reino Unido y Alemania aspiran, pese a estas diferencias, a encontrar "una línea común" antes de la cumbre europea dentro de dos semanas.
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