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Madrid, a su aire

Madrid sobrepasa los límites de contaminación y Europa podría multarla. La solución del Ayuntamiento fue anunciar la petición de una moratoria, pero el plazo para presentarla acaba de expirar. Ahora toca mover ficha.- ¿Quién dijo contaminación? La situación es "excelente" y "más asfixia el paro", se empeñan en defender Comunidad y Ayuntamiento. Solo pedir una prórroga puede evitar las sanciones de Bruselas, pero ni una ni otra lo han hecho aún

Plaza de Fernández Ladreda. El nombre no dice mucho, quizá porque los cambios en el nomenclátor no han evitado que se la siga llamando como siempre, plaza Elíptica. A Eusebio García, jubilado, no le choca lo más mínimo enterarse de que vive en el punto más contaminado de Madrid. En lo que llevamos de año, la estación que el Ayuntamiento ha colocado en un extremo de la plaza, en un jardincillo entre la avenida de Oporto y Vía Lusitana, ha medido una media de 70 microgramos por metro cúbico de dióxido de nitrógeno (NO2). Es casi el doble de lo permitido, 40. Eusebio, algo atorado por cifras y medias, menea la cabeza, escéptico, y sentencia: "Yo lo que sé es que la garganta se me seca y me pica, y que mi mujer se queja de que las cortinas no le aguantan limpias ni tres meses. Ahí tienes la contaminación".

Los políticos niegan y los ciudadanos no exigen, dice el catedrático de Ecología de la Complutense Francisco Díaz Pineda. "No existe la más mínima conciencia ambiental", lamenta.
Los efectos negativos sobre la salud se han probado en centenares de trabajos científicos. "Pero nadie se cae muerto de repente por la contaminación. Es como lo que dice el fumador. Sí, puede que me muera, pero no por fumarme este cigarrillo", añade Díaz Pineda.
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Madrid incumple la legislación de calidad del aire. El año pasado, el primero en el que las recomendaciones de la UE se convirtieron en obligación, la ciudad registró 44 microgramos de NO2 de media. A estas alturas de año, a falta de ver qué sucede en los que tradicionalmente son los peores meses, ya va por 43. Y no es solo un problema de la capital: las medias de Leganés (46) y Coslada (44) en 2010 también ponen a la Comunidad de Madrid en el brete de tener que explicar por qué se ha llegado a esta situación y con qué medidas va a intentar paliarla. En lugar de eso, las responsables de medio ambiente de una y otra Administración miran al cielo y silban. La calidad del aire de la región es "excelente", y el que asegura lo contrario hace gala de "demagogia y alarmismo", ha dicho esta semana la consejera María Isabel Mariño. La concejal Ana Botella opina que "el paro asfixia más" y cuestiona públicamente, desoyendo a organismos como la Organización Mundial de la Salud, que la contaminación afecte a la salud.

Los políticos niegan y los ciudadanos no exigen, viene a decir el catedrático de Ecología de la Complutense Francisco Díaz Pineda. "No existe la más mínima conciencia ambiental", lamenta. Y eso es porque falta "información y educación". Los efectos negativos sobre la salud se han probado en centenares de trabajos científicos. "Pero nadie se cae muerto de repente por la contaminación. Es como lo que dice el fumador. Sí, puede que me muera, pero no por fumarme este cigarrillo".

De no ser por organizaciones como Ecologistas en Acción, solo los más interesados en la cuestión sabrían que, por ejemplo, a principios de esta semana ocho estaciones de la red del Ayuntamiento superaron los 200 microgramos de NO2 a la vez. Eran las nueve de la noche del día 4. La mayoría de madrileños que viven cerca del punto de medición de la avenida de Ramón y Cajal no se enteraron de que estaban respirando aire con 364 microgramos por metro cúbico de este gas irritante de las vías respiratorias que hace la vida más difícil a, entre otros, asmáticos, alérgicos y afectados por enfermedades pulmonares. Tendrían que haber entrado en la página web del Ayuntamiento y encadenar varios clics -cuatro si se sabe dónde buscar; muchos más si no- hasta llegar a la información.

Inconscientes de la alerta

Las condiciones que deben darse para que el Consistorio active los avisos a la población son muy estrictas. "Hay que estar realmente mal para que salte. Es alucinante que se rebasen límites legales y aquí ni siquiera se llegue al nivel de aviso", se queja Paco Segura, de Ecologistas en Acción. En febrero pasado, semanas de anticiclón generaron una boina sobre la capital tan densa que el Ayuntamiento usó los paneles luminosos de la M-30 para pedir a los madrileños que dejaran el coche en casa. El Ministerio de Medio Ambiente prometió elaborar en cuestión de meses -aún no lo ha hecho, pese a que estaba previsto para julio- un plan nacional de calidad del aire. La alarma era evidente. Pues ni siquiera entonces se llegó al nivel oficial de aviso, que establece que dos estaciones de la misma zona deben superar los 250 microgramos durante al menos dos horas consecutivas. Los vecinos de Ramón y Cajal pueden estar respirando más de 250 microgramos durante tres horas seguidas (sucedió la noche del día 4) y no saberlo porque otras estaciones de la Zona 1 están, por ejemplo, a 240.

Ni Botella ni Mariño han pedido al Ministerio de Medio Ambiente que tramite en Bruselas la prórroga de cinco años que prevé la legislación para los casos extremos, aquellos en los que una zona haya hecho todo lo posible para reducir su contaminación y aun así haya fracasado. No pedirla equivale a enfrentarse a que España acabe en el Tribunal de Luxemburgo por no cumplir directivas europeas como la 50/2008, que prevé sanciones económicas. El plazo que Medio Ambiente les había puesto era el 30 de septiembre. Botella, en una interpretación cuestionable de un artículo ambiguo de la normativa, asegura que, legalmente, puede demorar la petición de prórroga hasta finales de 2012. Sin embargo, lo hará antes de que acabe este año, asegura. Mariño ni siquiera ha decidido aún si va a solicitar la moratoria.

Tanto el Ayuntamiento como la Comunidad saben que incumplen la legislación europea desde que acabó el año pasado. Han pasado diez meses. Pero Bruselas llevaba años preparando a los Estados miembros, recomendando niveles máximos cada vez más restrictivos para que pudieran llegar a 2010 con los deberes hechos. Ecologistas en Acción, la oposición y múltiples expertos se preguntan qué se ha hecho y, sobre todo, qué se va a hacer ahora. El plan de calidad del aire de la capital caducó en 2010. El de la Comunidad aún está vigente. Es el llamado Plan Azul, basado en la promoción del transporte público. "El Ejecutivo va a seguir tomando medidas que garanticen que el aire que respiran los ciudadanos sea cada vez más limpio", reza un comunicado que la Consejería de Medio Ambiente envió el viernes pasado. La medida estrella: "Programas educativos de conducción ecológica en los institutos madrileños".

¿Restricción del tráfico? Las administaciones discrepan

El departamento de Botella lleva meses preparando el próximo plan de calidad del aire. La concejal aseguró en el último pleno municipal que se aprobará "en breve". ¿Incluirá algún tipo de restricción al tráfico como otras ciudades europeas llevan años aplicando? Es lo que sospechan en el Ejecutivo de Aguirre. Y han dejado claro que no lo van a apoyar. "Esa medida no va a partir de la Comunidad", aseguran fuentes de la Comunidad de Madrid. Según Mariño, para no perjudicar a la actividad económica. Ecologistas en Acción le recuerda que un análisis de impacto de la Comisión Europea calculó el coste de la aplicación de políticas de mejora de la calidad del aire y que incluso en el peor de los escenarios los beneficios superaban entre 1,4 y 4,5 veces a los costes. "Según todos los estudios, lo que perjudica a la economía es la contaminación, no luchar contra ella", asegura la organización ecologista.

Los responsables de Medio Ambiente saltan cada vez que se les acusa de inacción y enumeran medidas que han puesto en marcha. La capital destaca la peatonalización; la región, el transporte público. ¿Por qué no van más allá, como otros países europeos, que regulan o limitan la entrada de vehículos contaminantes? El ejemplo de Barcelona, que esta semana ha reducido la velocidad en las entradas a la ciudad a 80 kilómetros hora por "razones ambientales", tampoco ha calado, pese a ser mucho más modesto. Cualquier medida que suponga obligar a dejar el coche en casa es impopular, reconocen en privado. Está por ver cómo de osado será Alberto Ruiz-Gallardón, que en campaña prometió poner el medio ambiente en el foco de su tercer mandato, con su plan de calidad del aire. Y si, como avanzó entonces, optará por disuadir cobrando más por aparcar en el centro.

La polución en Madrid, vista desde Pozuelo de Alarcón, el pasado jueves.
La polución en Madrid, vista desde Pozuelo de Alarcón, el pasado jueves.CARLOS ROSILLO
Vista de la contaminación sobre la T-4 del aeropuerto de Barajas, tomada el 6 de octubre por la mañana desde Paracuellos.
Vista de la contaminación sobre la T-4 del aeropuerto de Barajas, tomada el 6 de octubre por la mañana desde Paracuellos.LUIS SEVILLANO

¿Mejor o peor?

- Febrero de 2008. Ana Botella presenta los datos de calidad del aire de 2007. La media anual de dióxido de nitrógeno fue de 60 microgramos por metro cúbico. Para cumplir con Bruselas tenía que reducirla un 35%: en 2010 el límite legal iba a ser 40.

- Diciembre de 2009. El Ayuntamiento cambia la red de medición de la contaminación. Elimina 10 de las 14 estaciones que en los años anteriores han registrado los peores valores de NO2.

- Enero de 2011. El fiscal coordinador de Medio Ambiente remite una carta al Consistorio en la que asegura que su intención al hacer el cambio fue maquillar los datos de contaminación y que la supresión de seis de las estaciones contraviene la legislación europea.

- Febrero de 2011. Botella informa de la media de 2010: 44, un 20% menos que en 2009 (54), pero el dato ya no es comparable porque la red ha cambiado. Reconoce que incumple la leyy anuncia que pediráuna prórroga

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