Los republicanos imponen a Obama sus condiciones en la negociación
Los demócratas retiran la subida de impuestos a los ricos en aras de un acuerdo
Aunque ayer no surgió ningún signo de acercamiento y cada partido lucha por no aparecer derrotado en esta batalla, el Partido Republicano ha conseguido imponer sus principales condiciones en la negociación para evitar un impago de Estados Unidos y cualquier acuerdo al que pueda llegarse en los próximos días se perfila en torno a las exigencias que los más conservadores en la Cámara de Representantes han planteado desde el primer momento.
Barack Obama hizo en la noche del lunes, en un mensaje televisado a la nación, un último llamamiento a favor de "una solución equilibrada" que permita la reducción del déficit mediante el esfuerzo combinado de los más pobres, a los que se les recortarían beneficios sociales, y de los más ricos, a los que se subirían los impuestos por encima de los 250.000 dólares de ingresos anuales.
La oposición no permitirá más endeudamiento sin reducción del déficit
De cara a la reelección, la crisis perjudica sobre todo al presidente
Pero cuando el presidente se dirigía al público, ninguna de las fórmulas que se estaba negociando en el Congreso incluía ya el aumento de impuestos. Esa parece ya una posibilidad descartada por los propios demócratas, cuyo cálculo a estas alturas consiste ya tan solo en decidir cuánto más van a ceder a las condiciones de los republicanos.
La mera vinculación de la elevación del techo de deuda del Gobierno con la reducción del déficit constituye un éxito de los republicanos. Ese trámite se había hecho durante años de forma rutinaria. Como recordó Obama, con Ronald Regan 17 veces, con Bill Clinton, cinco, y así con todos los presidentes hasta George Bush. Ahora, tras la victoria conservadora en las elecciones parlamentarias de 2009, los republicanos, alentados por el espíritu del Tea Party, decidieron que eso se había acabado, que no le permitirían al Gobierno endeudarse más si no recortaba el gasto drásticamente. Se trata de una deuda destinada a pagar gastos ya hechos y autorizados por el Congreso, pero no importa: los republicanos vieron esto como una gran oportunidad de imponer su política y así ha sido.
Obama accedió pronto a negociar la reducción del déficit y tendrá que acceder ahora a hacerlo sin aumentos de impuestos si no quiere hacer frente a partir del 2 de agosto a un desastre económico que, sea quien sea el culpable, dañaría su presidencia y perjudicaría gravemente sus opciones de reelección.
No es seguro, sin embargo, que la renuncia al aumento de impuestos sea una garantía de que se evitará la suspensión de pagos. Los republicanos son conscientes de la poderosa arma que tienen en sus manos y es imposible saber hasta dónde están dispuestos a presionar para sacar adelante su proyecto.
En este momento hay dos opciones sobre la mesa: la que los republicanos promueven en la Cámara de Representantes y la que los demócratas pretenden sacar en el Senado. La primera recorta gastos por alrededor de un billón de dólares y le da al presidente dinero para sobrevivir hasta final de año. Eso solo retrasaría la angustia actual hasta enero y prolongaría el daño que la imagen de EE UU está sufriendo ya. La segunda opción reduce gastos por 2,7 billones de dólares, sin tocar los impuestos, y le da a la Administración liquidez para llegar hasta las elecciones de 2012.
Tampoco esta última, pese a que esencialmente responde a la política conservadora, satisface a los republicanos, que piensan que pueden hacerle a Obama más daño aún. A la propuesta de los demócratas en el Senado, los republicanos le quieren añadir ahora la aprobación de una enmienda constitucional para prohibir por ley cualquier presupuesto con déficit. Es una medida demagógica y poco viable, pero suena muy bien a los oídos de los ciudadanos.
En el fondo, los republicanos han descubierto que esta batalla, aunque les perjudique a ellos, daña mucho más al presidente, quien en última instancia es el máximo responsable de dirigir la nación. Por tanto, están tentados de prolongarla hasta el mismo día de las próximas elecciones. Obama tiene buenos argumentos que presentar a los ciudadanos, el del esfuerzo compartido y el de que los ricos paguen su parte en la lucha contra el déficit. Pero los republicanos tienen un argumento aún mejor, el de cortar el grifo del dinero a un Gobierno que ya debe 14,3 billones de dólares.
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