La crisis belga se precipita tras el enésimo fracaso en 13 meses para formar Gobierno
La crisis política de Bélgica no sale del punto muerto. El líder socialista valón, Elio Di Rupo, encargado por el rey Alberto II de buscar una salida a la parálisis que vive el país desde hace más de un año, presentó ayer su dimisión. Apenas una hora después, el político francófono rechazó en televisión la hipótesis de una convocatoria de nuevas elecciones.
Con el retorno a las urnas especulan desde hace unos días tanto los medios flamencos como los francófonos. Di Rupo, sin embargo, afirmó que con la celebración de nuevos comicios "la radicalización sería incluso más fuerte".
Por su parte, el monarca belga mantiene en suspenso la dimisión del líder socialista y no se pronunciará al menos hasta la próxima semana, según un portavoz de la Casa Real. De momento, el rey solo ha emitido un comunicado, en el que, "dada la gravedad de la situación" anima a que los políticos del país "reflexionen para medir las consecuencias" de la misma y busquen "vías de solución". No será tarea fácil, pues los políticos belgas llevan ya 13 meses intentando salir de la crisis política surgida después de las elecciones celebradas el año pasado.
Di Rupo es el séptimo político que durante ese tiempo tuvo el difícil encargo de conseguir un acuerdo entre partidos flamencos y francófonos para formar Ejecutivo. Ayer tiró la toalla después de que el día anterior los separatistas de Flandes rechazaran su plan de gobierno.
Bart De Wever, líder de los separatistas de la Alianza Nueva Flamenca (N-VA) y ganador de las pasadas elecciones, consideró la propuesta de Di Rupo un "desastre para los flamencos". De Wever criticó el programa del socialista sobre todo por suponer un "tsunami de subidas de impuestos" y por la "insuficiente autonomía" que proponía para los flamencos.
Los separatistas de Flandes tampoco se manifestaron satisfechos con la solución de Di Rupo para deshacer el nudo gordiano del distrito electoral Bruselas-Halle-Vilvoorde, una antigua reivindicación flamenca. Por todo ello, De Wever rechazó tajantemente negociar sobre la base del programa planteado por el francófono.
Di Rupo recordó que otros siete partidos habían aceptado la oferta del líder socialista, pero los cristianodemócratas flamencos advirtieron que no formarían gobierno sin la participación de los separatistas.
Desde el verano pasado está al frente del país un Gabinete en funciones con una capacidad de maniobra muy limitada.
La parálisis política también ha contagiado la economía del país. La inestabilidad y la elevada deuda pública han encarecido la financiación de Bélgica en los mercados.
"Los especuladores están a nuestras puertas", advirtió ayer Di Rupo.
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