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La crisis del euro

Barroso advierte de que no hay un 'plan B' para el ajuste fiscal en Grecia

El presidente de la Comisión ofrece anticipar fondos comunitarios, pero insiste en pedir un consenso nacional para abordar las reformas

La cumbre que los líderes europeos celebrarán mañana y pasado en Bruselas estará dominada, una vez más, por el deterioro de la crisis financiera griega. El aplazamiento de un tramo de ayuda a Atenas de 12.000 millones por parte del FMI y la UE hasta el próximo 3 de julio incidirá de lleno en los debates y forzará la búsqueda de medidas complementarias. La concesión de estas ayudas a Grecia está sujeta a dos condiciones: la aprobación de medidas de austeridad por parte del Parlamento antes del 30 de junio y el compromiso de la UE de nuevas ayudas financieras.

La crisis está teniendo un claro reflejo en el empobrecimiento de los griegos, cuya renta per cápita cayó en 2010 hasta el 89% de la medida europea, frente al 94% del año anterior, según los datos divulgados ayer por Eurostat. Ante esta trayectoria de peligroso declive desde hace casi tres años, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, anunció ayer que propondrá "un plan de urgencia" para ayudar a la economía griega.

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El plan consistirá en el anticipo de unos 1.000 millones de euros de fondos comunitarios. "Grecia", dijo Barroso, "tiene la posibilidad de acceder a una cantidad significativa de fondos dentro de la política de cohesión". El presidente de la Comisión advirtió, no obstante, de que "no hay alternativa, ni hay un plan B" al programa de consolidación fiscal exigido por la UE y el FMI. Barroso insistió en que Grecia "vive un momento extremadamente crítico y precisa un coraje excepcional por parte de todos", por lo que lanzó un "nuevo llamamiento para que haya un esfuerzo de consenso nacional". El Gobierno griego confía en aprobar las medidas de austeridad antes del 30 de junio, según su portavoz Ilias Mosialos.

Precisamente contra las medidas de austeridad en Grecia y en el conjunto de la UE varios miles de trabajadores se manifestaron ayer en Luxemburgo. El presidente de la Confederación Europea de Sindicatos (CES) y secretario general de Comisiones Obreras, Ignacio Fernández Toxo, censuró las estrategias vigentes por "ineficaces e injustas". En su opinión, "retrasarán la salida de la crisis".

La crisis de la deuda soberana europea está creando una creciente inquietud en Estados Unidos y otros países desarrollados. Eso provocó una conferencia telefónica el pasado domingo de los responsables económicos del G-7. Ayer fue el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Timothy Geithner, quien pidió a los líderes europeos "una voz clara y única sobre la crisis por la que atraviesa Grecia". Una recomendación en línea con la efectuada el día anterior por el actual director gerente del FMI, John Lipsky, quien pidió "un refuerzo del gobierno económico" de la UE. Paradójicamente, la estrategia de reforzar el gobierno económico fue aplazada ayer hasta julio por el Parlamento Europeo.

La crisis griega está ensanchando la brecha entre la Europa del centro y del norte y la de sur. "Nazi-nazi-Merkel-Sarkozy": así de caldeados están ya los ánimos en la plaza Syntagma de Atenas. A la capital de Europa no llega ese ruido y a los mercados, aparentemente, tampoco les molesta el eco de las protestas de la inacción europea. Las Bolsas cerraron ayer con la mayor subida de los dos últimos meses y el mercado de deuda vivió una jornada plácida.

La mera sospecha de que Yorgos Papandreu -Jeffrey le llaman los cada vez más numerosos indignados griegos, por su lugar de nacimiento (Minnesota, EE UU)- sobrevivirá al voto de confianza del Parlamento permitió al euro rozar los 1,44 dólares por unidad y a las Bolsas anotarse subidas de entre el 1% y el 2%.

La crisis ha cambiado muchas cosas: Las primas de riesgo lo explican casi todo en los últimos meses. Ayer contaban una historia de mejoría para la crisis fiscal europea: básicamente, los mercados aflojaron la presión y constataron que los inversores dan por hecha una reestructuración suave de la deuda griega.

De momento no hay ninguna seguridad acerca de la participación del sector privado (los bancos) en el pago de la factura de Grecia, y aun así los mercados decidieron tomarse un descanso. Bastó con la subasta de deuda española -fuerte demanda para colocar al final casi 3.000 millones en letras a tres y seis meses y a tipos de interés que subieron moderadamente: aprobado para el Tesoro español- y con la griega, una subasta de letras a tres meses con mucha oferta y altos tipos de interés, que demuestran que hay demanda de deuda, pero a un coste muy elevado para compensar la inseguridad.

La prima de riesgo española se relajó hasta los 250 puntos: España paga un 2,5% más de intereses que Alemania por sus bonos a 10 años. "España está haciendo los deberes", dijo el comisario de Competencia, Joaquín Almunia. También bajaron el riesgo país de Bélgica e Italia.

Sobre Grecia, la agencia de calificación Fitch ha reiterado que considerará cualquier refinanciación voluntaria de los vencimientos de los bonos soberanos griegos como una suspensión de pagos y que recortará, por este motivo, su calificación crediticia. No obstante, ha añadido una pequeña novedad: "Una reestructuración de la deuda pública griega no tiene que suponer automáticamente un default (impago) para los bancos griegos", según su analista Cristina Torrella. Esta decisión supone una excepción a la regla que fija que ninguna empresa de un determinado país puede tener mejor nota que el Estado en el que está radicada.

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