Gallardón refuerza el pleno municipal como órgano de control al alcalde
El regidor elimina un área de Gobierno y aumenta el poder interno de Ana Botella
Alberto Ruiz-Gallardón tomó posesión ayer del bastón de mando municipal y apenas distrajo tiempo para promesas vagas o lírica dialéctica antes de enunciar los tres estribillos con los que iniciará su mandato: cambios, con vocación de permanencia, para encauzar la naturaleza ambidiestra del poder municipal, intrincadamente legislativo y ejecutivo; cambios también para afinar su Gobierno y adaptarlo a sus nuevas prioridades políticas en estos tiempos "malos y no solo para la lírica", en palabras del vicealcalde, Manuel Cobo; y cambios, en fin, aunque apenas apuntados, con visos de convertirse en traumática dieta de adelgazamiento para el aparato administrativo madrileño.
- Sesión de control al alcalde. Hay 8.116 Ayuntamientos, el 60% en municipios que no superan el millar de habitantes. Las grandes ciudades -con más de 50.000- no constituyen ni el 2%. Sin embargo, el sistema de Gobierno municipal ha sido tradicionalmente igual en pueblitos y urbes mastodónticas: el pleno ejerce labores normativas al tiempo que supervisa todas las decisiones del alcalde y su equipo. Eso empezó a cambiar en 2003, aunque la mayoría absoluta que ostenta el PP de forma ininterrumpida ha dificultado en parte que se pueda visualizar.
Aquel año, Gallardón sustrajo la función ejecutiva al pleno en favor del Gobierno municipal. Ayer, tras tomar posesión como alcalde por tercera vez, anunció "nuevos pasos" para, en la línea del Estado y las autonomías, "remarcar la debida diferenciación entre pleno y alcalde", "reforzando las funciones de control político" del primero "para consolidar el sistema de Gobierno parlamentario en el Ayuntamiento".
Hará lo que pudo (y dijo querer) hacer en 2003: delegar la presidencia del pleno, desde la primera sesión ordinaria (este mes), y con la única excepción de los actos protocolarios. La asumirá Paz González, hasta ahora concejal de Obras y Espacios Públicos (esta área de Gobierno desaparece), que además asume la presidencia de las comisiones permanentes. Desligado ya de esa responsabilidad, el alcalde promete someterse a una pregunta de cada grupo de la oposición (PSM, IU y UPyD), a modo de la sesión de control al Gobierno. Acometerá además una reforma reglamentaria para constituir una Mesa del pleno en la que también esté la oposición.
- Más poder para Ana Botella. Más allá de la eliminación de esa área de Gobierno, el alcalde ha introducido retoques en su equipo para ajustarse a unas "claves muy distintas" a las de los mandatos anteriores, fundamentalmente por lo que ha calificado bondadosamente de "momento especialmente complicado desde un punto de vista socioeconómico".
Medio Ambiente, que seguirá al cargo de Ana Botella (segunda teniente de alcalde), se refuerza con competencias absorbidas del área de Movilidad (seguirá siendo el área de mayor presupuesto). Asume esas tareas de planificación, aunque su vigilancia (multas, grúas, agentes) sigue en el área de Seguridad, en la que permanece también Pedro Calvo; este, nombrado cuarto teniente de alcalde, incorpora la concesión de licencias de actividad. Botella asume también el control de las vías públicas del área desaparecida.
En el área de las Artes, Alicia Moreno -la única del Gobierno que no iba en la lista electoral del PP- incorpora una nueva competencia, la calidad del paisaje urbano, pero su ambición se restringe al ámbito de la "actividad cultural", "una vez culminadas las obras de rehabilitación y ampliación" del Matadero, el Conde Duque y el Palacio de Cibeles.
El área de Economía tendrá más dinero y mando en plazas ajenas para gestionar la prometida batalla por el empleo. Continúa al frente Miguel Ángel Villanueva; como en Hacienda y Administración Pública sigue Juan Bravo (tercer teniente); en Servicios Sociales, Concepción Dancausa; y como vicealcalde, Manuel Cobo.
- Una Administración a dieta. Este tercer vértice de cambio apenas lo bosquejó ayer Gallardón, pero se anunciaba tormentoso incluso en su vaguedad: desde el lunes, todas las áreas asumirán una reducción "con toda la profundidad necesaria" de su "soporte administrativo", que "alcanzará" también "a la configuración del sector público empresarial y a una disminución del personal eventual". Es decir, menos altos cargos, menos asesores, tal vez menos empresas, organismos públicos, direcciones generales... Un programa de adelgazamiento en toda regla, muchas veces anunciado pero aún sin concretar.
Visto bueno de la oposición
- Jaime Lissavetzky (PSOE). El portavoz socialista centró su discurso en el empleo y propuso un pleno extraordinario antes del verano sobre creación de puestos de trabajo. También habló de descentralización y recordó que la ciudad tiene un gran lastre: la deuda, que ha aumentado en 500 millones (hasta los 7.000). Lissavetzky debuta como concejal. Se plantea la legislatura "con modestia y deseo de arrimar el hombro", dijo tras el pleno. Y que su crítica será "dura e intensa".
- Ángel Pérez (IU). El empleo y la vivienda centraron su discurso. El portavoz, el único veterano en la oposición, criticó la protesta del 15-M, que se oía desde algunas salas del consistorio, pero no desde el salón de plenos. "No comparto", dijo, a los que quieren transformar "un día de fiesta" en "uno de protesta contra una institución democrática". Entre sus propuestas, que los policías que dejen de ser escoltas pasen a proteger a víctimas de maltrato.
- David Ortega (UPyD). "Estamos aterrizando", reconocía al acabar el pleno. Pero sabe por dónde quiere llevar su oposición: "medidas de ahorro y austeridad, medio ambiente, barrios...". Él, como Pérez, dijo no compartir la protesta de los indignados, pese a entender su "fondo". La reforma del alcalde "podría haber sido más ambiciosa", pero le convence la "mayor capacidad deliberativa".
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