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Mas logra endeudarse por 800 millones después de negociar durante tres meses

El Gobierno catalán emite 400 millones para grandes inversores al 5,5%.-El presidente vincula el ajuste a los pagos pendientes

Tras tres meses topándose con las reticencias de la banca, el Gobierno catalán consiguió ayer endeudarse por 800 millones de euros al cerrar un préstamo por 400 millones con el Banco Santander y al hallar por fin los mercados de grandes inversores lo suficientemente permeables para colocar otros 400 millones de deuda pública. La emisión tuvo un coste elevado, del 5,5% a dos años, el doble de lo que paga el Gobierno central por su deuda y un tipo similar a los de Polonia y Rusia. Aun así, el Ejecutivo de Artur Mas consigue apuntarse dos tantos: distanciarse del tripartito al pagar bastante menos del 7,75% que costó su última emisión para particulares y lograr que los mercados institucionales se reabran para la deuda autonómica.

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Los grandes inversores, sobre todo bancos y fondos de inversión y pensiones, se cerraron a la deuda de las comunidades tras el rescate de Grecia en abril de 2010. Solo en agosto hubo un paréntesis, cuando la Generalitat puso en circulación 1.000 millones en valores negociables a través de La Caixa. Pero, en general, las comunidades han tenido que recurrir a sus ciudadanos para emitir deuda. Cataluña, la Comunidad Valenciana y Baleares han vendido bonos a particulares al 4,75%, con una generosa comisión del 3% para las entidades colocadoras.

A pesar de que el Gobierno de CiU no descarta recurrir de nuevo al mercado minorista, su prioridad ha sido obtener un préstamo con varias entidades o bien una emisión algo más holgada. El Gobierno catalán ya intentó colocar deuda entre grandes inversores hace apenas dos semanas, cuando encargó a un grupo de entidades que sondearan los mercados y colocaran entre 300 y 500 millones de euros.

En esa ocasión, las tres entidades que recibieron el mandato -Ahorro Corporación, Natixis y Deustche Bank- exploraron el mercado y no hallaron demanda, por lo que tuvieron que aparcar la operación. Esta no salió, entre otras cosas, porque los mercados estaban pendientes de los sucesos en Japón y de la aprobación del fondo de rescate de la Unión Europea.

Ayer un grupo de cinco entidades formado por las tres anteriores, La Caixa y el banco de Baden-Württemberg LBBW sí hallaron respuesta, por lo que enseguida abrieron los libros. Una portavoz del departamento que dirige Andreu Mas-Colell explicó que la demanda estuvo por encima de los 400 millones. El 69% de los compradores eran españoles, la mayoría bancos. Y entre los extranjeros -que fueron sobre todo alemanes y escandinavos- también predominaron las entidades financieras.

Economía aseguró que la operación supone un gesto de "confianza de los bancos y los mercados en las finanzas y la solidez de la Generalitat". Y es que el Ejecutivo de Mas pudo cerrar, además, con el Santander un crédito de 400 millones amortizable en cuatro años por el que, según fuentes cercanas a la operación, se pagará un tipo de interés cercano al 6%. En este caso, la Generalitat puede sacar pecho porque el año pasado el banco que preside Emilio Botín se negó en varias ocasiones a financiar al Ejecutivo de José Montilla.

Con estas dos operaciones, la Generalitat consigue 800 de los 1.866 millones por los que está autorizada a endeudarse y los primeros de los 11.662 millones que prevé pedir a los mercados financieros a lo largo de este año. De forma paralela, el Ejecutivo catalán trata de cerrar la refinanciación de 1.500 millones que vencían este año con La Caixa, el Santander y BBVA.Artur Mas no se refirió a la nueva emisión de deuda de Cataluña, pero mantuvo una activa agenda toda la jornada para intentar insuflar confianza en la economía catalana y las finanzas de la Generalitat. En una intervención en el foro Nueva Economía de Madrid y ante decenas de empresarios, Mas aseguró que se dispone a controlar el déficit. Lo dijo con lenguaje de quirófano: "Tenemos un tumor, pero lo vamos a controlar. Vamos a evitar cualquier tipo de metástasis. Lo vamos a tratar y vamos a quedar limpios".

En una línea similar se mostró en un almuerzo con la Cámara de Comercio de Estados Unidos. Mas se esforzó en retratar a Cataluña como una comunidad "de fiar" y aprovechó para deslizar lo que será la constante de su Gobierno y de CiU el próximo año: la demanda del concierto económico. En un intento de ser gráfico ante los empresarios americanos, Mas intentó asimilar el "déficit fiscal" catalán como el que sufren algunos países en la UE: "A veces tenemos la sensación de ser los alemanes de España".

En un discurso que mezcló reivindicación y reproches, Mas reiteró que el plan de austeridad que obliga a las autonomías a limitar su déficit al 1,3% del PIB solo será posible si el Estado "cumple". Eso es, si paga a la Generalitat los 1.400 millones del fondo de competitividad y le traspasa los edificios de la Seguridad Social, entre otras cosas.

Con su visita, Mas pretendía transmitir confianza en una economía que, por la crisis y los mensajes alarmistas de la Generalitat, levanta recelos incluso más allá de las fronteras españolas. Pero el mensaje en clave nacional tenía otro eje: una vez que haya hecho los deberes -léase recortes-, estará más legitimada para pedir un mejor trato fiscal. Y dejó claro que CiU lo pondrá sobre la mesa al PSOE o al PP cuando busquen sus votos tras las generales. Además dibujó un calendario: antes del 31 de octubre debe estar lista, con el mayor consenso, una propuesta "con números" de lo que pide Cataluña.

Mas tiene en su agenda la negociación de los Presupuestos y la popular Alicia Sánchez- Camacho subió el precio de un eventual acuerdo. A su petición de que elimine el impuesto de sucesiones, la líder popular añadió la condición de que Mas no recorte en sanidad, educación y servicios sociales. Y puso como modelo a la Xunta de Galicia, gobernada por el PP, que ha reducido el gasto corriente y preservado los servicios básicos del Estado de bienestar.

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