Tokio pide que no se dé agua del grifo a los niños
Los análisis revelan la presencia de yodo radiactivo en la red de suministro de la capital - Las autoridades señalan que el líquido no es un riesgo inmediato para los adultos
Primero fue el terremoto, luego el tsunami, después la fuga a la atmósfera de radiactividad de la central nuclear de Fukushima I, a continuación siguió la contaminación de alimentos en la zona cercana a la planta atómica, y ahora ha llegado el turno al agua de Tokio. Las autoridades aseguraron ayer que han detectado radiación en la red de suministro de agua potable de esta ciudad de 13 millones de habitantes, y urgieron a las familias a que no den agua del grifo a los niños pequeños.
Responsables del Departamento de Agua de Tokio afirmaron que los niveles de yodo radiactivo 131 encontrados en una depuradora en el centro de la capital eran de 210 becquerel por litro, cuando el límite de seguridad de consumo para los bebés es de 100 becquerel. Sin embargo, dijeron que el líquido no es un riesgo inmediato para los adultos.
La venta de la embotellada se ha disparado en los supermercados
El Gobierno calcula que los daños pueden superar los 200.000 millones
"No hay duda de que esto es un efecto de la central [atómica] de Fukushima", aseguró Shintaro Ishihara, gobernador de la capital. Ishihara insistió en que el nivel de radiación no supone un riesgo inmediato para la salud y que el agua puede ser utilizada, pero pidió que no se emplee para diluir leche y preparar la comida de niños menores de un año.
El anuncio ha arrojado una nueva sombra sobre la catástrofe natural y la crisis nuclear desencadenadas por el terremoto y el tsunami ocurridos el pasado 11 de marzo en la costa nororiental de Japón, y viene a sumarse a la creciente preocupación sobre la presencia de radiación en alimentos.
EE UU prohibió ayer la importación de leche, verduras y fruta de cuatro prefecturas cercanas a la planta nuclear; Australia congeló la de productos del nordeste japonés, y Hong Kong hizo lo propio con los procedentes de cinco prefecturas después de que muestras de nabos y espinacas mostraran radiación entre 2,6 y 10 veces por encima de lo permitido. Corea del Sur está estudiando tomar medidas similares, mientras que China, Malasia y Filipinas están inspeccionando las importaciones japonesas para detectar cualquier posible traza de radiactividad.
Las autoridades japonesas han identificado 11 tipos de verduras -como brócoli y repollo- con niveles de radiación superiores a los niveles de seguridad, además de leche y agua, en la región de Fukushima, aunque han insistido en que no suponen mayor peligro para la gente.
El martes pasado, el Gobierno urgió a los residentes de algunos pueblos cercanos a la planta, que se encuentra a unos 240 kilómetros al norte de Tokio, a no beber agua del grifo porque habían sido identificados altos niveles de yodo radiactivo. También se han incrementado las inspecciones sobre el pescado y el marisco. Taiwan ha aconsejado a sus barcos que no faenen en aguas japonesas.
A pesar de los llamamientos a la calma del Gobierno, las ventas de agua mineral se han disparado en los supermercados de la capital. [El Gobierno metropolitano distribuirá agua embotellada a las familias con bebés en la capital y cinco ciudades vecinas afectadas por la radiactividad, unos 80.000 hogares, informa Efe].
Los ciudadanos comprueban también el origen de los alimentos cuando van de compras. "Estoy realmente preocupada. Me pregunto a mí misma si el agua y la comida son seguros", dice Yumiko Yokoyama, de 25 años, que trabaja en una peluquería.
A pesar de que muchos japoneses critican la falta de transparencia de las autoridades sobre el desarrollo de la crisis, aseguran que se fían del sistema de control y trazabilidad de los alimentos. "Me fío y no me fío del Gobierno. Ha informado demasiado tarde de la crisis atómica, mientras que EE UU habló rápido de lo que ocurría, y nos hemos tenido que informar por los extranjeros. Pero, por otro lado, ahora, cuando compro verduras o pescado, compruebo de dónde vienen y me fio de lo que dice", afirma.
Aunque los riesgos a corto plazo están limitados por ahora, los científicos recuerdan la catástrofe de la central atómica de Chernóbil, en 1986, y advierten que algunas partículas radiactivas se concentran según viajan en la cadena alimentaria y permanecen en el ambiente durante décadas.
El Gobierno cifró ayer el daño económico del terremoto y el tsunami entre 16 y 25 billones de yenes (139.900 y 218.500 millones de euros). Es decir, hasta un 6% del producto interior bruto (PIB). Se trata del desastre natural más costoso de la historia. La catástrofe ha provocado 9.523 muertos y 16.094 desaparecidos, según las últimas cifras oficiales.
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