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Catástrofe en el Pacífico

Los pronucleares velan armas en España (de momento)

Rajoy aparca su política pronuclear, que estaba a punto para saltar a su programa - El PSOE vuelve a la posición de partida de la sustitución progresiva

Carlos E. Cué

Hace solo 15 días, los pronucleares españoles estaban de enhorabuena. Todo marchaba a favor. El PSOE había hecho un lento pero seguro viraje, comandado por el ministro de Industria, Miguel Sebastián, e impulsado sobre todo por el expresidente Felipe González, ahora consejero de Fenosa-Gas Natural. Y lo que era mucho más importante: el PP, el partido que según las encuestas gobernará España en 2012, había avanzado muchos kilómetros desde su tímido programa electoral de 2008 o su política cuando estuvo en el Gobierno y cerró la nuclear de Zorita, en Guadalajara.

El remate final de una carrera de éxitos llegó el martes 8 de marzo: José María Aznar, expresidente y consejero de Endesa, presentaba, a través de su fundación, FAES, el programa de máximos del PP: alargar la vida útil de las nucleares hasta los 60 años (20 años más de lo previsto cuando se diseñaron) y plantear la construcción de nuevas centrales. Un sueño para los pronucleares impensable hace solo cuatro años.

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La posición pronuclear, que además tenía cada vez más seguidores entre los comentaristas en los medios, cabalgaba sobre la crisis energética provocada por la subida del precio del petróleo con una fuerza que nunca había tenido en España. Mariano Rajoy colocaba su defensa de la nuclear casi en cada mitin, en cada entrevista. Y el Gobierno, mucho más que el PSOE, proseguía su lenta deriva hacia un discurso mucho más complaciente. Solo Izquierda Unida e Iniciativa per Catalunya-Verds mantenían viva en el Congreso la voz antinuclear que los ecologistas llevaban en la calle.

Pero el accidente de Fukushima ha cortado en seco esa carrera de éxitos. El PP está ahora asustado. Rajoy, según diversos dirigentes, sacará el asunto de su agenda. Evitará todo lo que pueda hablar de él, esperará a que se calme el pánico nuclear. Es difícil que recupere el discurso duro, ese que acusaba a Zapatero de no querer la nuclear "por prejuicios ideológicos". Y es casi imposible que repita ahora su visita de 2009 a la central de Garoña, donde llegó a prometer: "Conmigo en el Gobierno, Garoña no se cerrará".

El líder del PP mantuvo su defensa pronuclear hasta el mismo sábado 12 de marzo, cuando se empezaron a ver las dimensiones del accidente de Japón. Desde entonces, solo silencio. Sus portavoces tratan de evitar el asunto y piden que decidan los técnicos, aunque Esteban González Pons ha llegado más lejos en el evidente frenazo al discurso pronuclear del PP: "Si se demuestra que la energía nuclear es insegura, habrá que descartarla".

El Gobierno, aunque está muy lejos de reacciones como la de la alemana Angela Merkel, que ha anunciado el cierre de las siete centrales anteriores a 1980, plantea la revisión de todas las plantas españolas. Y el PSOE, que en los últimos meses había abandonado su beligerancia, ha vuelto a la posición de 2008: defensa de la sustitución progresiva de la energía nuclear y cierre escalonado de todas las centrales al llegar a los 40 años. En esa idea han insistido Marcelino Iglesias o Elena Valenciano esta semana.

Los populares, según coinciden diversas fuentes del PP, estaban tan lanzados a favor de la energía nuclear, y tan convencidos de que tenían este debate ganado frente a un PSOE con dificultades de mantener su apuesta antinuclear en plena crisis energética, que ya se planteaban llevar al programa electoral una ambiciosa apuesta por las nucleares.

De hecho, el informe de FAES, del que ahora tratan de desvincularse los populares -"FAES es FAES, el PP es el PP", aseguró el lunes Dolores de Cospedal, la secretaria general-, se hizo por encargo de Rajoy. Lo pidió en las Navidades de 2009, en una junta del patronato.

Durante un año, la fundación que preside Aznar ha trabajado con los principales dirigentes del PP en este asunto -Cristóbal Montoro, responsable de Economía; Álvaro Nadal, hombre muy cercano a Rajoy; Antonio Erias y Guillermo Mariscal, portavoz y adjunto de la Comisión de Industria- en una veintena de seminarios con expertos y representantes de la industria y del lobby pronuclear, entre ellos dirigentes de la francesa Areva, la principal empresa del sector. Y les tenía muy convencidos.

En 2008, el programa del PP, coordinado por Juan Costa, un pronuclear convencido como expone en su libro La revolución imparable, era muy cauto. El PP aún le tenía miedo a este debate. Se limitaba a plantear el mantenimiento de los emplazamientos actuales. Costa, que sostiene la energía nuclear desde un punto de vista ecológico, según dice, y para reducir la dependencia del petróleo, fue el primero del PP que en su libro, presentado por Rajoy, se lanzó a hablar de nuevas centrales. Desde entonces esa posición gana adeptos en el partido.

Hasta que llegó el informe FAES, la avanzadilla del partido. Lo explica Jaime García Legaz, secretario general de FAES y diputado del PP: "FAES y el PP dicen lo mismo. El informe es el resultado de un profundo análisis de un año de trabajo en línea con el PP. Ha habido un giro pronuclear progresivo, también en el Gobierno. De hecho, está reaccionando bien, no como Alemania. La crisis ha influido mucho. Con el accidente de Japón, evidentemente, el debate se va a complicar. Vamos a ver cómo acaba. En cualquier caso, nosotros confiamos en que se apague pronto el eco mediático y podamos reabrir el debate".

En el PSOE, los pronucleares, que también son importantes y tienen mucha presencia, ahora están más callados, como en el PP, o dicen que no es el momento de debatir en caliente. El Gobierno llama a la calma. Zapatero insiste en que las centrales españolas son seguras. Es lo que contestó Sebastián a Gaspar Llamazares el miércoles, cuando este reclamaba medidas.

Pero los antinucleares del PSOE, también muy importantes -creen contar además con Zapatero, que se llegó a definir como "el más antinuclear del Gobierno-, confían en recuperar el pulso. Jesús Caldera, exministro y presidente de la fundación IDEAS, ya presentó su propio informe energético en mayo de 2009, mucho antes que FAES. En él se planteaba la desaparición de las nucleares.

Él sigue en la misma posición: "Pensamos lo mismo que antes del accidente en Japón. En contra de lo que dice, la energía nuclear no es limpia, porque hay que tener en cuenta los residuos, nadie sabe qué hacer con ellos. No es barata, si se tiene en cuenta el coste de la responsabilidad civil. La inversión para poner en marcha una central es inmensa. No tiene sentido. Hay que apostar por las renovables".

Caldera está convencido de que su partido volverá a esa posición. "Es lo que dijimos en el programa de 2008, lo que votaron los ciudadanos, lo que defiende oficialmente el PSOE y lo que dice el presidente del Gobierno. Nuestra postura es clara: sustitución progresiva de nucleares".

Sin embargo, en la Ley de Economía Sostenible, a propuesta de CiU, los socialistas aceptaron una enmienda en la que se suavizaba el texto del proyecto de ley para ampliar la vida útil de las centrales siempre que el Consejo de Seguridad Nuclear lo autorice. La opción en realidad ya existía (Garoña tiene previsto el cierre con 42 años), pero el PSOE renunciaba a que apareciera el límite de 40 años.

En los pasillos del Congreso, donde las conversaciones sobre la fuerza de los grupos de presión, de la que nunca se habla en público, son frecuentes, los diputados veteranos reconocen que, después de los bancos, el de las eléctricas, propietarias de las nucleares, es el que tiene más influencia. La mayoría de esos diputados creen que al final los pronucleares volverán a ganar la batalla, aunque lo de Japón supondrá un parón importante. En cualquier caso no hay prisa: tras Garoña, que Rajoy ya ha dicho que no cerrará si gobierna, la siguiente en cumplir 40 años lo hace en 2021. Es mucho tiempo para hacer lobby y para reorientar la opinión pública, si hiciera falta.

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