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Dirigentes del PP piden que Cospedal deje su cargo si es elegida presidenta

Sostienen que no debería seguir de secretaria general si gana Castilla-La Mancha

Carlos E. Cué

Las elecciones en Castilla-La Mancha definen buena parte del futuro del PP. No solo porque Mariano Rajoy ha convertido esta comunidad en la prueba de fuego del éxito o fracaso en las autonómicas del 22 de mayo. También porque su resultado puede alterar los equilibrios de poder en el partido. En la cúpula nacional y entre los máximos dirigentes regionales se ha instalado, según todos los dirigentes consultados, esta idea: si Dolores de Cospedal es elegida presidenta de Castilla-La Mancha debe dejar la secretaría general del PP. Lo cree así la mayoría. Sin embargo, ella ha dejado muy claro, incluso en público pero sobre todo en una conversación con Rajoy, que no quiere dejarla aunque gane, con lo que en el PP se está fraguando ya esa batalla clave.

Aunque el PP ahora es una balsa de aceite, conviven grupos diferenciados
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Si saliera derrotada, la situación tampoco está exenta de problemas: aunque se ha impuesto internamente poco a poco, Cospedal es una dirigente polémica. A muchos barones y dirigentes clave no les gustó que compatibilizara la secretaría general con un liderazgo regional. Aunque nadie cree que Rajoy la quite si gana en votos pero no gobierna por una ley electoral que le perjudica.

En el trasfondo, otra clave: ¿habrá congreso este año, como señalan los estatutos del PP y prometió Rajoy? La mayoría de los dirigentes creen que si el resultado en mayo es bueno, y si Zapatero no adelanta las elecciones, habrá congreso. Pero Cospedal y sus fieles no lo ven necesario si el resultado es bueno. Ese cónclave supondría claramente su salida de la secretaría general para dejar paso probablemente a Ana Mato.

¿Y Rajoy? En septiembre de 2010, aprovechando un cónclave de dos días en el Parador de Toledo, el líder tanteó la posibilidad de nombrar un coordinador para que ella se concentrara en su campaña. Pero Cospedal no quiso. Estratégicamente, a ella le interesa seguir siendo la cara del PP. Ella explicó que ya había pasado lo peor -Bárcenas, Camps, Costa, el caso de los espías- y que no era momento de cambios. Rajoy, según varios dirigentes, aceptó los argumentos. Pero todos creen que en cuanto logre el objetivo, convocará un congreso -se habla de octubre- para relevarla y lanzar la campaña de las generales.

Aunque el PP, desde que le sonríen las encuestas, es una balsa de aceite, en la dirección conviven tres y hasta cuatro grupos muy diferenciados. No hay guerra, ni mucho menos, pero tampoco hay demasiada sintonía y a veces hay rivalidad. Cada uno se busca sus propias parcelas de poder y tratan de no chocar. A Rajoy, que nunca se ha destacado por crear equipos compactos -siempre se ha diferenciado de Rodrigo Rato, que creaba ratistas muy fieles- parece no molestarle.

En el primer grupo estaría la propia Cospedal y Esteban González Pons con sus respectivos equipos. En el segundo, Ana Mato, que lleva el peso diario de la organización, y Javier Arenas, hombre fuerte del partido. La estructura tradicional de Génova está muy ligada a estos últimos.

El otro grupo lo conforman Soraya Sáenz de Santamaría, sus fieles del Congreso y el equipo económico con Cristóbal Montoro a la cabeza. Actúan casi como un partido aparte. Han creado sus grupos de expertos, tratan de nutrir al líder con informes y propuestas y son independientes.

Por último, también está el propio gabinete de Rajoy -cada vez más grande e influyente-, dirigido por Jorge Moragas. Y Jaime Mayor, que va por libre y contradice la línea oficial sobre política antiterrorista pero acude fiel a las reuniones de cada lunes.

María Dolores de Cospedal, durante una conferencia de prensa en la sede nacional del PP en Madrid.
María Dolores de Cospedal, durante una conferencia de prensa en la sede nacional del PP en Madrid.ULY MARTÍN

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