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Ola de cambio en el mundo islámico | Estallido de protestas contra Gadafi

El dictador africano más antiguo sueña con una dinastía

Gadafi gobierna con mano de hierro un país rico en hidrocarburos

Muamar el Gadafi ostenta varios récords y unas cuantas peculiaridades. La primera es que este beduino de 68 años lleva cerca de 42 al frente de su país. Ningún otro dirigente árabe o africano ha ejercido el poder durante tanto tiempo.

La segunda es que Gadafi no es, en teoría, nada, ni jefe de Estado ni de Gobierno. En la práctica lo es todo, es el que manda de verdad sin apenas contrapeso excepto el de algunos jefes tribales. De ahí que, cuando viaja al extranjero, el protocolo le trata como si fuera jefe de Estado.

Desde que en 1969 dio el golpe de Estado militar que acabó con la monarquía, Gadafi es, probablemente, el líder que más bandazos ha dado. Apostó en los setenta por el panarabismo con toques socialistas, pero en la segunda mitad de la década pasada estrechó lazos con EE UU y Occidente. Entretanto, en los ochenta, coqueteó con el terrorismo. Sus servicios estuvieron involucrados en la voladura de dos aviones, el francés de UTA y el norteamericano de Pan Am, repletos de pasajeros.

El líder libio viaja siempre con una rubia y voluptuosa enfermera ucrania
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Su biografía política está plagada de extravagancias en cualquier circunstancia y más aún por parte de un dirigente árabe. Trabaja y recibe a sus huéspedes en una tienda beduina. Se paseó dentro y fuera de su país con una escolta de doce jóvenes. Durante su último viaje a Roma, en agosto pasado, invitó públicamete a cientos de jóvenes italianas a convertirse al islam y provocó así un nuevo escándalo.

Su afición por las mujeres hace que se desplace siempre acompañado por una enfermera ucraniana, Galyna, a la que el embajador de EE UU en Trípoli, Gene Cretz, describía, en septiembre de 2009, como una "rubia voluptuosa".

Gadafi gobierna con mano de hierro el país más rico de África del Norte gracias a sus exportaciones de hidrocarburos, que superan a las de la vecina Argelia. Gracias a ello Libia es el país que cuenta con la mayor proporción de inmigrantes africanos (1,2 millones, según diversas estimaciones). Aun así es el menos poblado del África mediterránea.

Pese a ser original y relativamente próspera, Libia adolece también de muchas de las lacras que asolan a sus vecinos, empezando por la corrupción. "Libia es una cleptocracia en la que el régimen, sea la propia familia de Gadafi o sus aliados políticos cercanos, tiene un interés directo en cualquier cosa que merezca la pena ser vendida o comprada", escribía de nuevo el embajador Cretz en enero de 2009 en un cable desvelado por Wikileaks. De ahí que sea el propio Gadafi el que supervise todos los contratos que se dispone a firmar su Gobierno y cuyo importe rebase los 146 millones de euros.

Como sucedió con el difunto presidente sirio Hafez el Asad o con el depuesto Hosni Mubarak, Gadafi tiene también la intención de convertir a su república en una monarquía sui géneris. En octubre de 2009 reunió en Sebha una asamblea de jefes trinales a los que les dejó caer que su sucesor sería el más presentable de sus hijos, Saif el Islam, de 39 años.

Otros dos hijos varones, Mutasim y Aníbal, son proclives a las "juergas y extravagancias", según la Embajada de EE UU. Haníbal ha maltratado además en Londres o en Ginebra a su esposa Aline.

De izquierda a derecha, Aníbal, Saif al Islam y Saadi, tres de los hijos varones del líder libio Muamar el Gadafi.
De izquierda a derecha, Aníbal, Saif al Islam y Saadi, tres de los hijos varones del líder libio Muamar el Gadafi.

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