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Ola de cambio en el mundo árabe | La posición de la Casa Blanca

Mubarak: "Si dimito, será el caos"

El estallido de violencia compromete la transición apoyada por Washington - La Administración de Obama pide a El Cairo que acabe con los enfrentamientos

Antonio Caño

El presidente egipcio, Hosni Mubarak, declaró ayer en una entrevista concedida a Christiane Amanpour en la cadena estadounidense ABC estar cansado de servir a la nación, pero aseguró que seguirá al frente de Egipto para evitar la anarquía y la toma del poder por los Hermanos Musulmanes. "Tras 62 años en el servicio público, he tenido bastante. Quiero irme", confesó el rais. "Pero si dimito ahora será el caos", añadió.

El rais acusó a los Hermanos Musulmanes, formación ilegal pero tolerada, de azuzar la violencia desatada en El Cairo el miércoles entre sus partidarios y los detractores del régimen. "Me entristece mucho lo que sucedió ayer [por el miércoles]. No quiero ver a los egipcios peleando entre sí", dijo Mubarak a ABC, informa Reuters. Sobre las reclamaciones de los opositores, que piden unánimemente su marcha, el mandatario dijo: "No me preocupa lo que la gente diga de mí. Me preocupa solamente mi país, me preocupa Egipto".

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Con respecto al presidente estadounidense, Barack Obama, a quien describió como un "buen hombre", Hosni Mubarak afirmó haberle dicho: "No comprende la cultura egipcia y lo que sucedería si presento mi dimisión ahora".

Mientras, la Administración norteamericana dirigió ayer toda su presión sobre el Gobierno egipcio para conseguir que ponga fin a la violencia, una condición imprescindible para que el escenario de transición que propicia Estados Unidos pueda desarrollarse y el Estado egipcio no quede volatilizado en medio del caos. Las batallas callejeras que se han presenciado en las últimas horas en El Cairo conducen la crisis hacia la peor pesadilla imaginable en Washington: el vacío de poder.

Un vacío de poder es lo que puede acabar convirtiendo Egipto, en contra del propósito expuesto por los manifestantes, en un nuevo Irán o lo que puede justificar en último extremo la continuidad de un Hosni Mubarak ya consumido políticamente. Por esa razón, toda la artillería diplomática norteamericana fue dirigida ayer hacia la contención de esta sucesión de enfrentamientos.

"Rezamos para que la violencia en Egipto termine y los derechos y las aspiraciones del pueblo egipcio sean alcanzados", dijo Barack Obama en el anual Desayuno Nacional de Oración. "El Gobierno de Egipto tiene que garantizar que las protestas pacíficas puedan desarrollarse... el mundo está observando lo que en estos momentos sucede en Egipto", advirtió el portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs. "No sabemos quién soltó a estos matones en las calles de El Cairo, pero el uso de la violencia para intimidar al pueblo egipcio tiene que terminar", añadió el portavoz del Departamento de Estado, Philip J. Crowley. Gibbs precisó que, si el Gobierno egipcio es serio en su voluntad de erradicar esa violencia, tiene que procesar a quienes la han causado.

La secretaria de Estado, Hillary Clinton, habló ayer sobre ese asunto con el vicepresidente recién nombrado en Egipto, Omar Suleimán, el hombre elegido por el régimen para negociar la transición, a quien también telefoneó el vicepresidente, Joe Biden, para pedirle que ponga fin a la violencia y garantice la celebración de manifestaciones pacíficas. Clinton y Suleimán han estado en contacto casi diario, lo mismo que el secretario de Defensa, Robert Gates, y el jefe del Estado Mayor de las fuerzas armadas, almirante Michael Mullen, han conversado con sus respectivos homólogos. El objetivo es el mismo: buscar una solución que permita un relevo del poder ordenado, respetando una cierta institucionalidad, representada por el Ejército.

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