Merkel, Sarkozy y Cameron reclaman a Mubarak elecciones
El llamamiento del trío contrasta con la inacción de la Unión Europea
Europa despertó, por fin, ayer a una semana de manifestaciones populares y sangre en Egipto para pedir a Hosni Mubarak que resista la tentación de la fuerza armada para aferrarse al poder y que convoque elecciones. El llamamiento lo hicieron conjuntamente los líderes de Alemania, Francia y Reino Unido dejando bien claro quiénes marcan el rumbo en Europa y arrojando luz sobre la paupérrima función y personalidad de Catherine Ashton, formalmente responsable de la política exterior de la Unión.
En un comunicado emitido en Berlín, el presidente Nicolas Sarkozy, la canciller Angela Merkel y el primer ministro David Cameron expresaron su "profunda preocupación" por la evolución de los acontecimientos en Egipto, país clave del arco árabe, y pidieron al rais que "renuncie a toda violencia contra civiles desarmados y reconozca los derechos pacíficos de los manifestantes".
"Pedimos al presidente Mubarak que comience un proceso que debería verse reflejado en un Gobierno de amplia base y en elecciones libres y limpias", señalan los tres mandatarios, que hacen un gesto hacia el líder egipcio al reconocerle el papel clave jugado durante décadas en el avispero medioriental. "Le pedimos que tenga el mismo enfoque moderado ante la actual situación en Egipto".
Los europeos subrayan que "los derechos humanos y la libertad democrática deben ser reconocidos, incluidas las libertades de expresión y de reunión así como el libre uso de medios de comunicación como el teléfono e Internet".
"El pueblo egipcio tiene legítimos motivos de queja y grandes esperanzas en un futuro más justo y mejor", concluye el trío rector de la Unión, en claro y definitivo contraste con la pusilanimidad de otras instituciones, empezando por la Alta Responsable para la política exterior comunitaria. Ashton produjo el viernes un comunicado marcado con la blandura inherente a su posición, siempre de observadora "con interés y preocupación" de los desastres del mundo, esta vez en Egipto. "Reitero mi petición a las partes de actuar con control y calma e insto a las autoridades a liberar inmediata e incondicionalmente a todos los detenidos", decía.
Un comunicado tipo de los que emiten Ashton y la UE, en los que solo cambian los nombres propios para reflejar la situación del día. Ashton cerraba su texto anunciando que los ministros de Exteriores de los Veintisiete tratarán el asunto en su reunión mensual de mañana.
Lo que parece de perogrullo no lo es tanto en la UE. El pasado miércoles, al día siguiente de las sangrientas manifestaciones en El Cairo, Alejandría y Suez, se le preguntó a Janos Martonyi, ministro de Exteriores de Hungría, presidente de turno de la Unión, qué iban a hacer y decir los jefes de las 27 diplomacias europeas sobre Egipto en su reunión del lunes. Su reacción fue de sorpresa ante la palabra Egipto, creando la clara impresión de que no estaba al tanto de los acontecimientos. Tras informarle de lo ocurrido respondió: "No me hable de fuego. Ya veremos el lunes". Franco Frattini, el ministro italiano, sugirió mediada la semana enviar un equipo de apoyo político europeo a los países de la otra ribera mediterránea.
El European Policy Center, un centro de estudios políticos de Bruselas, ha publicado esta semana un pequeño análisis titulado ¿Por qué Europa teme los cambios en su vecindad? en el que la autora, Rosa Balfour, escribe que "a pesar de la retórica sobre el papel transformador de la UE, la 'política de vecindad' ha sido concebida para mantener el statu quo en Europa Oriental y en el sur del Mediterráneo con la idea de que statu quo supone estabilidad. Las dinámicas políticas en ambas regiones han demostrado claramente que ese no es el caso".
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