Separar los buenos de los malos
Esta vez el Gobierno se ha adelantado, aunque solo sea unos días. El mercado esperaba la reforma del sistema financiero para el próximo viernes, pero las negociaciones del domingo y ayer por la mañana con partidos y dirigentes de las cajas, han permitido al Gobierno presentar ayer las líneas maestras del plan de recapitalización de cajas y bancos.
Aparentemente, no le apretaba el zapato. Los mercados no azotan en los últimos días a la deuda pública española ni a la prima de riesgo (la diferencia entre lo que se paga por los bonos españoles y los alemanes), que sigue en zonas estables.
Sin embargo, el presidente José Luis Rodríguez Zapatero tiene una obsesión: que no se repita en España el caso irlandés. Es decir, que un país que aparentemente no tenía problemas económicos acabó hundido por los agujeros de sus bancos, que habían aprobado las pruebas de esfuerzo de julio pasado.
El Ejecutivo prefiere intervenir una parte del sector y salvar al resto
Que el examen se haga en septiembre puede provocar incertidumbre
Salvando las distancias, Irlanda y España comparten una burbuja inmobiliaria que ha demostrado su capacidad destructiva. Para los inversores internacionales, las dudas sobre la implicación de las cajas en el ladrillo es una de las losas que hunden la perspectiva de la economía española y alienta la posibilidad de que haya que pedir un rescate a Europa.
Con este transfondo, el Gobierno presentó ayer una de las mayores reformas estructurales del sistema financiero. El objetivo del Gobierno es "garantizar la confianza que hemos tenido y que tenemos que preservar", así como eliminar "cualquier duda que pudiera haber en el mercado sobre la solidez de nuestro sistema financiero" y que fluya el crédito, explicó ayer la vicepresidenta segunda y ministra de Economía, Elena Salgado.
El Ejecutivo y el Banco de España, que dirige Miguel Fernández Ordóñez, están convencidos de que ha llegado el momento de separar los buenos de los malos. Las manzanas podridas acaban pudriendo el cesto y ya no hay tiempo para seguir manteniendo que "todo el sector financiero está sano", como se decía hace meses. Hay que admitir que la reforma de las cajas de julio se quedó corta. Más vale que una buena parte de las entidades recuperen la credibilidad perdida que intentar salvar a todo el sector. Desde ayer, con un listón tan exigente como el marcado, muchos gestores habrán roto sus planes estratégicos y empezarán a dibujar unos nuevos. Tienen ocho meses para encontrar una salida. Para algunos la supervivencia pasa por una fusión; la segunda oleada tan esperada en el sector.
El supervisor es consciente de que algunas entidades tienen tres alternativas: vender activos en el mercado con plusvalías (si es que los tienen y si es que pueden), fusionarse o convertirse en bancos nacionalizados. La primera pista aparecerá en febrero cuando las entidades confiesen su riesgo en el ladrillo.
Con las últimas cifras conocidas, de septiembre pasado, las que más recapitalización tienen que hacer son: la fusión de Caja Madrid-Bancaja; Bankinter; CatalunyaCaixa; Unnim; la caja gallega y las castellanoleonesas.
Además, puede haber otras entidades que necesiten más capital, ya que a las que no tengan inversores privados, tengan gran dependencia de los mercados financieros o no coticen en Bolsa, deberán superar el 8% de capital.
El plan del Gobierno no ha traspasado la línea roja que marcó Isidro Fainé, presidente de la patronal de las cajas y de La Caixa: no se ha acabado con el modelo de cajas. Las que estén bien, podrán seguir siéndolo.
Además, Zapatero manda un mensaje de exigencia a los mercados al adelantar a 2011 el nivel de capital que no será exigible internacionalmente hasta 2013. Y da cierto tiempo: el examen será a final de septiembre. Precisamente este aspecto ha sido criticado en algunas entidades que creen que debería evitar la incertidumbre actual y adelantar el examen a marzo para cerrar el melón. "Es demasiado tiempo. Se deberá clarificar el panorama antes", dice un ejecutivo. Otros desconfían de que con 20.000 millones de inyección máxima de capital se pueda tapar el agujero del ladrillo.
Zapatero ha medido el disparo: la banca española será de las primeras en capital y las cajas malas acabarán siendo bancos, por las buenas o por las malas.
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