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Revolución democrática en el Magreb

Francia sospecha que Ben Ali salió de Túnez con 1,5 toneladas de oro

La esposa del ex dictador reclamó los lingotes al gobernador del Banco Central

Antonio Jiménez Barca

El ex presidente de Túnez, Zine el Abidine Ben Ali, a pesar de su precipitada huida del país, salió con una tonelada y media de oro en lingotes por valor de 46 millones de euros. Esto es al menos lo que sospecha el Elíseo, según explicaba ayer el diario francés Le Monde, citando fuentes de la presidencia de la República. La mujer de Ben Ali, Leila Trabelsi -una de las personas más odiadas del pueblo tunecino por su afición al dinero y a enchufar a miembros de su familia en puestos clave-, se presentó el pasado viernes en el banco central de Túnez para buscar los lingotes, según el citado diario. El gobernador de la institución bancaria rechazó la petición. Para convencerlo, Trabelsi telefoneó a su marido, que, en un principio, también se opuso a las intenciones de su esposa. Pero después estuvo de acuerdo. El Banco Central de Túnez desmiente esta información: "No he recibido ninguna orden, ni verbal ni escrita, para sacar oro. Nuestro stock no ha variado", replicaba ayer un responsable de la institución bancaria a Le Monde.

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En la huida de Ben Ali aún hay muchos asuntos poco claros. Parece seguro que fue extremadamente acelerada, sin un destino evidente, que su avión penetró en el espacio aéreo de Malta sin un plan de vuelo preciso. El Elíseo reitera que en ningún momento estuvo prevista su llegada a París, a pesar de que varios rumores (algunos espoleados por la propia policía francesa) colocaban al ex mandatario tunecino allí, entre otras cosas porque dispone de un palacete en el adinerado barrio de Neuilly, en los alrededores de la capital francesa. Ya el viernes, Francia se cuidaba de señalar que Sarkozy "rechazaba el aterrizaje de Ben Ali en suelo francés". Otra de las causas que dispararon los rumores fue el aterrizaje, ese mismo viernes por la tarde, de un avión proveniente de Túnez en el que viajaban una hija y varias nietas del ex dictador. No era el primer pariente que llegaba: otra hija llevaba varios días alojada en un hotel de lujo de Eurodisney. Todos salieron el domingo pasado rumbo a Catar.

Para el Gobierno francés, Ben Ali ha pasado de ser un aliado consentido (Francia es el primer socio económico de Túnez) a un completo indeseable. A este respecto, el portavoz del Gobierno francés, François Baroin, aseguró ayer que Francia se atiene a las "disposiciones de las autoridades tunecinas" a fin de decidir la suerte del patrimonio inmobiliario que la familia de Ben Ali posee en el país. Asimismo, Baroin adelantó que su Gobierno ha ordenado al organismo francés contra el blanqueo de dinero que investigue las cuentas francesas del ex dictador y los suyos. Este organismo envió el domingo un comunicado a determinados bancos de Francia para que vigilen estas cuentas y de que informen "de cualquier movimiento extraño o sospechoso". Paralelamente, dos ONG, Transparencia Internacional y Sherpa, van a denunciar a Ben Ali por corrupción y blanqueo, ya que consideran que las medidas adoptadas por el Gobierno francés para bloquear los fondos del ex dictador son insuficientes y tardías.

La postura que la diplomacia francesa adoptó días antes del derrocamiento de Ben Ali ha sido muy criticada. Hace una semana, en plena revuelta, la ministra de Asuntos Exteriores, Michèlle Alliot-Marie, aseguraba que sería una buena idea que policías franceses ayudaran a los tunecinos a fin de controlar, de una manera más incruenta, los altercados callejeros. La oposición ha reclamado su dimisión. El ministro de Cultura, Frédéric Mitterrand, que posee una casa en Túnez, en una entrevista televisada aseguró días antes de que Ben Ali huyera: "Decir que en Túnez hay una dictadura es una exageración".

Varios manifestantes opuestos al régimen de Ben Ali saludan a un soldado, ayer en  Túnez capital.
Varios manifestantes opuestos al régimen de Ben Ali saludan a un soldado, ayer en Túnez capital.AP

La protesta cuesta 1.500 millones

Al menos 78 personas han perdido la vida por los enfrentamientos desatados durante la rebelión tunecina, según el recuento que facilitó ayer el ministro de Interior, Ahmed Fria. Además, unos cuarenta presos murieron en los motines registrados en distintas prisiones.

El Gobierno calcula además que la revuelta ha costado hasta ahora más de 1.500 millones de euros en daños materiales y negocios perdidos.

Ahmed Fria precisó que entre las víctimas mortales figuran "varios" miembros de las fuerzas de seguridad, pero no especificó si murieron en choques con los manifestantes o en tiroteos con matones leales al dictador huido a Arabia Saudí. El ministro informó de que hay también unos 90 heridos.

Las bandas que apoyan al presidente derrocado llevan desde el viernes intentando sembrar el caos y desestabilizar el país disparando contra los militares, las fuerzas policiales o los tunecinos en general con la ayuda en ocasiones de francotiradores.

A los daños materiales ya acumulados hasta ahora, por otra parte, habrá que añadir la inevitable repercusión de la violencia sobre los ingresos turísticos, un sector que representa más del 6% del PIB y genera casi 500.000 empleos, entre directos e indirectos.

Precisamente ayer continuó el éxodo de turistas europeos que se habían quedado bloqueados en el país norteafricano por el cierre del espacio aéreo decretado el pasado viernes, cuando Ben Ali huyó del país.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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