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La crisis del euro

Irlanda sitúa las ventajas fiscales como 'línea roja' de la negociación

El primer ministro Cowen admite, por primera vez, las conversaciones para un rescate y se declara único responsable del duro plan de recorte del déficit

Irlanda encaró ayer el segundo día de negociaciones con la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, reconocidas por primera vez por su jefe de Gobierno, Brian Cowen, estableciendo una línea roja para cualquier compromiso sobre su propio rescate financiero: la negativa a hacer concesiones en materia fiscal modificando uno de los impuestos de sociedades más bajos de Europa (12,5%).

Criticado por Alemania y Francia como competencia ventajosa e injusta frente a otros socios europeos, ese atractivo incentivo para las multinacionales extranjeras es considerado por el Gobierno de Brian Cowen pieza fundamental en la recuperación económica. Como lo fue para el espectacular crecimiento del Tigre Celta a lo largo de una década, antes de que los últimos tres años finiquitaran ese espejismo.

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Mientras la misión internacional de expertos analizaba el estado de las finanzas públicas de la República, la viceprimera ministra irlandesa, Mary Coughlan, volvió a insistir en que la tasa del 12,5% (que, por ejemplo más que dobla el 28% impuesto en el vecino Reino Unido) "no es negociable". Aunque un miembro de la Administración francesa, citado por Financial Times, calificaba esa orientación fiscal de "depredadora", la canciller alemana, Angela Merkel, tranquilizó ayer a Dublín subrayando a través de un portavoz que el paquete de ayuda europeo no le exigirá contrapartidas en esta materia.

Para Cowen, acosado por una prensa que ha dibujado el plan de rescate como una "humillación" nacional, es importante proyectar la imagen de que sigue controlando la gestión económica del país. Ayer insistió en que su Gobierno es el único responsable del plan de ahorro presupuestario que pretende reducir un déficit del 32% del PIB hasta el 3% en los próximos cuatro años. El ejecutivo de Dublín va a proponer un recorte de 6.000 millones en el gasto público, combinado con un ahorro de 15.000 millones de euros en el próximo cuatrienio. El primer ministro lo presentará la próxima semana con la esperanza de que el Parlamento dé su visto bueno en la votación del 7 de diciembre. El ejecutivo de coalición cuenta con una ajustada mayoría que, según todos los sondeos, se reducirá a solo dos diputados cuando el Sinn Féin arrebate a su partido (Fianna Fail) el escaño por Donegal South West en la elección parcial del próximo jueves.

Cowen deberá, sin embargo, tener en cuenta el análisis de los expertos europeos que han desembarcado en Irlanda para obtener una inyección exterior que superaría los 100.000 millones de euros, si bien ninguno de los implicados ha querido hacer precisiones sobre cifras concretas. El Fondo Monetario Internacional quiere garantizar que los recortes que se avecinan no acaben concentrando sus efectos en los sectores más débiles de la sociedad irlandesa, donde el paro asciende ya al 13,2%, la cota más elevada desde 1967.

Los analistas esperan algún anuncio de acuerdo entre ambas partes a partir del próximo lunes, después de que el propio taoiseach (primer ministro) confirmara ayer que las negociaciones "abiertas y constructivas" van por buen camino. Los escenarios para canalizar esa ayuda económica son múltiples, aunque se espera que esté enfocada en primer lugar hacia la crisis del sector financiero y sus posibles efectos de contagio de otras economías. En admisión del gobernador del banco central irlandés, Patrick Honohan, el pasado jueves, la República necesita "un préstamo muy importante de decenas de miles de euros" para socorrer a su debilitada banca.

Si las cuentas públicas de Irlanda presentan un estado desastroso, ello obedece principalmente a los ingentes fondos empleados por el Estado para el rescate de sus bancos, víctimas del estallido de la enorme burbuja inmobiliaria y de los generosos préstamos destinados al sector de la construcción. El valor de la vivienda, que creció un 250% en tan solo dos décadas, ha registrado una caída del 40%.

El orgullo nacional de este pequeño país con 4,5 millones de habitantes es uno de los factores que lastran la búsqueda de una salida a la crisis. Mientras el periódico Irish Daily Mail hablaba directamente de "humillación", el influyente Irish Times sentenció ayer que "el destino de la nación ya no está en nuestras manos". Incluso el ex primer ministro irlandés John Bruton, actual embajador de la Unión Europea en Washington, ha descrito la aceptación del rescate exterior como "un día muy, muy triste para Irlanda". Quizá todos ellos pasaron por alto que los bancos celtas han sobrevivido a base de nutrirse de los fondos del Banco Central Europeo. La dependencia de Europa es mucho más nítida de lo que el nacionalismo irlandés quiere reconocer.

Dos mujeres caminan por un puente en Dublín  ante la mirada de una mendiga.
Dos mujeres caminan por un puente en Dublín ante la mirada de una mendiga.AP

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