Los mítines ya no son lo que eran
Los partidos reducen el aforo de sus actos e inventan formatos
Los mítines multitudinarios en pabellones o plazas de toros abarrotados de entregados militantes con bandera, bocadillo y refresco son historia. Salvo, y con suerte, los de final de campaña. Las elecciones al Parlamento catalán están demostrando que cada vez cuesta más llenar estas citas. Los partidos eligen ubicaciones más pequeñas y utilizan eufemismos como "acto político" para evitar la palabra mitin. Tampoco hay autocares en la entrada, como los hubo. Y las banderas las pone la organización.
El Partit dels Socialistes (PSC) y Convergència i Unió (CiU) utilizan un formato que los partidos denominan "huevo frito": una tarima con atril para el candidato, y el público reunido a su alrededor. Parece así un plató de televisión. El aforo de las gradas se elige en función del tema a tratar.
CiU cerrará en el Palau Sant Jordi la campaña; el PSC no lo ha revelado aún
La diferencia más acusada con la campaña de las elecciones autonómicas de 2006 se revela en los actos del PSC. Repiten muchas ubicaciones, pero el montaje ocupa solo la mitad o dos terceras partes del espacio. El lunes, por ejemplo, en Santa Coloma se habilitaron dos tercios del pabellón de Can Sisteré, y las gradas estaban vacías; en 2006 Montilla llenó todo el espacio posible. La media de asistentes es ahora de un millar, según el partido, aunque el recuento es generoso.
Otra fórmula empleada por el PSC es el "mitin relámpago", una idea nueva que consiste en plantar a Montilla sobre dos palés en la calle sin aviso previo. La gente se acerca y le rodea. Sin embargo, queda poco espontáneo que parte del público sostenga carteles del candidato socialista.
Favorita en las encuestas, CiU es quien mejor aguanta el tirón. También cuenta con un millar de asistentes de media. Y lo más destacado, se ha atrevido con el Palau Sant Jordi de Barcelona para su acto final de campaña (el viernes 26). Alrededor de 16.000 personas de aforo, un notable termómetro electoral. Es revelador que el PSC todavía no haya anunciado la ubicación de su mitin de cierre. Fuentes del partido aseguran que su voluntad es llenar también ese pabellón (un día antes), y con el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, de invitado. Pero no lo harán si no tienen garantizado el éxito de público. Nada sería peor que no llenar el Sant Jordi y que los convergentes sí lo hicieran tan solo 24 horas después.
El resto de partidos trampea la pérdida de fuelle de los mítines con diferentes fórmulas. ERC opta por el huevo frito, pero remarcando su carácter televisivo: se elimina cualquier elemento de apoyo, no hay atril, y los candidatos hablan con un micrófono en la solapa. Con este formato reúnen unas 300 personas en cada acto. En el caso del Partido Popular, el termómetro es Mariano Rajoy. Con el líder del partido consiguieron el pasado fin de semana en Tarragona equiparar el aforo de Montilla con el vicepresidente Alfredo Pérez Rubalcaba en la misma ciudad. Por su parte, ICV se asegura el éxito con ubicaciones muy pequeñas, de apenas un centenar de personas, en centros cívicos o salones de actos.
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