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El conflicto del Sáhara

Marruecos aplica la ley marcial a los saharauis

Mohamed VI recupera el uso de tribunales militares para juzgar a los civiles que lideraron la revuelta

"El 90% de nuestra relación con España pasa por el Sáhara". El ministro marroquí de Asuntos Exteriores, Taieb Fassi-Fihri, ha pronunciado esta frase en múltiples ocasiones ante sus interlocutores españoles. El Sáhara no va bien a ojos de Rabat y ello genera turbulencias en la relación con España y crispa a Marruecos hasta el punto provocar una cierta involución del país.

Aunque Marruecos no va a perder el control de esa antigua colonia española, sí ha sufrido un par de reveses. Tras la dimisión de Peter van Walsum, enviado personal para el Sáhara del secretario general de la ONU, su sustituto a partir de 2009, Christopher Ross, dejó de poner el énfasis en la oferta de autonomía de Rabat formulada en 2007. Esa propuesta y la de los independentistas del Frente Polisario están ahora en pie de igualdad en la mesa de negociaciones.

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A eso se añade la represión de la mayor protesta civil saharaui desde 1975, la del campamento de Agdaym Izik. Se saldó, según Rabat, con dos civiles muertos y 163 detenidos, cifras que se quedan cortas según los acampados. En la misiva que envió en junio a cinco capitales occidentales, Ross escribió: "Si desea que el Polisario acepte su visión (...) Marruecos debe demostrar sus buenas intenciones y ser indulgente con los independentistas saharauis".

Desde hace una semana la crispación se ha adueñado de Marruecos y la indulgencia pasó a la historia. Prueba de ello es que seis de los protagonistas de la revuelta de El Aaiún serán juzgados por un tribunal militar acusados de "constitución de banda criminal", según la fiscalía. Y al menos otros 63 saharauis serán procesados por un tribunal penal ordinario. Si se exceptúa el frustrado amago de 2009, ningún civil ha sido juzgado hasta ahora, durante el reinado de Mohamed VI, por jueces castrenses.

Rabat solo parece dispuesto a ser benévolo con los tres activistas españoles y un mexicano que desde el lunes se esconden en El Aaiún. El Ministerio del Interior marroquí les invitó ayer a contactar con la autoridad y se comprometió a facilitarles la salida del país. Ellos piden además protección consular hasta la puerta de embarque del avión, algo que les facilitaría la Embajada de España.

El nerviosismo en el ambiente está más que presente en los medios de comunicación. Sostienen que Marruecos ha sido víctima en el Sáhara de una conspiración urdida en Argelia, el país que hospeda al Polisario. En el telediario de 2M (cadena pública) se aseguraba el jueves que parte de los saharauis que a lo largo del año huyeron de los campamentos de refugiados de Tinduf (sureste argelino) para instalarse en El Aaiún "fueron entrenados militarmente en Cuba". Lo demostraría el método empleado para degollar a los policías en cuyas filas se han contabilizado 10 muertos.

El DRS, el servicio secreto argelino, financió la operación de El Aaiún, según 2M, con 50 millones de dírhams (4,5 millones de euros). El DRS incluso ha dirigido Agdaym Izik, según L'Opinion, órgano del Istiqlal, el partido del primer ministro Abbas el Fassi. Aun así, Rabat no llama a consultas a su embajador en Argel ni entrega una nota verbal de protesta. Libération, diario socialista marroquí, va más allá y ve la mano de Al Qaeda en la revuelta saharaui.

La prensa española, por su parte, es el altavoz de esa la "manipulación orquestada desde Argel". De ahí que el Gobierno marroquí arremeta con dureza contra ella y le impida viajar al Sáhara. Incluso durante lo que los saharauis llaman su "Intifada", en 2005, los periodistas españoles pudieron desplazarse por El Aaiún, pero ahora ni siquiera se permite la presencia allí de un reportero marroquí, Ali Lmrabet, que colabora con un diario madrileño.

Para desviar la atención del marroquí de a pie o para intentar demostrar que el vecino español está también en apuros, la agencia de prensa oficial (MAP) y las televisiones públicas establecen un paralelismo entre el Sáhara y Melilla. MAP anunció el 29 de octubre que la Guardia Civil había matado allí a un chaval musulmán de 16 años y desde entonces multiplica las noticias sobre las trabas puestas a los periodistas marroquíes para cubrir las revueltas en la ciudad.

Si a diferencia de otras etapas de infortunios para Marruecos en el Sáhara, la actual no ha desembocado aún en una crisis entre España y su vecino meridional es porque el Gobierno español está empeñado en evitarlo. De ahí su perfil bajo durante las tensiones en la ciudad de Melilla este verano y ahora con relación al Sáhara.

Incluso Francia ha levantado un poco más la voz cuando "condena" la expulsión de uno de sus diputados que iba camino de El Aaiún. Cuatro españoles han sido expulsados y no hubo condena alguna por parte del Gobierno de España.

González Pons abraza a un manifestante durante la concentración de apoyo al pueblo saharahui.
González Pons abraza a un manifestante durante la concentración de apoyo al pueblo saharahui.G. LEJARCEGI

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