El tigre celta pierde garra
La quiebra de la banca irlandesa, con un agujero de 50.000 millones, frenará el crecimiento del PIB durante 10 años
Joe McNamara, 41 años, cogió el miércoles su gigantesco camión-hormigonera y se plantó por la mañana frente a la entrada de Leinster House, el elegante palacete sede del Parlamento de Irlanda. La enorme leyenda "Anglo Toxic Bank" no dejaba dudas sobre el motivo de su protesta: la crisis bancaria.
McNamara, que según su abogado no ha hecho más que ejercer su derecho a la libertad de expresión y solo ha cometido una infracción de tráfico, fue arrestado, pasó la noche en el calabozo y ha quedado en libertad bajo fianza. Es la única persona que tiene que responder ante la justicia por un presunto delito relacionado de una forma u otra con un fiasco bancario que ha generado un agujero de 45.000 millones de euros en un país de poco más de cuatro millones de habitantes, que ha disparado el déficit público a un alucinante 32% del PIB, que va a recortar en tres puntos el crecimiento económico durante 10 años, que ha obligado al país a pagar tal sobreprecio para financiarse que está a un paso de tener que recurrir al fondo de ayuda de la UE. Por no hablar de la ruina del mercado inmobiliario, el paro, los recortes salariales o el retorno de una gran tradición nacional: emigrar para ganarse la vida.
La crisis irlandesa empezó como la española: una burbuja inmobiliaria incubada durante años y que alcanzó cotas esperpénticas gracias al dinero barato que llegó de la mano del euro y la política de brazos cruzados de sus respectivos Gobiernos. Pero sus ramificaciones han sido distintas. Irlanda apostó por recortar el gasto pero topó con el socavón bancario. España, con un sistema bancario más sólido, inyectó dinero a la economía pero ha superado el 20% de paro. Solo cuando empezó a desbocarse el precio de la deuda el Gobierno español cambió de política para abrazar el ajuste.
Hace un año, la economía irlandesa parecía en vías de recuperación. Ahora, acosada por los mercados de deuda, vuelve a estar en el ojo del huracán. "Nuestra opinión sobre la economía real no ha cambiado, con la única excepción del agujero bancario", explica John Fitz Gerald, responsable de investigación macroeconómica del prestigioso ESRI (Instituto de Investigación Económica y Social).
Un agujero que empezó a formarse el Día de San Patricio de 2008, cuando las acciones del Anglo Irish Bank cayeron un 15%. En septiembre de ese año, Dublín decidió garantizar todos los depósitos de la banca: 440.000 millones de euros. El Gobierno aseguró que los bancos pagarían 2.000 millones de euros por esa garantía. "El plan de rescate más barato del mundo hasta ahora", presumió entonces el ministro de Finanzas, Brian Lenihan. En diciembre, el agujero bancario se estimó en 7.000 millones. En enero de 2009 ascendía a 11.000 millones. En marzo pasado ya superaba los 22.000 millones. En mayo, 35.000 millones. Ahora, entre 45.000 y 50.000 millones de euros, de los que entre 29.300 y 34.300 millones, corresponden al rescate del Anglo Irish Bank, una entidad con sospechosos vínculos con el liberal Fianna Fáil, el histórico partido dominante en Irlanda.
"El problema es que el coste de la crisis bancaria significa que el Gobierno va a tener que retirar de la economía una cantidad adicional significativa de recursos y eso va a ralentizar el crecimiento en el periodo de recuperación. Por eso hemos recortado la previsión de crecimiento del año próximo. Pensábamos que en 2011 crecería por encima del 3% y ahora estimamos que estará en torno al 2,5%", explica Fitz Gerald. A pesar del mal dato del último trimestre, con una inesperada caída del 1,2% en el PIB, el ESRI cree que este año la economía va mejor de lo esperado y ya no se contraerá. "Las cifras trimestrales son muy volátiles y ese dato en particular es provisional. No hay que hacer ningún caso", asegura.
Pero el nivel del PIB va a ser entre un 2% y un 3% más bajo durante la próxima década a partir del año que viene como consecuencia del coste de la crisis bancaria, pronostica. En su opinión, "el rescate del Anglo Irish ha sido un absoluto error".
"El Gobierno tenía que haber dejado quebrar al Irish Nationwide en 2008 y si hubiera conocido el tamaño de la insolvencia del Anglo Irish, como era su obligación, tenía que haber garantizado los depósitos pero la naturaleza de la garantía tenía que haber sido más limitada. Es un error terrible que nos está costando mucho dinero", se lamenta Fitz Gerald.
El ministro de Finanzas, Brian Lenihan, ha defendido estos días la necesidad de mantener a flote al Anglo Irish con argumentos variados. Para salvaguardar la credibilidad de Irlanda como país y garantizar su capacidad de seguir recurriendo a los mercados para financiarse. Porque la quiebra de un banco con un peso equivalente a la mitad de la riqueza nacional "hubiera sido una pesadilla". Y porque a su juicio legalmente el Gobierno ha de dar el mismo trato a los titulares de bonos primarios del banco -aunque no a los titulares de bonos subordinados- que a los depositantes, que desde septiembre de 2008 tienen garantizados el 100% de los depósitos.
"Cuando el Gobierno puso en marcha la garantía puso a todos los bancos en el mismo saco. Nosotros siempre pensamos que tenía que haber distinguido entre unos y otros", opina Joan Burton, portavoz de Finanzas y número dos del Partido Laborista. Burton, que será la próxima ministra de Finanzas si su partido confirma en las urnas la ventaja que le dan ahora mismo los sondeos, no llega al extremo de sostener que el Anglo Irish tenía que haber ido a la quiebra. "No creo que un Gobierno pueda dejar que un banco se desplome, pero lo tenía que haber regulado. El Gobierno dijo que el hundimiento de las acciones se debía a un sentimiento antiirlandés en la Bolsa de Londres. Siempre había factores externos a los que echar la culpa. Pero la actividad del banco se concentraba en menos de 100 clientes, constructores. De ellos, 10 tenían cada uno una deuda de más de 1.500 millones", denuncia Burton.
David McWilliams, economista, en tiempos ejecutivo de UBS y BNP, escritor y periodista, es mucho más radical. "España ha recortado el déficit y el mercado la ha premiado con tipos de interés más bajos. Nosotros hemos recortado el déficit, pero el mercado no nos ha premiado porque sabe que un país en bancarrota nunca paga. Lo que querían es que creciéramos y en lugar de eso vamos a tener que suspender el pago de la deuda", asegura, provocador.
"El Gobierno irlandés ha intentado arreglarlo todo a través del Presupuesto y los mercados se han echado a reír. ¿Por qué se reían? Porque teníamos este enorme problema bancario y en lugar de dejar que cayeran los bancos más tóxicos se les ha dado una manta, un cheque en blanco que premia el fracaso", añade McWilliams.
"Lo que tenían que haber hecho, y aún lo pueden hacer, es reunir a los acreedores y decirles: 'Mirad, chicos, no hay dinero e incluso si lo tuviéramos no os lo daríamos a vosotros'. Les podemos dar las sillas, los ordenadores, todo lo que hay; pero no le vamos a pasar a la gente la factura de la delincuencia y la temeridad de nuestros banqueros. Eso es simple capitalismo. No es nada revolucionario. No es nada complicado. Lo que es complicado es la obsesión del Banco Central Europeo de que Irlanda no avergüence a la zona euro y al proyecto europeo con la quiebra de uno de sus bancos", desafía.
¿Puede Irlanda realmente llegar a suspender el pago de la deuda? "No", responde tajante John Fitz Gerald. "Los intereses que está pagando Irlanda son este año de unos 4.000 millones. El déficit público es de 20.000 millones. Si suspendiera el pago no podría conseguir ningún préstamo y el ajuste presupuestario para el año que viene tendría que ser de 16.000 millones, cuatro veces más de lo que se espera. El coste para la sociedad sería horrible", advierte.
"No me gustaría ver a Irlanda suspendiendo el pago de la deuda", opina la laborista Joan Burton. "Nuestra reputación como país soberano se vería muy dañada. Las condiciones que nos impondrían el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional serían muy severas. Las consecuencias para la gente serían muy, muy duras", reconoce.
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