El presidente afronta la reforma de las pensiones sin apoyo del PP
Al margen de los ataques y contraataques entre José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, pocas novedades tangibles salieron del debate de ayer. Incluso en la reforma más importante que tiene pendiente el Gobierno, la de las pensiones, el presidente se limitó a esbozar iniciativas que ya eran vox populi: aplazar la edad de jubilación a los 67 años y ampliar el periodo de cálculo que da derecho a una pensión o el plazo mínimo necesario para cobrar. A lo largo de los últimos meses, el Gobierno ya ha ido anunciando estas medidas de una forma u otra, si bien es cierto que en alguna ocasión ha salido para desmentirse a sí mismo a las pocas horas de darlas a conocer.
La aprobación final de iniciativas tan impopulares depende aún de lo que dictamine la Comisión parlamentaria del Pacto de Toledo. Pese a que Zapatero señaló que confía en que la reforma salga adelante "con el más amplio consenso posible", parece evidente que tendrá que ser aprobada sin el apoyo del PP, a tenor de la actitud que ayer mostró el líder de la oposición. Ya ocurrió lo mismo con el plan de ajuste que incluía el recorte de sueldos a los funcionarios.
Zapatero justificó ayer la reforma de las pensiones con el argumento de que la sociedad "no puede cerrar los ojos" a los "profundos cambios demográficos" de las próximas décadas y negó que esté vinculada a la crisis actual. Como ejemplo de estos cambios, recordó que mientras ahora hay casi cuatro personas en edad de trabajar por cada mayor de 65 años, en 2050 esta proporción caerá hasta 1,7.
El Gobierno prevé iniciar el cambio legal a la vuelta del verano. El presidente también señaló que baraja adoptar medidas que afecten a la jubilación anticipada y a las prejubilaciones, así como a la acción protectora de la viudedad y la orfandad en las situaciones más vulnerables.
A diferencia de ocasiones anteriores n las que al líder socialista le gustaba sorprender con iniciativas como la Ley de Economía Sostenible y las ayudas a la compra de coches en 2009, o el cheque-bebé en el año 2007 el debate del estado de la nación de este año ha girado en torno al volantazo que ha dado el Gobierno en sus políticas, empujado por la crisis y la presión de los mercados. El presidente se vio obligado a defender medidas como la bajada de sueldos a los funcionarios, la congelación de pensiones, el tijeretazo inversor en infraestructuras y la reforma laboral que en el debate del año pasado aseguró que no iba a acometer.
A la hora de justificar el viraje en la reforma laboral, Zapatero sacó a relucir las perversiones del modelo actual. "El 40% de los que entraron a trabajar con 20 años con un contrato temporal siguen a los 40 con un contrato temporal", señaló como ejemplo del excesivo peso de los empleados eventuales.
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