"No lucho sólo por los palestinos, lo hago por Israel"
Se llama Sicham Levental, tiene 27 años y fue soldado del Ejército de Israel. Cuando se licenció se juntó a otros ex soldados en lo que acabaría siendo el movimiento Breaking The Silence (Rompiendo el silencio) que trata de explicar a los propios israelíes que lo que hacen a los palestinos es una indignidad. Estos días está en España para promocionar el movimiento y una exposición con fotografías de soldados (Círculo de Bellas Artes de Madrid, del 10 al 20 de junio) que denuncian la represión contra los palestinos. "No lucho sólo por los palestinos", dice, "no lucho sólo por los derechos humanos, lo hago también por Israel, porque quiero que sea una sociedad moral". Y concluye: "No hay nada que salvar si te pierdes a ti mismo".
El ex soldado israelí desafía a su país con un movimiento por la dignidad
Sicham Levental come contento el humus de garbanzos mientras la brisa mitiga el día de un caluroso junio barcelonés. Comenta que los acontecimientos de la flotilla humanitaria que pretendía alcanzar Gaza son graves, pero "lo más grave es que no se trata de un caso aislado. Lo grave es la normalidad". Una normalidad en la que los palestinos carecen de derechos. "Yo tengo una casa, sé que nadie va a entrar en ella. Los palestinos, no. A veces un comandante ordena entrar en una casa de noche porque sí. Para que no olviden quien manda. Y no entramos llamando a la puerta con una sonrisa sino con armas, con golpes, con registros, gritos y patadas. Para que aprendan". Tras hechos así, cuando terminó el periodo militar, inició el combate para que se sepa "quiénes son las víctimas".
El movimiento no es apreciado en Israel. Ni siquiera su familia está orgullosa de él. Sicham Levental nació en México, pero cuando aún llevaba pañales sus padres, judíos ortodoxos, se trasladaron a Israel y luego se instalaron en territorios palestinos ocupados. Allí creció él con otros nueve hermanos. A los 19 años se alistó en el Ejército. "Todos nos hacen regalos cuando estamos alistados, por eso es importante que sepan en qué están colaborando".
La vehemencia del discurso hace que llegue la carne cuando aún no ha terminado el humus. Lo mezcla todo, da un trago a una cerveza fresca, aspira el aire cálido y retoma el discurso.
"Lo que tratamos es de promover una vida digna para todos. Porque es importante que los israelíes sepan que lo que hacen a los palestinos, privarles de derechos y de dignidad, no lo hacen a un enemigo. Se lo hacen al vecino con el que deben convivir". De lo contrario, defiende, "estamos creando la próxima generación de enemigos". El 90% del trabajo de la organización se hace en el propio país. "Damos asesoría jurídica a los palestinos que pierden sus tierras, les ayudamos a buscar soluciones y explicamos a todos lo que ocurre. Tratamos de que se vea la cara del sufrimiento".
Vive en Jerusalén y allí los barrios palestinos tienen otro aspecto: "No se invierte en ellos, ni siquiera se recoge la basura con la misma frecuencia". Pero lo que más le preocupa es el futuro, que solo entrará en vías de solución si se pone fin a la ocupación de los territorios palestinos, dice, si los israelíes llegan a comprender que "la ocupación tiene un precio", que provoca miedo en los otros, pero también a uno mismo.
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