Serrano, Quinta Avenida
Colonias y calzoncillos, vestidos de Diane von Furstenberg y la exposición de Fabio Macnamara. Una calle y mucho que contar
La zona de Serrano me trae buenos recuerdos de la época en la que hacía mucho estilismo para cine. Me pasaba las mañanas por aquí recorriendo calles, tiendas y cafés". Al diseñador de moda Carlos Díez Díez (Bilbao, 1967) le encanta que le saquen de Malasaña, barrio madrileño y su segunda casa desde que dejó Bilbao hace más de dos décadas. Y si hay algo diferente al estilo alternativo de aquel Madrid joven es, sin duda, el entorno de la calle de Serrano, el corazón del barrio de Salamanca, donde se mezclan solera, señoras de buena familia y tiendas de toda la vida con galerías alternativas y diseño. "El barrio está aprendiendo a olvidarse de ese aire rancio que tenía. Debería seguir el ejemplo de la Quinta Avenida, que es pija pero también popular, con gente de todas las edades", reflexiona el diseñador, que ha vestido a Elena Anaya y Natasha Yarovenko para Room in Rome, la última película de Julio Medem (estreno, 7 de mayo). Siguiendo sus indicaciones, buscamos "los sitios más vividos y naturales" de una calle que presume de alcurnia.
1 Tartas de diseño
A Carlos Díez no le gusta el café, pero no reniega de la cafetería WOMO (www.womo.es). Comida y golosinas ecológicas, pasteles artesanos y muebles vintage. "Me recuerda un pequeño local de Brooklyn al que suelo ir", comenta el diseñador, que cada año pasa una temporada en Nueva York.
2 Icono de Warhol
Aristócrata, noctámbula y musa de Andy Warhol. "Diane von Furstenberg es un personaje que me gusta mucho por su historia y todo lo que representa como icono de la belleza", apunta el diseñador frente al escaparate de la tienda DvF en la calle de Claudio Coello. Carlos Díez lleva seis años presentando sus propias creaciones en la Cibeles Fashion Week. "¡Este no queda nada mal!", exclama mientras sostiene un vestido inspirado en plumajes. "Diane von Furstenberg es capaz de transmitir el estilismo y la realidad del momento sin tener que buscar referentes en los años veinte, treinta o sesenta. Así tiene que ser la moda", sentencia.
Seguimos camino hasta el número 35 de Claudio Cuello. A Carlos Díez Díez no le emocionan las joyas (sólo lleva un anillo que es un recuerdo personal), pero no puede dejar de admirar un colgante con forma de puñal (el modelo Cruz Espada) en la tienda de Joaquín Berao. Joyas que llevan vinculadas al mundo de la moda y el diseño desde los ochenta, "una de las épocas más efervescentes de la capital".
3 Algodón egipcio
Nos metemos ya de pleno en Serrano para husmear en una tienda de las de toda la vida: Matarranz. "Llevamos en Madrid desde 1911, primero en el centro y desde los sesenta en Serrano. Vamos por la cuarta generación, aunque no sé si mi hijo la mantendrá", dice el patriarca de los Matarranz desde el mostrador de su tienda. Sus juegos de cama, toallas y mantas son famosos en todo Serrano. "Aquí encargué los albornoces para Room in Rome. Junto a las sábanas, eran las prendas más importantes de la producción", devela Carlos Díez. El filme narra la historia de dos chicas que, tras encontrarse en Roma, pasan una noche de sexo y conversación en una habitación de hotel. Exceptuando la ropa interior, las prendas escasean.
Contiguo a Matarraz aparece precisamente un paraíso de la moda íntima: La Perla. Calzoncillos, bragas y sujetadores que se convierten en una tentación irrefrenable para el bilbaíno, fanático coleccionista de boxers y slips de todo tipo. "Tengo una colección de más de trescientos. Una vez los expuse en el Círculo de Bellas Artes", cuenta mientras compra unos sencillos pero elegantes calzoncillos blancos de algodón egipcio.
4 Algo de 'underground'
Imágenes de jóvenes homosexuales rusos semidesnudos realizadas por el activista exiliado Slavan Mogutin, que denuncian el maltrato al colectivo en Rusia, o los dibujos de Fabio Macnamara (en la exposición Como dios manda, hasta el 15 de mayo) son algunas de las muestras que La Fresh Gallery ha programado en los 14 meses de vida que tiene. "Nos vinimos a esta zona porque el centro estaba imposible, mucho más caro", cuenta Topacio Fresh. "Al principio parecía que no encajábamos, pero ahora nos sentimos muy bien. Hemos aportado algo al barrio", continúa la galerista, que cambió los conciertos de Fangoria -era corista con Alaska- por el negocio del arte.
"Me atrae el rollo alternativo que tiene la galería y Topacio trae exposiciones increíbles", insiste Díez mientras patea Serrano hacia la chocolatería Santa. Nada más entrar en esta bombonería, con tradición desde 1932, embriaga el intenso olor a cacao: puro, con leche, almendrado o variedades como la leña vieja, el dulce preferido del diseñador. Carlos Díez tiene pasión por el chocolate y por todo lo original, como una reciente propuesta: apadrinar un concurso de sombreros locos inspirados en Alicia en el País de las Maravillas. Él mismo diseñó uno.
5 'Sushi' y aceitunas
Una pequeña entrada, ambiente oscuro, como de bar clandestino, y una banda sonora de clásicos de los ochenta y noventa definen Shuzzo's. Estilo canalla y gamberro, con un toque elegante, y sushi. "Estos sitios desubicados, que no pegan con la esencia del barrio, son los que le dan la chispa", apunta el diseñador, palillos en mano, para atacar unos makis de salmón y aguacate. Después del aperitivo, una copa en vaso ancho y de vuelta a Malasaña. "Una tarde genial. Este barrio es muy divertido, aunque para vivir prefiero el centro. En un rato pincha un amigo en un bar, ¿te vienes?", se despide.
Rarezas aromáticas
Aunque el agua de colonia de Álvarez Gómez no es tan afamada como la original destilada en la ciudad alemana de Colonia en 1899, Carlos Díez Díez no puede prescindir de su suave aroma después de cada ducha. "No se mezcla con otros olores, así que después te puedes poner perfume", explica la dueña de la tienda. También se pueden comparar maquillajes, perfumes o rarezas aromáticas como las colecciones de Serge Lutens (fotógrafo de Vogue reconvertido al mundo de la perfumería) o Rancé, una marca que comenzó en 1795 fabricando guantes perfumados para la aristocracia francesa y que realiza ahora singulares aguas de colonia, con nombres de reyes y emperadores.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.