Correa: "Dale pasta y que no toque el expediente"
En la mente del jefe de la trama Gürtel anidaba una idea fija: todo el mundo tiene un precio. Para Francisco Correa, un buen soborno es irresistible, a juzgar por la altanería que exhibe en las conversaciones con sus adláteres grabadas por la policía. Dos meses antes de que el juez Baltasar Garzón lo metiera entre rejas, su obsesión era desbloquear la licencia del lujoso chalé que se construía en Ibiza al margen de toda legalidad.
Había invertido "tres millones y pico" de euros y no estaba dispuesto a que un simple carguillo del Gobierno balear obstaculizara sus deseos de asueto y lujo. Y menos a él, testigo de la suntuosa boda de la hija del ex presidente Aznar, alguien de lazos directos con el entorno de Génova, alguien que tenía a su vera, untados, a altísimos cargos del PP.
En una conversación con Pablo (Pau) Collado, su hombre al frente de la sociedad Easy Concept, le ordena que contacte con la responsable de Litoral y Costas de Baleares para que libere su chalé, en un exótico paraje de Sant Joan de Abritja (Ibiza), de las trabas administrativas. "Le dices: 'Oye, toma tanta pasta para guardar el expediente y no lo menees". Señala que uno de los frentes, el municipal, lo tiene "resuelto" [sic], porque su gente ha hecho gestiones con alguien del Ayuntamiento y que "mirarán para otro lado". Que su estrategia es llevar "15 o 20" obreros al chalé un fin de semana para desdibujar la fachada con yeso y aparentar, si iban los técnicos municipales, que era una vieja casa sin lujos sometida a una necesaria rehabilitación. Su intención era acabar las obras, vender el chalé y comprarse un barco.
"Hazle un buen regalo"
Días después, Collado le llama y le da una "buena noticia". Le dice que ha contado con un "buen amigo suyo" que resulta que es el jefe de la responsable de Litoral y Costas. "Dile al tío ése que coja el expediente, se lo lleve a su casa y lo guarde. Y si lo arregla todo, hazle un buen regalo". Era su principal arma disuasoria: los regalos, en especie o en metálico. Con mucho dinero y carísimas dádivas engatusó a alcaldes, consejeros y a altos cargos popularesde Madrid, Valencia y, según la policía, también de Castilla y León. Las grabaciones policiales muestran a un Correa todoterreno, temeroso de que el juez Garzón le eche el guante tras el registro del despacho de su asesor financiero, Ramón Blanco Balín, el hombre que le colocó su fortuna en el extranjero y le blanqueó parte de ella para seguir sobornando a políticos.
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