Europa trata de disipar en el G-7 las dudas sobre sus economías más débiles
La deuda griega, portuguesa y española se ha colocado en el centro de las discusiones de los ministros de finanzas de los siete países más industrializados del planeta (G-7). Europa quiere cambiar esa percepción. Asegura que puede lidiar sola con el problema. No hubo carne de foca en el menú de la reunión informal del G-7 celebrada en Iqaluit. Es el manjar de esta localidad en el Gran Norte canadiense, situada a menos de 300 kilómetros del Círculo Polar Ártico. El anfitrión, el ministro Jim Flaherty, optó por algo menos conflictivo para los europeos: un pescado parecido al salmón y carne de reno.
De lo que se trataba era de lanzar un mensaje común que lograra rebajar la ansiedad que amenaza con lastrar el repunte. Jean-Claude Juncker, presidente del Eurogrupo, fue claro en este punto: "Hemos hablado de Grecia, de Portugal y de España, y hemos dicho a nuestros socios que debemos solucionar el problema solos". "La situación de Grecia es seria y será resuelta", precisó. La semana pasada, en pleno derrumbe de los mercados, el Fondo Monetario Internacional se declaró dispuesto a ayudar si se le solicita. Juncker no lo cree oportuno. "Esperamos y confiamos en que el Gobierno griego tome las decisiones que son necesarias", añadió el presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet. "Seguimos de cerca la situación" dijo.
Timothy Geithner, responsable del Tesoro de EE UU, cree que sus homólogos europeos fueron "claros" y que se harán cargo de la situación "con sumo cuidado". El mercado no lo tiene tan claro y eso llevó al euro a su nivel más bajo desde mayo. La ministra francesa, Christine Lagarde, recordó que hasta ahora las quejas se dirigían a que "el dólar no era lo suficientemente fuerte".
A pesar del estrés que sufren las finanzas de los países del G-7, sus titulares se comprometieron a seguir apoyando a sus economías hasta que la recuperación se sostenga. "Vamos por la buena dirección, pero hay que ser cautos", admitió el británico Alistair Darling. Geithner no cree que vaya a haber una recaída y garantizó que la deuda de EE UU "nunca" perderá la calificación AAA.
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