Brown defiende la guerra afgana pero pierde la batalla de la opinión pública
Gordon Brown subrayó ayer que los objetivos del Reino Unido y sus aliados en Afganistán son "realistas" y están "a nuestro alcance", en un nuevo intento por neutralizar el creciente escepticismo de la opinión pública ante el despliegue militar en el país asiático. El primer ministro británico está perdiendo la batalla de las relaciones públicas sobre este conflicto, según coinciden todas las encuestas publicadas en los últimos días, en las que una mayoría considera errónea la estrategia seguida por el Gobierno y considera injustificada la cifra de bajas entre sus tropas.
Ése es el argumento que propiciaba la dimisión del ex militar y brazo derecho del ministro de Defensa, Eric Joyce, tan sólo horas antes de que Brown pronunciara su discurso en el Instituto de Estudios Estratégicos de Londres. El gesto del asesor ministerial ha supuesto un duro golpe porque básicamente desmontaba a priori los pilares del mensaje del jefe de Gobierno. Brown dijo ayer que las operaciones militares en Afganistán son esenciales en la lucha contra el terrorismo: "Sigo juzgando que un Reino Unido más seguro requiere un Afganistán más seguro".
Pero Joyce -considerado hasta ahora un fiel del Ejecutivo laborista sin fisuras- ha insistido en que esa batalla no justifica el incesante goteo de muertos entre las filas británicas, que registran un balance de 212 muertos desde el inicio de la campaña militar en 2001. Y exigió a Brown el compromiso de que su presencia será "limitada en el tiempo". En su intervención de ayer, el primer ministro eludió comprometerse en un calendario. El Reino Unido tiene 9.150 soldados sobre el terreno, una aportación a la fuerza internacional de la ISAF sólo superada por Estados Unidos. El número de bajas se ha incrementado ostensiblemente desde que su contingente se desplegó en la provincia de Helmand (en el sur), uno de los bastiones de los talibanes.
La aseveración del primer ministro sobre los progresos afianzados sobre el terreno (aludió al creciente entrenamiento de las fuerzas afganas y al refuerzo de su liderazgo político tras las recientes elecciones) difícilmente tendrá calado entre unos votantes que ya no confían en sus promesas. El 58% de los británicos, revela un reciente sondeo de The Independent, cree que la guerra no se puede ganar, mientras que siete de cada diez consultados por The Daily Telegraph se declaraba contrario a la implicación de Reino Unido en el conflicto. Pero el mayor revés para Brown ha venido de la mano de una encuesta de The Sun, un tabloide leído cada día por casi tres millones de personas: una mayoría de dos a uno estima que el líder de la oposición conservadora, David Cameron, "haría mejor el trabajo", inequívoco augurio de que la impopular misión militar en Afganistán puede contribuir a una derrota electoral laborista la próxima primavera.
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