UPyD se abre hueco con votos a diestra y siniestra
PP y PSOE comparten preocupación por el avance del partido de Rosa Díez
Con menos de dos años de vida, Unión Progreso y Democracia (UPyD) ha empezado a ser motivo de preocupación para el PSOE y el PP. El único partido que ha crecido en número de votos desde las elecciones generales de 2008 -de 306.000 votos que obtuvo entonces ha pasado a 450.000 en las europeas del pasado domingo- es ya tercera fuerza política en 32 capitales de provincia. Al menos lo ha sido en estos comicios, y, sea ese resultado un dato puntual o una tendencia, socialistas y populares se lo han tomado en serio.
Hasta hace una semana, el PSOE estaba convencido de que tres de cada cuatro votos recibidos por el partido de la ex dirigente socialista vasca Rosa Díez procedían del PP. Sin embargo, y a falta de un estudio más pormenorizado, Antonio Hernando, miembro de la Ejecutiva del PSOE, admite que en las europeas UPyD recibió votos a partes iguales de izquierda y derecha. En esa izquierda incluye Hernando a su partido y también a ex votantes de Izquierda Unida.
El resultado de las europeas le llevaría a ayuntamientos y Parlamentos en 2011
Díez afirma que serán "cuidadosos" para que el partido no se llene de oportunistas
Ana Mato, responsable de Organización del PP, coincide con ese análisis y muestra inquietud por el ascenso de UPyD en detrimento de su partido en determinadas zonas. Por ejemplo, asegura que es evidente que en Valladolid el partido de Rosa Díez sube gracias a la izquierda, pero en el barrio de Salamanca de Madrid saca más de 5.000 votos a costa del PP. En la reunión restringida del comité de dirección del PP del pasado lunes, Javier Arenas restó importancia al ascenso de UPyD recordando que el empresario José María Ruiz-Mateos logró dos diputados cuando se presentó a unas elecciones europeas; un análisis que no coincide con el de otros dirigentes de su partido que sí ven el avance del nuevo partido como una amenaza.
La dirección de UPyD ha hecho su propio estudio de los resultados, que Díez resume así: "Crecemos por ejemplo en Murcia, territorio del PP, y en Asturias, territorio del PSOE. Nos consolidamos como opción para gente de diverso origen. Pero en estas elecciones creemos que la mayoría de los votos ha venido de la izquierda: hay muchísimas mesas electorales donde el descenso del PSOE coincide matemáticamente con nuestro ascenso. Ocurre en Asturias, Andalucía, en las capitales de Castilla y León, en Valencia, en Madrid... Esto nos reafirma en nuestra línea política: la defensa de la igualdad, de un Estado fuerte y del laicismo ha sido un acierto. Y vamos a seguir con esa línea".
Si se extrapolaran los resultados del domingo a unas elecciones generales, UPyD superaría, sobre el papel, en 15 provincias el 3% exigible para obtener representación: Asturias, Ávila, Burgos, Cantabria, Ceuta, Guadalajara, Huesca, La Rioja, Madrid, Melilla, Salamanca, Segovia, Sevilla, Valladolid y Zaragoza. No obstante, tiene pocas posibilidades de crecer a corto plazo en el Congreso: sus 450.000 votos podrían darle quizá otro escaño en Madrid; pero seguramente ninguno más, porque la Ley Electoral castiga a este partido -igual que lo hace con IU- y evita que todos sus votos se traduzcan en escaños.
Sin embargo, el ascenso de UPyD sí le haría entrar en 2011 en algunos parlamentos autónomos y grandes ayuntamientos; en varios de ellos, incluso con posibilidades de convertirse en bisagra. Y ahí es donde estará la piedra de toque del nuevo partido: con la perspectiva de lograr fácilmente cargo y sueldo público, oportunistas de diversa extracción pueden hacer sus cálculos y ofrecerse para engrosar las listas de UPyD en las municipales de 2011. "Somos conscientes de ese peligro, y vamos a ser muy cuidadosos", adelanta Díez. "Seguramente fijaremos el criterio de no presentar candidatura allí donde no tengamos estructura asentada al menos un año antes de los comicios. Para que quienes se afilien tengan que demostrar quiénes son y para qué vienen", añade.
De hecho, lo del oportunismo no es nuevo. La diputada asegura que, desde que en las encuestas empezó a hablarse del avance del nuevo partido, "cargos del PP, del PSOE y de partidos locales independientes con problemas en sus partidos" llamaron a la puerta de UPyD. "Les exigimos que renuncien al cargo público como requisito indispensable para afiliarse. Ninguno lo hizo", cuenta Díez.
En el ámbito autonómico, UPyD ya logró un diputado en el Parlamento vasco en los comicios del pasado 1 de marzo; en Galicia fracasó -creció mucho en votos frente a 2008, pero no logró escaño-. Ahora, con los resultados de las europeas, podría entrar en las Cámaras de Castilla y León, Castilla-La Mancha y Madrid; en este último caso, hasta con siete diputados.
Otro cantar es lo que ocurre en comunidades con fuerte presencia nacionalista, donde el discurso de UPyD encuentra escasísimo eco. En Cataluña, el partido de Díez podría buscar el espacio ideológico que ocupa ahora Ciutadans-Partido de la Ciudadanía. Sin embargo, según el PSOE, los resultados del domingo demuestran que UPyD provoca rechazo en Cataluña: sólo obtuvo allí 15.649 votos, el 0,8% del total. En el País Vasco, el balance es un poco mejor, pero igualmente insuficiente: 10.818 votos, el 1,4%.
"Es cierto que en esas comunidades nos costará más tiempo, pero incluso allí hemos crecido desde 2008. En cualquier caso no vamos a hacer un discurso franquicia: decir una cosa en cada sitio según convenga", subraya Díez.
Socialistas y populares están de acuerdo en que es en los grandes municipios donde UPyD tiene más capacidad potencial de crecer y convertirse en bisagra que decida gobiernos. Creen que se concentrará en municipios de más de 70.000 habitantes, porque su voto es claramente urbano. De hecho, en los comicios europeos ha sido tercera fuerza en 32 capitales de provincia, mientras que IU -que sigue siendo la tercera fuerza a escala nacional- sólo lo ha sido en seis capitales.
En ese crecimiento diseminado es donde, según Antonio Hernando, puede estar el punto débil del partido: para concurrir a las municipales necesitará reclutar a miles de candidatos con pasado, con contradicciones ideológicas y con más posibilidades de presentar flancos abiertos a la crítica una vez aterricen de lleno en la arena de la batalla electoral.
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