La inflación en 2008 y perspectivas para 2009
Conocido el IPC de diciembre, que el INE publicó el pasado jueves, tenemos la visión completa del comportamiento de la inflación en 2008. El año arrancó con una tasa elevada (4,5%), dentro de una tendencia alcista que se había iniciado en septiembre de 2007 a consecuencia del fuerte repunte de los precios del petróleo y materias primas agrícolas. Esta tendencia aún continuaría hasta julio, mes en el que la inflación alcanzó un 5,3%, la tasa más elevada de los últimos dieciséis años. A partir de agosto, sin embargo, la tendencia se invirtió y la inflación se redujo bruscamente, cerrando el año en el 1,4%, casi también una marca histórica (gráfico superior izquierdo). La inflación media anual se situó en el 4,1%, la más alta desde 1995.
La inflación va a seguir cayendo. A partir de mayo pasará a tasas negativas y tocará suelo en julio (-0,9%)
A partir de agosto, los precios volverán a repuntar para acabar el ejercicio 2009 en el 1,5%
Es curioso que en el mismo año se hayan registrado a la vez cotas históricas máximas y mínimas en un indicador tan relevante para la marcha de la economía. Y el Gobierno, sin hacer nada. Quiero decir que éste es un buen ejemplo de que en economía las cosas, en el corto plazo, suceden casi siempre al margen de lo que hagan los gobiernos. La labor de éstos es muy importante para determinar el comportamiento de la economía, pero a medio y largo plazo, en cuanto sean o no capaces de configurar un marco institucional adecuado, de estabilidad macroeconómica y social y de confianza, en el que los agentes económicos puedan desarrollar sus iniciativas y en el que los recursos se asignen de la manera más eficientemente posible.
El ejemplo es muy ilustrativo para la situación actual. Todos los gobiernos, incluido el español, se afanan intentando evitar la recesión, pero ésta es inevitable, pues es el resultado de excesos anteriores, es como un coma etílico. La política económica debe centrarse, por supuesto, en tratar de que esta situación sea lo menos dolorosa posible y que pueda superarse cuanto antes sin grandes traumas para el aparato productivo, pero su principal preocupación debe ser analizar si el marco en el que se desenvuelve la economía española es el más adecuado para recuperar un potencial de crecimiento elevado a medio plazo que pueda absorber la enorme bolsa de paro que se está creando.
Pero, volvamos a la inflación. Continuando con las lecciones, es interesante contrastar los resultados con las previsiones. Como se ve en el gráfico citado, el aumento medio anual de los precios en 2008 no ha sido muy diferente del que se preveía al comienzo del año (3,8%), aunque la tasa de diciembre ha quedado bastante por debajo. La desviación se produjo a partir de mayo y fue causada por el fuerte repunte de los precios del petróleo, que llegaron a rozar los 150 dólares el barril en julio. Como consecuencia, las nuevas previsiones realizadas a mediados del año elevaron el punto de mira y apuntaban a una tasa del 4,6% para diciembre. Craso error, pues el petróleo se dio la vuelta, acabó el año en 40 dólares y la inflación se colocó en el 1,4% señalado. Las previsiones, como los disparos, yerran el blanco cuando éste se mueve. Si se mueve poco, el error es pequeño, pero si se mueve como lo ha hecho el petróleo, no hay ninguna posibilidad de acertar. La cuestión es: si la inflación y sus expectativas son tan importantes para la toma de decisiones económicas (y para la supervivencia de miles de millones de seres humanos), ¿por qué se permite que los mercados financieros actúen sobre los precios de la energía o de los alimentos como el jugador que ha perdido el juicio?
A pesar de los errores, los economistas, como seres humanos que somos, seguimos haciendo previsiones. Las de 2009 se presentan en el gráfico inferior derecho. Esperemos acertar mejor que en 2008. Bajo la hipótesis de que el precio del petróleo y el tipo de cambio euro-dólar se mantuvieran en torno a los niveles actuales, la inflación seguiría descendiendo, pasando a tasas negativas a partir de mayo y tocando suelo en julio (-0,9%); posteriormente repuntaría para acabar el año en el 1,5%. La media anual se situaría casi en cero, concretamente un 0,1%. La inflación subyacente, al contrario que en 2008, quedaría por encima de la total: algo más del 2%, tanto en media anual como en diciembre. Los que consuman mucho petróleo van a ser, pues, los grandes beneficiados; los otros, no tanto.
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorro (FUNCAS).
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