La banca de inversión, un negocio arriesgado
Lo que esta crisis ha cuestionado no es el modelo de banca anglosajona frente al europeo, como podía parecer a simple vista por el origen de las entidades que están quebrado. Esta debacle financiera cuestionará para siempre los riesgos y los límites de la banca de inversión frente a los de la banca comercial.
La banca de inversión, dedicada a la intermediación de activos financieros, la renta fija, la Bolsa y productos sofisticados, es propia de los mercados muy desarrollados. Tiene tres grandes ventajas frente a la "aburrida" (como la definen muchos) banca de oficinas y pequeños clientes. Por un lado, necesita menos empleados. Por ejemplo, Lehman tenía 25.900 empleados mientras que el Santander, por ejemplo, tiene 132.000 trabajadores. A la vez, se obtienen más beneficios en menos tiempo, lo que le convierte en un negocio rentable y goloso, sobre todo cuando sopla el viento a favor. Además, la banca de inversión es relativamente fácil de exportar de un país a otro, ya que se puede aprovechar todo el potencial que se posee en los cuarteles generales del país de origen. Por ejemplo, la filial española de Lehman era muy rentable con sólo 45 empleados.
Arma de doble filo
Por último, y relacionado con lo anterior, necesita poco capital para trabajar con activos de gran tamaño, gracias a los productos derivados y a la ingeniería financiera, lo cual es un arma de doble filo. Cuando todo va bien, se gana mucho dinero pero, como ahora, si todo se tuerce, la hemorragia financiera es difícil de parar. Por eso, es un juego peligroso. Visto lo visto, estas condiciones de la banca de inversión, unidas a la globalización y la liberalización de capitales, se ha convertido en un arma de destrucción masiva, en lo que se refiere a la economía y se está analizando. Esta crisis está cuestionando si es posible ser sólo un banco de inversión sin tener banca comercial. Sólo quedan vivas dos entidades así: Goldman Sachs y Morgan Stanley.
La banca minorista es la suma de miles de pequeños beneficios, grandes redes de oficinas y un trabajo minucioso, alejado del glamour y, en ocasiones, de los fuertes bonus de la otra banca.
La banca europea tiene grandes jugadores de banca de inversión, como UBS, Credit Suisse, Barclays, Royal Bank, Société Générales, etc. Santander y BBVA practican la banca de inversión, pero volcada en las necesidades de las grandes multinacionales españolas. Esto ha permitido tener un negocio recurrente. La única aventura española de banca de inversión fue la compra del asiático Pellegrin por parte del Santander, que acabó con fuertes pérdidas.
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