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Kontxu Odriozola recibe hoy el premio de los actores vascos

"He recibido muchos premios, pero éste es el que más ilusión me hace porque llega de mis compañeros. Y en un gremio que tiene tan mala fama...". Con este ánimo, y sin dejar pasar la oportunidad de bromear, la actriz Kontxu Odriozola (Azpeitia, 1945) subirá hoy (20.00) al escenario del Teatro Victoria Eugenia de San Sebastián para recibir el Premio Abrazo, un galardón con el que la Unión de Actores Vascos quiere reconocer su trayectoria.

Odriozola inició su carrera como actriz con "treinta y tantos" años, después de 17 trabajando como andereño, casada y con tres hijos, aunque el gusanillo de la interpretación lo llevaba dentro desde cría, como ha repetido en infinidad de entrevistas durante los últimos años.

Fue una de las protagonistas del mediometraje de Anjel Lertxundi Hamaseigarrenean aidanez, participó en el cortometraje de Julio Medem Las seis en punta y formó parte del plantel de la serie de ETB-1 Flamingo berria. Pero el papel que la lanzó a la fama fue el de María Luisa en la popular serie en euskera Goenkale. Tras 14 años de éxito, Odriozola se despidió del conocido culebrón el pasado febrero. La actriz, que siempre que ha podido ha compaginado el teatro y la televisión, asegura que "el coco" le funciona todavía "muy bien", por lo que está dispuesta a seguir trabajando.

Fieles, reconocibles y pacíficos

Un gran cartel decorado con dibujos de momias y representaciones de la muerte con su guadaña, calaveras, llamas y el mismísimo Lucifer luciendo en la frente el número de la bestia (666) daba la bienvenida al recinto en el que se celebró Kobetasonik. Entre los grupos contratados figuraban Obituario, Marea Negra, Sacerdote Judas, Ángel de la Muerte, Brujería y Consumado Enemigo. Y en la zona de mercadillo se despachaban cráneos decorativos, rostros acribillados con grandes clavos (como los personajes de Hellraiser), aliens de gran tamaño, bikinis con calaveras y tibias cruzadas estampadas, lencería de cuero, grandes cuernos para utilizar como vaso e incluso el esqueleto de ET, el extraterrestre. Pero nadie debería asustarse.

Ésa tenebrosa iconografía es sólo fruto de su sana filiación a temáticas que encajarían en el argumento de una película de horror y evocan oscuras ambientaciones y costumbres del Medievo. Sólo eso, ya que el público heavy ha demostrado una vez más que es uno de los más fieles, reconocibles y pacíficos del universo musical. De hecho, la única valoración que hasta ahora ha hecho la organización de Kobetasonik felicita a los asistentes por su comportamiento ejemplar y cívico. Algo especialmente meritorio en el caso de quienes habían comprado un pase de día por 70 euros, ya que incomprensiblemente se les negaba la posibilidad de salir del recinto y volver a entrar si no adquirirían una nueva entrada. Y eso que la oferta de música cubría nada menos que 18 horas.

Entre los peros debe figurar también el elevado precio de las bebidas (3 euros un refresco y 2,50 un botellín de agua) y que, pese al encierro forzoso, la oferta gastronómica resultó pobre. El sábado a las 22.00 sólo se ofrecían bocadillos de jamón, salchichas de Frankfurt recocidas y una tortilla de patata que los propios camareros desaconsejaban.

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