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Nápoles se hunde en la basura y el caos

Incendios, desórdenes y alarma sanitaria reciben el primer Consejo de Ministros de Berlusconi

"La inmundicia es riqueza", se dice en Nápoles. Para demostrarlo, 4.200 toneladas de basura inundaban ayer otra vez la ciudad. Las hogueras humeaban en el centro, la periferia y el campo. La población volcó contenedores, cortó calles y vías ferroviarias e incendió un centenar de montañas de desperdicios. Grupos de guerrilla urbana, subidos en las inevitables vespinos, lanzaron piedras contra los bomberos y la policía. Aunque la empresa de basuras ha recogido 2.000 toneladas en las últimas horas, la situación es terrible en la capital y la provincia. El caos preside la ciudad y un olor nauseabundo lo impregna todo.

Bomberos y policías fueron atacados a pedradas durante sus intervenciones
La organización de los actos de protesta hace pensar en la mano de la Camorra

"Esto es horrible. Aunque están recogiendo, la basura se está pudriendo con el calor y el olor es insoportable", explicaba ayer por teléfono Elvira Zingone, una agente de viajes de estudios que vive y trabaja en Nápoles. "La sensación es apocalíptica, de abandono total. Ya no es la sensación de vivir en el Tercer Mundo, es peor que eso. Los niños no pueden ni respirar".

El Colegio de Médicos advirtió ayer de que la situación higiénica está al límite de lo tolerable. "Era ya difícil, pero tiende a hacerse dramática", dijo su presidente, Giuseppe Scalera.

Los fuegos y el desorden son la enésima señal de protesta que lanza al mundo una población desesperada, que se siente abandonada por sus gobernantes. Pero la metódica organización de los incendios y de la consiguiente guerrilla, subrayada por los responsables policiales, hace pensar que la Camorra está detrás de la revuelta.

Nápoles sufre hace 15 años la llamada "emergencia de los residuos", que es vista como una consecuencia directa de la incapacidad de los políticos italianos, de todas las ideologías, para poner orden en un sector económico controlado, como tantos otros en la provincia, por la mafia napolitana.

Gomorra, la novela-reportaje de Roberto Saviano, que ha sido llevada al cine por Matteo Garrone y se ha estrenado este fin de semana en toda Italia, explica con claridad el origen del problema. La Camorra lleva 30 años descargando ilegalmente y a bajo precio millones de toneladas de residuos tóxicos, producidos por las empresas del rico norte de Italia, en la región de Campania. El progresivo envenenamiento del territorio, que ha aumentado la incidencia del cáncer en la zona en un 20%, ha producido el lógico pánico entre los habitantes, que se niegan a dejar que se construyan más vertederos e incineradoras. De manera que ya no hay sitio donde eliminar la basura fresca, y ésta debe ser exportada, pagando cantidades millonarias, a países como Alemania o Suiza.

El nuevo Gobierno de Silvio Berlusconi ha prometido que resolverá el problema como sea. Durante la campaña, Berlusconi anunció que celebraría su primer Consejo de Ministros en Nápoles para simbolizar su voluntad de reparar antes que nada la "arruinada imagen del país".

El miércoles, el Ejecutivo se debe reunir en Nápoles y aprobar las primeras medidas del llamado "paquete de seguridad", obra del ministro del Interior, Roberto Maroni, y que tanta polémica ha levantado. El recibimiento preparado por los napolitanos invita a pensar que el Gobierno tiene ahora problemas más urgentes.

Ayer, el gobernador de la región de Nápoles, Antonio Bassolino, del Partido Democrático, tendió la mano a Berlusconi para colaborar y resolver el problema. "La única posibilidad que tenemos está ligada a la colaboración con el Gobierno", dijo en una entrevista concedida al diario La Repubblica. "Tampoco a Berlusconi le interesa que se desestabilice la situación en Nápoles".

La solución, añadió Bassolino, es terminar la incineradora que se está construyendo -hay una en Acerra-, mejorar la recogida diferenciada y abrir los vertederos "creando a continuación leyes y ordenanzas".

En Nápoles se dice que la revuelta es un mensaje camorrista al nuevo Gobierno: si Berlusconi realmente piensa trabajar tres días a la semana en Nápoles, como prometió también en la campaña, tendrá que hacerlo con la nariz tapada. Si quiere arreglar el problema de la basura, tendrá que pactar con nosotros.

La ciudad celebró ayer, entre las nueve de la mañana y la una de la tarde, el día sin coches; una singular jornada ecológica: ratas, escarabajos e insectos circulaban a sus anchas entre montones de desperdicios y contenedores volcados.

Los médicos advierten del peligro a corto y medio plazo: "Los daños mayores los provocan las dioxinas desprendidas por los incendios de basura, que pueden contaminar la cadena agroalimentaria y los acuíferos superficiales", dijo ayer Scalera. "No hay tiempo que perder, porque el riesgo de enfermedades aumentará con el calor".

Militares y policías han sido movilizados para ayudar a la empresa Asia a recoger los detritus esparcidos. Casi todas las tiendas y bares han cerrado sus puertas ante la inmundicia acumulada. En el Vomero, uno de los barrios ricos, donde los vecinos afirman que ni en los peores días se ha dejado de recoger la basura, hay un océano de bolsas tiradas.

La situación ha alarmado incluso a los marines, que han tomado muestras de tierra y de agua en 130 de las 1.800 viviendas que ocupan los militares y civiles estadounidenses que habitan en la región, en total 9.000 personas. Las muestras se enviarán a Alemania para ser analizadas.

Un portavoz de la Oficina de Apoyo a la Actividad Naval estadounidense de Nápoles expresó ayer "la preocupación de los miembros de servicio de Estados Unidos por los incendios de basura y la presencia de vertederos tóxicos e ilegales".

Una carretera de la localidad napolitana de Afragola el pasado viernes.
Una carretera de la localidad napolitana de Afragola el pasado viernes.CARLES RIBAS
Dos trabajadores recogen basura ayer en una calle de Nápoles.
Dos trabajadores recogen basura ayer en una calle de Nápoles.AFP

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