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Reportaje:

La renuncia de un príncipe

Johan Friso de Holanda cede sus derechos sucesorios tras el veto político a su novia

Isabel Ferrer

El príncipe Johan Friso de Holanda, segundo hijo de la reina Beatriz, hizo ayer historia muy a su pesar. En un gesto que causó "gran dolor" a su madre y conmocionó al país, renunció a los derechos sucesorios para poderse casar con su compatriota Mabel Wisse Smit. La novia, de 35 años y admirada en el extranjero por su contribución en defensa de los derechos humanos, ocultó al Gobierno y a la propia soberana la intensidad de una relación de juventud mantenida con Klaas Bruinsma, el narcotraficante más conocido de los Países Bajos, asesinado en 1991. Un oscuro episodio de su pasado aireado por la prensa nacional con toda suerte de detalles y que ha acabado por forzar la salida del príncipe de la dinastía de los Orange.

El suceso tiene todos los ingredientes de un melodrama romántico con heroínas que guardan un secreto, príncipes galantes y el villano de rigor. Sólo que esta vez los intérpretes eran reales y entre los figurantes había personajes tan significativos como la soberana y el primer ministro, el democristiano Jan Peter Balkenende. A este último le correspondió anunciar ayer que su Gabinete desaprueba el enlace entre Johan Friso y Mabel y no lo sometería, por tanto, a la aprobación parlamentaria. Las razones para negar dicho consentimiento eran claras: la pareja no había facilitado información completa y precisa sobre la relación de la novia con el narco Bruinsma. En otras palabras, habían mentido y quebrado así la confianza del mismo Gobierno que debía autorizar su boda. Contritos y algo aturdidos también, el príncipe y su prometida pidieron disculpas por medio de una carta firmada por él en nombre de ambos.

Expuestos al acoso de los medios de comunicación nacionales, la pareja ha admitido ahora que fueron unos ingenuos. "Creímos que el pasado de Mabel no sería un obstáculo para la boda porque nunca tuvo nada que ver con sus delitos ni tampoco hubo entre ellos nada sentimental", rezaba la nota. "Fue una ingenuidad y un error", reconocen en la misiva, donde piden además perdón por lo ocurrido.

Tan sentidas líneas no podrán evitar, sin embargo, que el primer ministro se vea forzado a averiguar lo antes posible por qué los servicios secretos del Estado sabían menos de las andanzas de Mabel Wisse Smit que algunos periodistas. También está en entredicho la labor del Ministerio del Interior, que debió proporcionarle a Balkenende los datos vitales publicados sin freno por la prensa nacional. "No puede hablarse de crisis de la monarquía, pero sí de una jornada dolorosa para la reina", aseguró ayer el jefe de Gobierno holandés. Crisis constitucional tal vez no, pero con su decisión de casarse a pesar de todo, el príncipe Johan Friso quedará como un simple miembro de la familia real.

Johan Friso y su prometida, Mabel Wisse, a la que el Gobierno reprocha ocultar datos de su pasado.
Johan Friso y su prometida, Mabel Wisse, a la que el Gobierno reprocha ocultar datos de su pasado.AP

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