Los socialistas franceses piden el voto de toda la izquierda para evitar un desastre histórico
Un sondeo asegura que un tercio de los electores progresistas prefiere que gane la derecha
La izquierda francesa se presentará mañana ante los 41 millones de votantes potenciales abatida por la humillante situación en que quedó en las recientes elecciones presidenciales, y sin haber podido recomponer todavía la unidad sobre un programa claro y un líder reconocido. Entre la depresión, la cólera y la incomprensión, el Partido Socialista finalizó anoche su campaña con un llamamiento casi desesperado a los electores de izquierda para que concentren sus votos sobre aquél, con el fin de evitar un desastre en las elecciones legislativas, cuya primera vuelta se celebra mañana.
Tras cambiar su impecable terno de gobernante por camisas de colores chillones y chubasquero, Laurent Fabius dedicó la recta final de la campaña a pedir el 'voto útil' desde la primera vuelta. Mientras saludaba a clientes y vendedores en sus paseos por dos mercados parisienses, el ex primer ministro y ex ministro de Economía repartía ayer sus advertencias: 'Todo está abierto, a condición de votar útil desde la primera vuelta'. Sus avisos, al igual que los llamamientos reiterados del primer secretario del Partido Socialista, François Hollande, tienden a concentrar el voto de izquierda en las candidaturas socialistas o en las que están apoyadas por este partido.
Una increíble dispersión de candidaturas resucita el fantasma de la muerte súbita de todo ese sector, al modo de Lionel Jospin en el aciago 21 de abril, porque se cuentan hasta siete aspirantes 'de izquierda' por circunscripción.
La confusión es tal que un 31% de los simpatizantes de izquierda prefiere la victoria de la derecha, según un sondeo. Lo cual destruye el argumento usado por el Partido Socialista en el inicio de la campaña, que giraba sobre la idea de contrarrestar a una derecha demasiado fuerte, un cálculo más fácil de comprender por los politólogos que por el conjunto del electorado.
El aparato del Partido Socialista espera que su voto aguante, pero está casi convencido del hundimiento definitivo del Partido Comunista. A ello se suma el temor de Los Verdes a no conseguir los 20 diputados que le hacen falta para formar grupo parlamentario, y la desconfianza entre todos ellos y el Polo Republicano de Jean-Pierre Chevènement, que se presenta en solitario en 400 de las 575 circunscripciones en las que se efectuará la votación, descontadas las dos de la Polinesia francesa, donde la elección, anticipada una semana, proporcionó a la derecha sus dos primeros diputados.
Así las cosas, un 40% de los franceses se dispone a votar por la derecha en la primera vuelta de las legislativas, que se celebrará mañana: un 36% optará por la izquierda y un 12% por el Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen, según un sondeo de Ipsos, que se atreve a pronosticar una holgada mayoría absoluta para la derecha, entre 339 y 381 diputados.
Para Fabius, 'los electores son conscientes de que la izquierda hará reformas con un espíritu de progreso social, mientras que la derecha es un gobierno para los privilegiados', y enumera: la derecha se niega a aumentar el salario mínimo (el Gobierno en el que Fabius era ministro de Economía lo subió un 4%); la derecha promete bajar el impuesto sobre la renta, pero esto beneficia sólo a la mitad de la población, porque la otra mitad no alcanza el nivel de ingresos sometido a ese impuesto. Y el candidato Julien Dray, próximo a Izquierda Socialista, recuerda a los electores: 'Tras los regalos [del Gobierno actual] los asalariados ya saben a qué atenerse: con la derecha, la Francia de abajo se quedará donde está'.
Una amenaza adicional es la auditoría de las cuentas públicas del Estado, encargada por el actual primer ministro, Jean-Pierre Raffarin. Fuentes gubernamentales estiman que el déficit público para 2002 se desviará al 2%-2,5% del Producto Interior Bruto (PIB), frente a la horquilla del 1,8%-1,9% contemplada por el anterior Gobierno de izquierda.
El Gabinete actual está preparando a la opinión pública para asumir esta situación y cargarla al debe de la izquierda, que habría ocultado a la opinión pública la verdadera situación de las finanzas públicas. En los cuatro primeros meses de este año, los gastos públicos crecieron un 6,5% en relación con el mismo periodo del año precedente, lo cual le ha valido a Fabius la acusación de comportarse de manera irresponsable por 'haberse gastado en cuatro meses el aumento de gastos autorizado para todo el año de 2002'.
'Desdramatizar el juego'
Con todo, nadie se siente seguro ante el sentido del voto. La ausencia de movilización popular en la campaña de las legislativas ha sido casi absoluta, transcurridas unas pocas semanas desde las grandes manifestaciones que marcaron el periodo entre las dos vueltas de las elecciones presidenciales. 'Es como si los franceses buscaran, en vano, razones para desdramatizar el juego', comenta un experto en sondeos electorales.
La clave está en el 'voto útil'. El sistema electoral permite que pasen a la segunda vuelta los candidatos que superen el 12,5% de los votos del censo electoral de cada circunscripción, un listón difícil de alcanzar si los votantes reparten sus preferencias entre múltiples opciones. De ahí que los socialistas hayan recalcado la importancia de concentrar los sufragios, como táctica para evitar que la dispersión entre candidaturas muy variadas les impida disputar la segunda y definitiva votación en el mayor número posible de distritos electorales.
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