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Entrevista:MICHAEL H. ARMACOST | Presidente de Brookings Institution

'Si Europa hubiera tenido su Ejército, las cosas habrían sido distintas en Afganistán'

Michael H. Armacost, una de las voces más autorizadas en política exterior de Estados Unidos, ha llegado a Madrid en un momento clave en la diplomacia de su país: justo cuando el presidente George W. Bush ha concluido con éxito la guerra de Afganistán y está decidido a emprender un largo combate contra el terrorismo en nuevos frentes, con un presupuesto total de defensa que supone casi el 40% del gasto militar de todo el planeta, y ante una OTAN que parece relegada a las misiones de paz. Armacost, republicano, presidente de Brookings Institution, uno de los institutos de estudios políticos más influyentes de Washington, analiza en esta entrevista la política exterior de Estados Unidos tras el 11 de septiembre. Éste fue también el tema de la conferencia que ayer pronunció en el Real Instituto Elcano de Estudios Internacionales y Estratégicos, en Madrid. El antiguo secretario de Estado adjunto para Asuntos Políticos y ex miembro del Consejo de Seguridad Nacional y de Defensa asegura que Estados Unidos no camina solo y que, si la Unión Europea hubiera tenido lista su Fuerza de Reacción Rápida, habría actuado con su Ejército en Afganistán.

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Pregunta. El presidente Bush ha sorprendido al mundo al proclamar, en su reciente discurso sobre el estado de la Unión, que Irán, Irak y Corea del Norte forman un supuesto 'eje del mal'. ¿Cree usted realmente en el eje del mal?

Respuesta. No, realmente no creo que haya una alianza en marcha entre estos países. Sabemos que Irán e Irak son enemigos implacables y que Corea del Norte es conocida como el 'reino ermitaño', es un país aislado del resto. Pero también es cierto que los tres tienen varios atributos comunes: todos han estado implicados en el terrorismo, han apoyado el terrorismo. Irak ha demostrado en numerosas ocasiones que intenta producir armas de destrucción masiva. Ha rechazado las inspecciones de armamento de la ONU. Los tres están implicados en producción, adquisición y búsqueda de armas. Y todos ellos han sido insensibles con las opiniones de sus Estados vecinos. Sabemos que Al Qaeda busca esas armas, y que ellos necesitan liquidez. Tal vez la expresión de Bush de 'eje del mal' fue poco afortunada, pero creo que él les quiso enviar un mensaje.

P. ¿No cree que colocar a Irán en esa posición, justo cuando hay un esfuerzo por parte del Gobierno de Jatamí por estrechar lazos con Occidente y transformar el país, puede paralizar esas reformas incipientes?

R. En Irán, en efecto, los moderados están intentando reformar el país. Fueron colaboradores durante la guerra en Afganistán, con su oferta de ayudar a los equipos norteamericanos, pero recientemente ha habido noticias de filtraciones de fuerzas de Al Qaeda en la frontera con Afganistán. Unos quieren dar la zanahoria a los moderados en lugar del palo a los clérigos intransigentes. Pero una aproximación europea más dura hacia la política iraní de adquisición de armas de destrucción masiva y de apoyo a Hezbolá ayudaría mucho. Y hacer esto no descarta un diálogo con sus líderes.

P. Europa ha percibido dos rumbos distintos en la política exterior de EE UU tras el 11 de septiembre. Uno, al principio, de búsqueda de una amplia coalición, y otro, después, de aislamiento. ¿Cuál cree usted que ha sido la evolución de la diplomacia norteamericana?

R. Creo que tras el 11 de septiembre hemos sentido una enorme movilización de fuerzas, un gran apoyo y compromiso en torno a Estados Unidos. Pero la coalición no determina la operación, sino lo contrario. Por ello ha habido un apoyo político muy extenso, por un lado, y una estrategia militar estadounidense más exclusiva, por otro. Si los europeos hubieran tenido lista su Fuerza de Reacción Rápida, si esa fuerza hubiera existido, las cosas habrían sido distintas, pero no ha sido así. Los británicos han podido trabajar con nosotros, y los turcos, también, muy curtidos en sus operaciones contra los kurdos.

P. ¿Y no cree que Estados Unidos está ahora andando solo, no sólo en lo militar, sino también en lo político?

R. Hay muchas áreas de cooperación en la lucha contra el terrorismo, no sólo la militar. Está la lucha financiera y de inteligencia, ahí podemos trabajar juntos. En Filipinas ya estamos ayudando al Ejército a combatir a la guerrilla de Abu Sayyaff, que no es sólo una organización fanática, sino también criminal. El apartado de Irak es más difícil. Sé que la actitud europea es distinta y lograr ese apoyo será un gran desafío para Estados Unidos. Hace falta un acuerdo mínimo con los saudíes para luchar contra Irak, y eso será un gran desafío.

P. ¿Cree que está justificado ahora mismo un ataque a Irak?

R. Hay muchos puntos de vista en Estados Unidos sobre ello. Muchos creen que Estados Unidos cometió un gran error hace diez años cuando no terminó con Sadam Husein. Muchos creen que el mundo sería un lugar mucho mejor sin Sadam Husein, que es muy desestabilizador para la zona. Y muchos americanos están más cerca de las posiciones europeas y no están de acuerdo.

P. ¿Pero usted qué piensa?

R. No sé, creo que el mundo sí sería un lugar mucho mejor sin Sadam, pero los riesgos son grandes. No sé si podemos afrontar que algunos países no estén de acuerdo. Y soy consciente de que un ataque desestabilizaría aún más el conflicto entre israelíes y palestinos.

P. Muchos creen que Bush ha asumido las posiciones israelíes y no está jugando una carta de mediación entre las dos partes en Oriente Próximo.

R. Estados Unidos ha jugado desde hace 25 años un papel de mediador, era el país del que las dos partes esperaban que estuviera allí para ayudarles. Hace poco más de un año los americanos aún estábamos intentando lograr un acuerdo entre israelíes y palestinos en Camp David. Y los palestinos abandonaron y dejaron escapar el texto más generoso que podían conseguir jamás. Ahora Israel ha aislado a Arafat. Pero al mismo tiempo, hace unas semanas dimos nuestro apoyo a un Estado palestino. Sin embargo, la violencia crece. La gravedad está escalando, pero nosotros seguiremos intentando mediar.

P. Algunos hablan del fin de la OTAN, dada la supremacía militar norteamericana y el unilateralismo que está practicando Bush. ¿Cree que la OTAN se ha acabado tal y como la conocíamos hasta ahora?

R. No, no lo creo. La OTAN sigue expandiéndose y se está transformando en una organización que contribuye a solucionar conflictos y mantener la paz. Pero debe adecuar sus recursos, el gasto militar. Hay muchas críticas en Europa sobre el aumento del gasto militar en Estados Unidos, y lo entiendo. Pero el gasto militar no es muy grande, es bastante pequeño comparado con la guerra fría. Después de la Segunda Guerra Mundial, durante la guerra fría, Estados Unidos dedicaba el 5% o el 6% del PIB a gastos militares. En los noventa cayó, pero el mundo que nos hemos encontrado, sin embargo, no es más seguro que antes. Ha habido Yugoslavia, Kosovo o Afganistán. Las amenazas existen. Por eso no creo que el gasto militar sea grande. Y mientras, los europeos lo han reducido mucho. Esa asimetría es clave.

P. Los americanos han descubierto tras el 11 de septiembre que mucha gente les odia. ¿Por qué cree que les odian tanto?

R. Sí, ha habido una gran sorpresa. Ese odio ha estado sobre todo ligado a los árabes, y creo que no hay duda de que Bin Laden ha sabido organizar el terrorismo como una respuesta a las supuestas injusticias cometidas por Estados Unidos. Pero la respuesta es que el mundo árabe ha quedado relegado en la globalización. Todas sus exportaciones, si exceptuamos el petróleo, son menores que las de un país como Finlandia. Necesitamos enfrentarnos a esta cuestión.

P. Ha mencionado que Europa no tiene aún lista su Fuerza de Reacción Rápida. ¿Cree que la UE logrará realmente una unión política?

R. No tengo ninguna duda de que lo hará, pero la cuestión es el tiempo que lleve. Si ahora concentra sus energías y recursos en la ampliación, el proceso será más lento. Pero sin duda, lo hará.

El presidente de Brookings Institution, Michael Armacost, fotografiado ayer en Madrid.
El presidente de Brookings Institution, Michael Armacost, fotografiado ayer en Madrid.MIGUEL GENER

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