La izquierda francesa conquista por primera vez la alcaldía de París
Fuerte movilización en unas elecciones locales decisivas con vistas a las presidenciales de 2002
Derrotas, al fin y al cabo, que fueron reconocidas como "dignas de reflexión" por el primer ministro, Lionel Jospin. "Dos victorias históricas en París y Lyón y un fracaso relativo en otras ciudades", resumió el secretario general del Partido Socialista, François Hollande.
Formalmente era la segunda vuelta de los comicios municipales, pero nadie duda de su trascendencia como último combate antes de las presidenciales y legislativas de 2002. Las espadas permanecen en alto para lo que se anuncia como una larga campaña, pero también para el reajuste de posiciones entre los líderes, ante la evidencia de que nadie ha conseguido un triunfo global determinante.
La batalla de París ha unido a la izquierda y Los Verdes en torno a Bertrand Delanoë, frente a una derecha dividida entre el candidato oficial, Philippe Séguin, y el alcalde saliente, Jean Tiberi. Y esta fragmentación tiene mucho que ver con los resultados de las listas de izquierda, que obtienen 92 concejales en la capital (la mayoría está situada en 82) de los cuales 23 son de Los Verdes, tras vencer en todos los barrios del norte, el este y el sur. El oeste y el centro de París permanecen bajo el control tradicional del centro-derecha. En número de votos, la derecha obtuvo 318.000, unos 6.000 más que la izquierda, pero el sistema electoral es semimayoritario, barrio a barrio, y la izquierda se impuso finalmente en más barrios, es decir, obtiene más concejales.
El ajuste de cuentas político comenzó no bien conocidos los primeros resultados. Fue la dirección del partido de Séguin, Unión por la República (RPR), la que le designó candidato en París, marginando al alcalde saliente, Jean Tiberi, a quien después expulsó de sus filas. Pero la presidenta del RPR, Michèle Alliot-Marie, valoró anoche lo sucedido como una mera "querella de personas", en una alusión nada velada a la negativa de Séguin de fusionar sus listas con las de Tiberi. Éste último culpó de la derrota al "estado mayor" del RPR, que "en lugar de apoyar a un alcalde con un balance probado", dijo refiriéndose a sí mismo, "prefirió traer a una persona de fuera" (Séguin) para perder la elección.
El vuelco histórico termina con 24 años largos de gobierno consecutivo de la derecha. El seísmo afecta inevitablemente a Chirac, que fue alcalde de París desde 1977 hasta 1995, y que organizó en la capital el trampolín para su carrera política. París es símbolo no sólo del poder en un país con una estructura tan unitaria como la de Francia, sino una ciudad cuyo Ayuntamiento está asociado al sistema de irregularidades que ha aflorado en varios sumarios judiciales, ya sea por "falseamiento de electores" como por adjudicaciones irregulares de obras públicas. Chirac dejó el sillón de alcalde a Tiberi en 1995, y a partir de entonces la derecha ha entrado en declive. El jefe del Estado no sólo va a tener que contemplar la instalación de Delanoë en su antiguo despacho del Ayuntamiento parisiense. Además, los electores de Lyón hicieron fracasar una serie de maniobras, que se habían desatado entre las dos vueltas de las municipales, para que la alcaldía de la tercera ciudad de Francia recayera en personas próximas a Chirac.
La oportunidad para ello fue la sucesión de Raymond Barre, el respetado centrista del partido Unión por la Democracia Francesa (UDF) que había decidido no volver a presentarse a alcalde. La persona seleccionada para hacerse cargo de su herencia obtuvo mediocres resultados en la primera vuelta y se retiró para la segunda. Entonces emergió un neogaullista como candidato en Lyón que, para asegurar la jugada, pactó el apoyo de las listas disidentes de derecha conducidas por Charles Millon, un hombre marginado del partido neogaullista por haberse apoyado en la extrema derecha para ganar las elecciones regionales de 1998.
Sobre el papel, esta operación favorecía las aspiraciones del centro-derecha, puesto que las dos listas habían superado la mayoría absoluta de los votos en la primera vuelta. Pero la maniobra quitaba al partido centrista UDF su feudo tradicional de Lyón, precisamente a un año de las presidenciales, en las que dicha fuerza aspira a que su presidente, François Bayrou, compita con el propio Chirac en la primera vuelta. Muchos centristas se han resistido a votar las listas fusionadas "con forceps" con las del simpatizante de la ultraderecha, y el resultado ha sido la victoria final del candidato socialista por Lyón, Gérard Collomb.
Chirac puede alegrarse de la victoria de otro centrista, Philippe Douste-Blazy, en Toulouse. No sólo porque la izquierda fracasa, pese al apoyo recibido del movimiento alternativo Motivé-e-s, sino porque el ganador pertenece al sector del partido centrista que más simpatiza con Chirac.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.