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Sauvage

Ha muerto Catherine Sauvage y el mundo sigue andando. Para los consumidores de melancolía situados por debajo de los 40 años informo de que fue una de las mejores cantantes francesas del último medio siglo, ligada al esplendor cultural que Francia alcanza en los 15 años que siguen a la II Guerra Mundial, así en los cielos (Sartre, Camus, Merleau-Ponty, Lefevbre, Jacques Prevert) como en la tierra (Brassens, Léo Ferré, Brel). La Sauvage reinó en la rive gauche con un repertorio exigente que hermanaba, si la ocasión lo requería, el piano y el acordeón: desde Serge Gainsborough hasta Brecht, incluidos García Lorca, Léo Ferré, Aragon y Baudelaire. Cumplo mi deber pedagógico resaltando cómo un pueblo puede vivir secuencias culturales mágicas que hagan posible al mismo tiempo a Sartre -no cito a mi preferido Camus porque está de moda entre la nueva derecha- y Brassens, a Gérard Philippe y Edith Piaf.Y ahora voy a contarles mi vida, que es de lo que se trata en las necrológicas de los cantantes que nos enseñaron a autocompadecernos. La Sauvage fue inseparable de las noches de vino barato y dialéctica, esa palabra que la nueva derecha juzga pedante, de adolescentes sensibles y rojos. Descubrimiento paralelo el del asalto a la contradicción de primer plano (Franco) y a la fundamental (el capitalismo) con el de que las muchachas que nos gustaban solían estar o irse con otro. Y entonces acudía en nuestra ayuda la voz sarcástica pero nacida entre el terciopelo de los presumibles preciosos pechos maternales de Catherine. Escuchad la queja de los amantes que pertenecen a la historia, porque han amado a famosas infieles, que les han engañado ignominiosamente. La Sauvage nos preparó para el fracaso en la vida al tiempo que Camus nos preparaba para el fracaso en la historia. Pero nadie nos alertó sobre el fracaso de la memoria que siempre se va con otro más joven.

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