El Atlético gana la Liga 19 años después
Un gol de Simeone y otro de Kiko en media hora dieron paso a una impresionante fiesta
Fue una fiesta hermosa y tranquila, la tarde que necesitaba el Atlético para levantar la Copa después de tanta agitación, de tanto miedo a los resultados y a la historia. Esta vez, no. El Atlético no falló. Ni tan siquiera dudó. Batió al Albacete con comodidad, con las armas de siempre y con los héroes de costumbre: Pantic lanzó la falta del primer gol, Simeone la cabeceó con su ímpetu habitual, Molina inició el segundo con un saque largo y Kiko lo remató. Sólo faltó Caminero. Pero todo el ideario del Atlético estuvo en esos goles, que fueron celebrados estrepitosamente por una hinchada que no quería más sufrimientos. Quería darse un baño de júbilo y acabar con casi veinte años de sequía. Y eso es lo que hizo durante toda la noche: vivió la fiesta con la intensidad y la alegría que sólo procura el fútbol.El Atlético entró en el partido a empujones. Lo hizo por necesidad, por la tensión que soportaba, por un evidente deseo de intimidación y también porque el Atlético juega así. El Albacete recibió la primera andanada con un susto considerable. Se moría de aprensión, impresionado por la calentura que venía de la grada y el aire desafiante del Atlético. Tenía la condición de vencido, un equipo desmoralizado que pagaba otro peaje considerable: el Albacete no tenía un gramo de intención y juego. Era una víctima.
ATLÉTICO DE MADRID 2
ALBACETE 0Atlético de Madrid: Molina; Geli (Tomás, m. 83), López, Santi, Toni; Caminero, Vizcaíno, Pantic, Simeone; Kiko (Roberto, m. 75) y Penev (Biagini, m. 76). Albacete: Plotnikov; Manolo (Ortega, m. 60), Coco, Maqueda, Tomás, Sotero; Zalazar (Pedro Riesco, m. 76), Josico, Jesús; Bjelica (Kasumov, m. 46) y Luna. Goles: 1-0. M. 14. Simeone, de cabeza, remata un saque de falta efectuado desde la derecha por Pantic. 2-0. M. 30. Saque largo de Molina, que no logra controlar Tomás. Kiko alcanza la pelota y bate al portero con un tiro cruzado. Árbitro: Díaz Vega. Expulsó a Sotero (m. 80). Amonestó a Caminero, Pantic, Josico y Maqueda. Unos 70.000 espectadores en el estadio Vicente Calderón. Última jornada del campeonato de Liga 1995-96. El Atlético de Madrid es el cuarto equipo que consigue la Liga y la Copa en una misma temporada. Antes los hicieron el Athletic (en cinco ocasiones) y Barcelona y Madrid, en tres.
El desarrollo del encuentro vino a retratar toda la temporada del Atlético. Fue un ejercicio de convicción y deseo, de un fútbol enérgico, pero sin refinar. A golpe de cornetín metió al Albacete en su área. Luego Ilovieron las faltas en el perímetro del área y cada una de ellas se celebraba como un gol en el Manzanares. Hasta cinco faltas lanzó Pantic en el primer cuarto de hora y en la última entró Simeone con todo para cabecear el gol que abrió la victoria. O sea, una jugada que respetó el guión de la temporada.
El tanto de Simeone liberó el miedo de la hinchada, que estalló de júbilo. Después de tanta tensión, el fin de fiesta de la Liga resultó de una extraordinaria tranquilidad en el Manzanares. Pocos partidos le han resultado tan plácidos al Atlético y su gente, que se dio un banquete de felicidad. Atrás quedaban dos décadas de frustración que habían estigmatizado al equipo. Con el gol de Simeone se destruía la leyenda de equipo perdedor, de club irremediable. El Atlético era campeón y no hacía falta más partido.
El Albacete nunca llegó a cuestionar la victoria del Atlético. Ni siquiera el empate. Se entregó al sacrificio con una extraordinaria docilidad. Así que toda la tarde discurrió entre abrazos y homenajes en la grada. En el campo, el Atlético sólo necesitaba un empujón más para dar el finiquito al partido y a la Liga. El segundo gol llegó muy pronto, también a la manera del equipo de Antic y con dos de los grandes protagonistas del campeonato: Molina sacó largo, para el despeje de un central, pero el central era Tomás, que se equivocó como un chiquillo en el control y dejó la pista libre a Kiko, que llevó la pelota hasta el área y la cruzó con seguridad.
El resto del partido se fue en celebraciones. Lo único importante era la satisfacción que se vivía en el estadio y los guiños de complicidad entre el equipo y su gente, una afición que ha respondido con fidelidad y sacrificio. En los malos tiempos y ayer, en la noche de una victoria que quedará grabada en la memoria de la afición del Manzanares. Después de tantos años, el Atlético es campeón.
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