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La conferencia adopta una declaración sobre derechos humanos sin instrumentos para su defensa

La Conferencia Mundial de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas ha terminado. Con el acuerdo de 171 delegados anoche se aprobaron las 35 páginas del documento final. En él se reafirma el principio de la universalidad de los derechos humanos. La conferencia evitó entrar en la letra pequeña y trasladó a la Asamblea General de la ONU la creación de un Alto Comisionado. La declaración de Viena supone una síntesis de las posturas enfrentadas de los países occidentales y del Tercer Mundo. Las Organizaciones No Gubernamentales se sintieron defraudadas.

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En los pasillos del Viena Center se discutía ayer sobre si el vaso estaba medio lleno o medio vacío. Para los pesimistas el documento final es decepcionante. Para los optimistas se había ganado una importante batalla salvando el principio de la universalidad de los derechos humanos. El debate del jueves en tomo a sendas declaraciones sobre Bosnia-Herzegovina y Angola, que consumió prácticamente la jornada, contribuyó a que la conferencia se alargara hasta la noche de ayer.El comité de redacción del documento final trabajó toda la noche -hasta las 5.30- y volvió a reunirse pocas horas después, a las once de la mañana, para finalizar su trabajo.

El presidente de la conferencia, el ministro austriaco de Exteriores, Alois Mock, se mostró satisfecho del resultado final, pues, a su juicio, el documento aprobado lidia con éxito las cuestiones teóricas más complejas, como el principio de universalidad.

La parte efectiva, la de la creación de los instrumentos para la defensa de estos derechos, se resolvió con una vaga recomendación a la Comisión de Derechos Humanos para que examine la posible creación de una Corte Penal y el reconocimiento de la necesidad de adaptar los mecanismos de las Naciones Unidas. Finalmente, el párrafo 37 del documento final, tras insistir en la necesidad de que la ONU se dote de mejores instrumentos para la defensa de los derechos humanos, "recomienda" a la Asamblea General que en su 48ª sesión, que se iniciará en septiembre, "cuando examine el informe de la conferencia, dé prioridad a la propuesta para establecer el puesto de Alto Comisionado".

Según los expertos en Naciones Unidas, el lenguaje empleado es de extrema vaguedad y representa un nivel más bajo del que figuraba en los primeros borradores. Los observadores más críticos apuntan que, pese a que el texto considera "importante" que el cargo sea adjudicado a un funcionario de alto rango "que disponga de la total confianza del secretario general" y que tenga "la estatura y los recursos necesarios" para llevar a cabo su misión, lo cierto es que en ningún lugar hay un compromiso específico sobre su financiación.

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Críticas contra Gali

Entre las Organizaciones No Gubernamentales (ONG), no faltaron las críticas. Algunas de las más significativas se dirigían hacia el secretario general de la ONU, Butros Gali, y a su "escaso entusiasmo por los derechos humanos". Gali, que nunca se ha mostrado muy partidario de la creación de este puesto, probablemente por razones presupuestarias, no asistió ayer a la clausura de la conferencia alegando que se encontraba en El Cairo preparando la Conferencia de la Unidad Africana que se inicia hoy en El Cairo.La síntesis entre las dos posturas enfrentadas, la de los países occidentales que defendían la universalidad de los derechos humanos y la del frente de rechazo formado por la mayoría de los países del Tercer Mundo, encabezados por China, que pretendían relativizarlos en función de las circunstancias, queda perfectamente ilustrada en el párrafo, tercero de la Declaración de Viena. "Los derechos humanos son universales, indivisibles, interdependientes e interrelacionados", dice. Y aunque añade que debe ser tenido en cuenta "el significado de las particularidades nacionales y regionales y de las herencias culturales, históricas y religiosas", sentencia que es la obligación de todos los Estados, sea cual sea su sistema político, económico o cultural, "promover y proteger todos los derechos humanos".

Tal vez el mayor éxito de los países del Tercer Mundo ha sido conseguir la consagración, en el texto final, del principio de no relación entre ayuda al desarrollo y respeto a los derechos humanos. El párrafo 19º indica que "la comida no debe ser usada como una herramienta de presión política", y hace un llamamiento a los Estados para que "no creen obstáculos a las relaciones comerciales entre Estados que impidan la total realización de los derechos humanos( ... ), en particular los derechos de todo el mundo a un nivel de vida adecuado para su salud y bienestar, incluido alimentación, asistencia médica y los servicios sociales".

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