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Francia da una lección de personalidad a España

Alex Martínez Roig

La lluvia se llevó el embrujo sevillano. 67 años, 10 meses y 4 días después del debú de la selección en Sevilla, llegó la derrota. Francia, con un colectivo más ambicioso y un juego más rápido y eficaz, destrozó uno de los pocos mitos que nos quedan a estas alturas del siglo. Han tenido que pasar casi 25.000 días y 28 partidos internacionales -24 victorias y tres empates-, desde el 16 de diciembre de 1923, para que España perdiese en estas tierras. Pueden encontrarse ciertos consuelos: Francia no es Islandia y ayer también quedó eliminada de la Eurocopa la selección de Italia, el otro país, junto a España, que más dinero gasta en el fútbol. Pero la derrota de ayer debe servir para profundizar en la autocrítica española.Es muy duro ir perdiendo por 0-2 a los 15 minutos a causa de dos errores defensivos, y eso es lo que le sucedió ayer a España. Aún así, y pese a que salvó el K. O, la selección mostró varios puntos que deben llevar a la reflexión. Los hubo negativos, como que Martín Vázquez jamás llevó el peso del equipo, o que Sanchis cometió un par de graves errores de concentración, o que los nuevos apenas aportaron nada. Pero también los hubo positivos: Zubizarreta reapareció en la segunda parte evitando dos goles, y Butragueño fue el veterano que más peleó.

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Pero el aspecto más negativo de la selección fue, una vez más, la falta de personalidad del colectivo. Francia, que en teoría llegaba más relajada al partido porque virtualmente ya estaba clasificada, fue la que salió imponiendo un juego duro, una presión muy fuerte y un movimiento rápido del balón. En dos robos de balón se colocó con el 0-2.

España replicó sin creer en sus propias posibilidades. Desaparecido Martín Vázquez, en una posición excesivamente adelantada y claramente afectado por una crisis de autoconfianza, Fernando Hierro se convirtió en el organizador. Y Hierro, aunque puso empeño, no tiene el oficio de ese puesto. Abusó de los balones largos y arriesgados. En los carriles mandaba Francia, y las opciones eran tan escasas para España que la zona de riesgo en el pase, habitualmente en los últimos metros, se trasladó al centro del campo, con la consiguiente pérdida de balones. El gol de Abelardo y especialmente la entrada de Eusebio en el descanso, dieron más ambición a España. Vicente Miera sacrificó a un defensa para lograr la superioridad en el centro del campo. Era una apuesta arriesgada, porque la selección jugó con tres defensas en la segunda mitad. Empujó a Francia hacia su zona defensiva, aumentando la presión del centro del campo, aunque luego no la remató. Cuando más cerca estuvo fue al final, cuando Álvaro añadió velocidad en la banda. De hecho, Francia se acercó mucho más al gol, con tiros de Deschamps (m. 66), y Papin (m. 70 y 91) que salvaron Zubizarreta, por dos veces, y Abelardo, bajo los palos.

La derrota reabrirá el debate sobre la selección. España, sin necesidad de llevar a cabo una caza de brujas o un retorno de la Inquisición, necesita cambios. Y no tanto de nombres -el público reclamaba ayer a Michel tanto como se le criticaba antes- como de personalidad. Francia tiene dos grandes jugadores, Blanc y Papin, pero el resto, como se vio anoche, compensan su falta de virtudes técnicas con ambición y fe en sí mismos.

El gran tabú de España está en mantener a grandes jugadores aunque estén en manifiesta baja forma, como fue el caso ayer -y en los últimos partidos- de Martín Vázquez. El cambio debería buscar un espíritu colectivo y prescindir de esa, supeditación enfermiza a las personalidades individuales. Cuando la selección se reencuentre a sí misma, cuando recupere la alegría y la garra de antaño, podrá ganar o perder, pero por lo menos no dejará el mal sabor de boca de las dos últimas derrotas.

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Sobre la firma

Alex Martínez Roig
Es de Barcelona, donde comenzó en el periodismo en 'El Periódico' y en Radio Barcelona. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Deportes, creador de Tentaciones, subdirector de EPS y profesor de la Escuela. Ha dirigido los contenidos de Canal + y Movistar +. Es presidente no ejecutivo de Morena Films y asesora a Penguin Random House.

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