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Jon Rahm pelea cada golpe en el Open hasta con los árbitros

El español consigue salvar una penalización y acaba la primera jornada con uno bajo par. Rafa Cabrera Bello se luce con menos tres, a dos de los líderes

Juan Morenilla
Rahm, en la primera jornada del Open.
Rahm, en la primera jornada del Open.getty

Justin Thomas jugó la primera ronda del Open Británico con corbata y cárdigan. El estadounidense, patrocinado por Ralph Lauren, explicó que, por tradición, el Open es el grande en el que mejor podía encajar este atuendo. Otra cosa deben de pensar los diseñadores de Nike, que calzaron a Jason Day con unas zapatillas blancas muy altas, más parecidas a unas botas de baloncesto, que chocaban con su ropa toda negra. Lo viejo y lo nuevo, la tradición y la tecnología, chocan en el Open.

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A Thomas, por cierto, no le fue mal la moda de la corbata, y acabó la ronda (soleada y sin mucho viento, la lluvia se espera a partir de ahora) tres golpes bajo par, a dos de los líderes, un trío de compatriotas, Jordan Spieth, Brooks Koepka y Matt Kuchar. Tres bajo par también lució Rafa Cabrera Bello, el mejor de la expedición española, un visitante inesperado. El canario vive a los 33 años una madurez alcanzada a golpe de pico y pala. Su victoria la semana pasada en el Open de Escocia, su tercer triunfo profesional, le ha aupado al número 17 del mundo. Y de tapado entre Sergio García y Jon Rahm, sin hacer ruido, este currante del golf va pintando su obra. El cuadro de este jueves no le quedó mejor por culpa de un bogey en el último hoyo tras caer en el búnker en la salida. "Estoy pateando muy bien toda la temporada", se reivindica.

Jon Rahm pelea cada golpe. En el campo y hasta en la caseta de los jueces. Su jornada se alargó porque después de batallar contra el campo en una día de mucho sube y baja, siguió con los puños en alto a la hora de entregar la tarjeta. Los árbitros le habían penalizado con dos golpes por mover una zarza en el rough del hoyo 17, un par cinco, cuando iba a dar el segundo golpe, al entender que había mejorado con ese gesto la posición de la bola. Entonces le comunicaron la penalización, pero acabada la ronda, Rahm protestó. “Voy a ganarme la fama de tramposo”, dijo luego, “pero soy una persona honesta y cuidadosa con las reglas. Al lado de la bola había una zarza. La moví. Lee [Westwood] me preguntó por eso. Y me sancionaron”. En la caseta, y ante la ausencia de imágenes en vídeo de ese momento, Rahm le hizo un esquema a los jueces con lápices, y así salvó la multa. Como también la salvó en el Open de Irlanda que ganó hace dos semanas. No hay momento en el que Rahm pase desapercibido.

El perdón supuso que pasara de acabar la ronda con uno sobre par a uno por debajo, una diferencia sustancial después de haber batallado como un jabato. Y también un guiño del destino: Seve, al que todos comparan con Rahm, también empezó en Royal Birkdale, en 1976, con 69 golpes. Desde el inicio supo Jon que venían curvas. “No le he dado bien la bola, pero he salvado buenos pares”, expresó. Temperamental como es, los buenos y los malos golpes se alternaron en su tarjeta... y se reflejaron en su cara. Un teléfono móvil que sonó cuando iba a patear en el 3 (de nuevo lo viejo y lo antiguo que se mezcla), un gran putt en el seis que le cambia el semblante, una bola en el siete que no puede sacar en el bogey le devuelve los demonios... Hasta le asomaron unas molestias en los isquiotibiales de la pierna derecha.

Rahm es pasión, igual que Sergio García. El Niño vive una montaña de emociones. Después de ganar el Masters, le costó volver a centrarse y dejar de verse en cada espejo con la chaqueta verde. Y su boda la próxima semana también le ocupa algún que otro pensamiento. Entre una fiesta y otra, al castellonense le ha costado coger el punto a su juego. Arrancó con la mira desviada y un bogey en el primer hoyo, y una sucesión de putts fallados le arruinó cada oportunidad de birdie que se había ganado en los cuatro siguientes. Remó por remontar, no hay duda, pero no era su día, y no parece que sea su semana. Dos bogeys en el 12 y el 15, y un doble bogey con una corbata burlona en el 16 le pusieron contra las cuerdas, con el peligro a la vista de sufrir para pasar este viernes el corte. Pero reaccionó a lo grande, con un birdie en el 17 y otro con (esta vez sí) un gran pateo en el 18. Había entrado en el último green en medio de una gran ovación. La grada del Open siempre le ha tenido cariño. Y más como ganador del Masters. “No he jugado bien”, admitió, “no he dado golpes buenos y he tomado malas decisiones. Cuando le he pegado bien se ha ido a malos sitios y cuando le he pegado mal a sitios peores”, reflexionó. Su tarjeta reflejó 31 putts. La lucha por cada bola continúa.

Clasificación tras la primera jornada: 1. J. Spieth (EEUU), B. Koepka (EEUU), M. Kuchar (EEUU), 65 golpes, cinco bajo par. 4. P. Casey (Ing), 66. 6. Rafael Cabrera Bello, 67. 26. J. Rahm, 69. 58. R. McIlroy (Irl.N.), D. Johnson (EEUU), 71. 79. Pablo Larrazábal, 72. 90. Sergio García, 73.

Clasificación completa del Open Británico.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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