Sánchez Arévalo: "Llevo fatal el rechazo y por eso escribo tanto sobre eso"
El director de 'Azuloscurocasinegro' estrena 'Primos', su primera comedia
Daniel Sánchez Arévalo veía cómo se iba constriñendo. Él y su carrera. "Es verdad que Gordos [su segundo largometraje] era muy claustrofóbica. Y que Azuloscurocasinegro [su debut] también había ido por ahí". A la búsqueda de aire, de frescura, por la necesidad que tenía de un cambio artístico y vital, escribió corriendo Primos, la historia de un chaval que es abandonado en el altar y que con sus dos primos se larga a Comillas (Cantabria), el pueblo de veraneo de su infancia, a buscar a su primer amor. El cineasta Elías Léon Siminiani, su mejor amigo, le insistía: "Que haya aire en tu película", y Sánchez Arévalo luchó por esa frescura, por esa falsa sensación -"en el fondo es cine, y en el cine casi todo está preparado, aunque nosotros improvisamos mucho"- de rapidez. "¿Te acuerdas cuando al inicio, el personaje de Quim Gutiérrez les dice eso de 'O nos vamos todos o no vamos ninguno'? Pues a mí me pasó igual con mis actores y mis productores. Les dije: 'Si estoy a vuestro lado, lo hare'. Yo estaba en una crisis emocional, porque la película cuenta como me encontraba en ese momento, y escogí, igual que el primo Diego, a mis compañeros de viaje. Así he curado mis heridas".
Y así ha llegado Primos, que se estrena hoy, una comedia en la que el cineasta madrileño de 40 años ha intentado sentirse cerca de uno de sus cortometrajes Física II, "de las pocas cosas de las que me siento orgulloso". Para el viaje ha escogido dos amigos del alma (Quim Gutiérrez y Raúl Arévalo), ha añadido a Adrián Lastra -ellos encarnan a los tres primos- y a punto ha estado de no contar con alguien muy especial para él, Antonio de la Torre, al que cariñosamente llama brother. "Yo había escrito ese personaje, el del borracho atormentado por la vida, para un actor mayor. Una tarde Antonio me llama por teléfono a las ocho de la tarde completamente mamado. Yo me enfadé. Se lo oía muy mal y yo estaba indignado. Me cabreé: 'Mira lo que haces con tu vida, qué haces borracho a estas horas...'. Y a los diez minutos, de repente cambia y dice: '¿Qué tal lo he hecho, Dani?' Si me había engañado a mí, lo haría a cualquiera. Contratado". El director cambió la edad del personaje y así surgió El Amenábar de Comillas.
Una de las sorpresas de Primos está en Inma Cuesta, la chica de Águila roja, y que aquí encarna al primer amor, una chica que ahora vive junto a su hijo de 9 años en Comillas. "Sé que es un personaje perfecto, una princesa utópica. Diego va a buscar alguien en teoría maravilloso y encima se encuentra con esa perfección, que por tener, tiene hasta la familia criada. Era parte del juego". ¿Y cree el director, como se dice en el filme, que un clavo con otro se saca, que se supera una ruptura liándose corriendo con otra chica? "Lo importante es que Diego lo siente de verdad. Creo que esto puede suceder en una crisis... y a mí me ha pasado". A pesar de que el trabajo ya está hecho, de los pases previos que le han confirmado que ha salido bien, a Sánchez Arévalo le comen los nervios del estreno: "Con la edad aún tengo más. Empiezo a entender a los directores neuróticos. Yo siempre he dormido mal, estoy obsesionado con dormir, y más en los rodajes, cuando quiero acumular horas de sueño. Me he hecho un poco yonqui del Orfidal".
¿Con Primos se despide de su perterpanismo? "Es curioso, porque escribes una película y luego venís con ideas y discursos que yo no era consciente de haber metido, pero que obviamente están ahí. Los descubres a través de los ojos de la gente. En la adolescencia no piensas tanto, sino que actúas. Por ejemplo, como en la película, sales a un escenario, cantas y la chica por la que haces eso ya es tu novia. Y si no, a otra cosa. Yo llevo fatal el rechazo y por eso escribo tanto sobre eso, y de ahí mi admiración por mi protagonista... y por Quim, que le encarna y que en ese echado para adelante se parece mucho". Acaba de nacer un nuevo elemento de promoción: ir al cine para que el director sienta el cariño del público.
Babelia
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