“La estrategia independentista es incompatible con la violencia armada”
El dirigente abertzale responde desde la cárcel a las preguntas de EL PAÍS
El líder de la izquierda abertzale Arnaldo Otegi considera que el recurso a la violencia armada es incompatible con la estrategia independentista. En sus respuestas a un extenso cuestionario, Otegi rechaza la violencia como instrumento de presión política; pide a ETA que declare un alto al fuego "unilateral, permanente y verificable"; rechaza la extorsión a los empresarios vascos; se desmarca de la kale borroka y expresa su convicción de que para lograr el objetivo de la independencia vasca sólo existe un camino "irreversible": el de la paz y la democracia. "Las armas, todas las armas, deben desaparecer definitivamente de la ecuación política vasca". Y en caso de atentado de ETA, afirma que la izquierda abertzale se opondría, pero no habla de condena.
"Las armas, todas las armas, deben desaparecer definitivamente de la ecuación política vasca"
Si ETA matara mañana, ¿Batasuna lo condenaría? "Si tales hechos sucedieran, la izquierda 'abertzale' se opondría"
¿Qué le diría a la dirección de ETA? "Que decrete una tregua unilateral, permanente y verificable"
¿Y el 'impuesto revolucionario'? "Son hechos que deben desaparecer. Nadie puede ser indiferente"
"Coincidimos con ETA solamente en los objetivos estratégicos: la independencia y el socialismo"
"La liberación de los presos sólo es posible en un escenario de fin definitivo de la lucha armada de ETA"
"Nuestra posición respecto a una solución pacífica y democrática del conflicto es irreversible"
El dirigente abertzale contesta desde la cárcel de Navalcarnero (Madrid). Está preso desde el 16 de octubre de 2009, imputado por intentar reorganizar la cúpula directiva de la ilegalizada Batasuna. Afirma que el atentado de ETA en la Terminal 4 de Barajas que acabó con la vida de dos personas -y a su vez con el proceso de negociaciones iniciado con el Gobierno en 2006-, le provocó "angustia y decepción". Pero al mismo tiempo, se niega a contestar la pregunta que le ofrece la posibilidad de hacer una condena retrospectiva al terrorismo de ETA, como tampoco responde cuando se le interpela por el dirigente etarra Josu Ternera o al ser interrogado sobre sus antiguos cometidos en ETA. De las 52 preguntas formuladas, responde a 46.
En sus contestaciones (de las que aquí se ofrece un amplio extracto y que pueden consultarse en su integridad en elpais.com) explica que el movimiento que lidera ha vivido un proceso de "maduración" y que si se hubiera llegado con anterioridad a la posición actual de rechazo unilateral de la violencia, sin precondiciones, es "muy probable" que "el proceso de paz" iniciado en 2006 no hubiera fracasado. En esta línea, sostiene: "La decisión (de ETA) de suspensión temporal o definitiva de su lucha armada no debe ni puede estar sujeta a la existencia de acuerdos de naturaleza política".
Las respuestas de Otegi se obtuvieron a través de un cuestionario que se le hizo llegar y que él contestó por escrito a EL PAÍS. Con anterioridad, este diario intentó dos veces conseguir una entrevista cara a cara en la cárcel con él, pero en ambos casos fue denegada por el Ministerio del Interior. Otro intento de entrevistar a Otegi antes de que fuera hecho preso fue rechazado por la cúpula de la izquierda abertzale. La entrevista a Otegi se produce en un momento en el que la izquierda
abertzale ha pedido a ETA el "abandono definitivo de las armas", lo que ha alimentado la percepción -especialmente dentro del País Vasco- de que el entorno político tradicional de ETA ha decidido poner punto final a la violencia.
En la entrevista, Otegi admite haber "influido" en decisiones de la banda "que permitan abrir una nueva fase con la desaparición de la violencia política y la consolidación de un escenario de diálogo y negociación hacia soluciones definitivas". "Nuestra coincidencia con ETA", agrega, "se limita exclusivamente a compartir objetivos estratégicos: la independencia y el socialismo para Euskal Herria".
Otegi, que considera su estancia en la cárcel como una cuestión no judicial sino de "persecución", opina que tanto el PSOE como el PP están en contra de la participación de la izquierda abertzale en las elecciones del País Vasco, el año que viene, para impedir la llegada al poder "de un bloque popular mayoritario" nacionalista.
Pregunta. ¿Habla en nombre suyo o como dirigente de la llamada izquierda abertzale?
Respuesta. Respondo a sus preguntas desde una cárcel española, como miembro de la dirección de la izquierda abertzale y, por tanto, le traslado mi posición en el marco y en consonancia con las conclusiones de nuestro debate interno y de los compromisos adquiridos tanto con la comunidad internacional como con diferentes agentes políticos, sociales y sindicales de Euskal Herria.
P. ¿Por qué siempre ha justificado la violencia terrorista de ETA?
R. Mi posición y la del conjunto de la izquierda abertzale ha sido la consecuencia lógica de entender que la existencia y persistencia de la violencia política en nuestro país obedece a razones de estricta naturaleza política. Sin querer de ningún modo trazar paralelismos, en términos absolutos nuestra posición ha sido similar a la mantenida durante décadas por el Sinn Féin en Irlanda o por el propio Nelson Mandela en Sudáfrica. Lo que ha caracterizado a nuestra posición en este tema ha sido la insistencia en la necesidad de superación definitiva de la violencia y el conflicto político a través del diálogo y la negociación. Nuestro compromiso ha sido y es sincero: las armas, todas las armas, deben desaparecer definitivamente de la ecuación política vasca.
P. ¿Rechaza usted las extorsiones a empresarios, el denominado impuesto revolucionario?
R. Son hechos que deben desaparecer. Toda amenaza y persecución por motivaciones políticas, toda vulneración de derechos tiene que desaparecer. Y en ese objetivo nadie puede ser indiferente ni sentirse interpelado. Yo tampoco.
P. ¿Cree usted que matar a un guardia civil o a un concejal es el camino para lograr la independencia de Euskal Herria?
R. No existe más camino hacia la independencia que el que se desarrolle por vías pacíficas y democráticas. No contemplamos compatible con la estrategia independentista el recurso a la violencia armada. Esa es una de las conclusiones a la que hemos llegado y la expresamos sin ambigüedades. Dicho esto, espero y deseo que el pueblo español, sus poderes públicos, sus agentes sociales, políticos, su Gobierno, acepten con la misma rotundidad que la utilización de la coacción, tortura, ilegalización de partidos, cierre de medios de comunicación... no pueden ni deben formar parte de su estrategia para tratar de impedir el proyecto independentista.
P. ¿Si ETA matara mañana, lo condenaría? ¿Y el resto de Batasuna?
R. Usted me plantea una hipótesis para mí imposible, o altamente improbable por cuanto ETA ha anunciado el cese de sus acciones armadas, pero no quiero eludir la pregunta. Si tales hechos sucedieran, la izquierda abertzale, en virtud de su propia reflexión y de los compromisos adquiridos con la comunidad internacional y en aplicación de los Principios Mitchell, se opondría a tales hechos. El desmarque realizado por la izquierda abertzale ante supuestos hechos de la kale borroka determina con claridad ese compromiso por las vías políticas y democráticas.
P. ¿Por qué no la ha condenado ya?
(Sin respuesta).
P. ¿Por qué no lo hace antes de que muera alguien?
(Sin respuesta).
P. ¿Por qué no se pudo llegar a ese punto hace 3, 4, 5 años?
R. Mantener una posición autocrítica permanente en torno a la estrategia es una de nuestras señas de identidad como organización política. Nuestras actuales posiciones son fruto de un largo proceso de maduración que no ha estado ni está exento de complicaciones. El cambio demuestra la madurez de nuestra amplia base social, que ha sabido hacerlo en condiciones extremas y sin renuncia alguna a lo que hemos sido y somos, a nuestros principios y a nuestros objetivos. Si este cambio pudo haber sido posible o no hace 4 o 5 años puede ser objeto de interpretaciones diversas, lo importante es que se ha producido a pesar de que poderosos agentes en el Estado han tratado de impedirlo a través de la represión; nuestro encarcelamiento no tenía otro objetivo. Pues bien, no lo han conseguido.
P. ¿Por qué se ha de confiar en ustedes o en ETA después de lo ocurrido en la T-4 y después de tantas treguas fallidas?
R. Quiero manifestarle que somos receptivos y respetuosos con los sectores que se manifiestan "escépticos" sobre la sinceridad de nuestras posiciones y lo hacen desde la buena fe, pero somos especialmente críticos con otros sectores, especialmente de la clase política, que utilizan el escepticismo como supuesto argumento para mantenerse en posiciones absolutamente "inmovilistas" porque se encuentran cómodos en la actual situación de bloqueo. Bien, todos tenemos razones para desconfiar de nuestros adversarios, para desconfiar de sus intenciones presentes o futuras. Pero necesitamos avanzar. Frente a esta realidad de desconfianza multidireccional hemos adoptado una posición de principio que nos permite avanzar: el adoptar decisiones y desarrollarlas de forma unilateral depositando en nuestro pueblo y en la comunidad internacional la confianza y garantía única de la evolución del proceso democrático. El proceso democrático en esta fase no depende, pues, de la existencia de compromisos previos, ni de la confianza en determinado Gobierno. Hemos dado por absolutamente superado ese esquema. Es evidente que en fases más avanzadas el proceso exigirá de dinámicas, acuerdos y compromisos de carácter multilateral, pero solo alcanzaremos esa fase si somos capaces de generar las condiciones necesarias desde la movilización de la sociedad, la complicidad de la comunidad internacional por una solución democrática y la materialización de gestos y acciones de carácter unilateral.
P. ¿Es usted de los que consideran que la lucha armada de ETA no tiene futuro? ¿Cuándo llegó a esa conclusión?
R. Quiero plantear mi respuesta en dos ámbitos diferenciados. En primer lugar, si hablamos del futuro en términos estrictamente operativos, creo que ETA podría seguir prolongando su actividad armada, con mayor o menor intensidad, durante muchos años, manteniéndola además con un cierto apoyo social. Esa organización ha demostrado a lo largo de cincuenta años que es capaz de regenerarse y mantenerse operativa a pesar de la represión que se ejerce sobre ella. No estamos pues frente a una organización que haya sido derrotada policialmente.
En el ámbito político, sin embargo, y es un fenómeno que se da a escala internacional, se observa con claridad el tránsito de la gran mayoría de organizaciones de carácter político-militar, con identidades y naturalezas socialistas y transformadoras, desde posiciones insurgentes a posiciones de carácter y estrategias democrático-populares. Bolivia, El Salvador, Nicaragua, Uruguay son un buen ejemplo de lo que digo. En definitiva, creo que una estrategia eficaz para la consecución de nuestros objetivos debe descansar sobre nuestra capacidad exclusiva de seducción democrática. La izquierda abertzale (...) lo ha interiorizado así, y lo ha puesto blanco sobre negro en su documento de conclusiones. (...) No es sustancial el conocer cuándo llegué yo a dicha conclusión, lo relevante para el futuro es que nuestras bases de manera abrumadora la han hecho suya en el debate que acabamos de realizar.
P. ¿En qué ha cambiado desde su discurso de Anoeta su percepción sobre la posibilidad de superación de la violencia?
R. Mis convicciones son hoy más sólidas de las que eran entonces. Créame si le digo una cosa con absoluta certeza y rotundidad: si el debate que hemos realizado ahora se hubiera realizado con anterioridad a la declaración de Anoeta es muy probable que el proceso de paz anterior no se habría frustrado.
P. ¿Cree que ETA estará alguna vez dispuesta a dejar de matar sin contrapartidas políticas?
R. Desde la declaración de Lizarra-Garazi y con mayor claridad desde la declaración de Anoeta -que ha vuelto a ser aceptada por ETA en su reciente entrevista- el ámbito para la negociación y el acuerdo político corresponde en exclusividad a las formaciones políticas. A ETA le corresponde alcanzar acuerdos en el ámbito de las consecuencias del conflicto: presos, víctimas, desmilitari-zación... La decisión de suspensión temporal o definitiva de su lucha armada no deben ni pueden estar sujetas a la existencia de acuerdos de naturaleza política entre fuerzas políticas, aunque es evidente que un clima de diálogo incluyente, junto con medidas perfectamente aplicables desde el respeto a la legalidad (presos enfermos, libertad de los presos que han cumplido sus condenas...), favorecerían indudablemente la toma de decisiones por parte de ETA.
P. ¿Están ustedes presionando a ETA para que declare un fin definitivo y también irreversible a la violencia?
R. Créame si le digo que ETA no es una organización que adopte sus decisiones en función de la mucha o poca presión a la que se le someta. En cualquier caso puedo confirmarle que llevamos años utilizando nuestro pensamiento político para influir en decisiones que permitan abrir una nueva fase con la desaparición de la violencia política y la consolidación de un escenario de diálogo y negociación hacia soluciones definitivas.
P. Tras el fracaso de ese proceso, el actual Gobierno ve imposible reanudar una negociación si no se produce antes un abandono definitivo de la violencia ¿Cree que hay otra alternativa?
R. Me parece que situar el escenario final como punto de partida no nos permite avanzar. Pienso no obstante que esa petición puede estar motivada por las frustraciones habidas en procesos anteriores. En este sentido, creo que la garantía para superar los graves errores cometidos -por todos- pudiera encontrarse en el compromiso con los Principios Mitchell y en una adecuada monitorización del conjunto del proceso por parte de agentes internacionales que cuenten con la confianza de todas las partes.
P. ¿En qué puede haber cambiado la actual dirección de ETA para que sea diferente de otras que también hablaron de tregua y acabaron matando?
R. Fundamentalmente en que existe un mandato de las bases de la izquierda abertzale que no admite ambigüedades y que debe ser asentido.
P. ¿Qué propósito tiene ETA en proponer la mediación de figuras internacionales? ¿Están al tanto esas figuras? ¿Comparte usted el plan? ¿Qué ventajas le ve?
(Sin respuesta).
P. ¿Qué le diría ahora a la dirección de ETA si estuviera frente a ella?
R. Que decrete una tregua unilateral, permanente y verificable por la comunidad internacional, siendo coherente con la caracterización unilateral de esta fase del proceso, y haciéndose eco tanto de la petición expresada por la declaración de Bruselas como la expresada y suscrita por el conjunto de organizaciones de la izquierda abertzale con otras fuerzas políticas, sociales y sindicales.
P. ¿Cuál es el calendario concreto que usted augura en estos momentos para ETA? ¿Y para la llamada izquierda abertzale?
R. Estamos al inicio del camino, para nosotros, los objetivos en esta primera fase, paralelamente a la progresiva articulación del espacio independentista, son los recogidos en la declaración de Gernika, que consistirían en alcanzar un escenario de no violencia con garantías y normalización política progresiva, que permitiría al proceso entrar en una fase de diálogo y negociación hacia acuerdos políticos.
P. Los presos de ETA ¿son considerados parte legítima de ETA, con voz en las decisiones, por los que siguen libres?
R. No soy militante de ETA, no puedo responder a su pregunta.
P. Si ETA anunciara el fin definitivo de la violencia, ¿cuál cree que debiera ser en el futuro la salida para los presos de la organización? ¿Establecería diferencias entre aquellos con delitos de sangre y los que no? ¿Cuáles?
R. La salida del conjunto de presas y presos políticos vascos debe encauzarse en el contexto del desarrollo de un proceso de diálogo y negociación. Es prematuro hacer conjeturas o introducir matices al respecto en la actual fase. Sin embargo, y en mi opinión, cualquier acuerdo en torno a la salida escalonada de los presos y las presas debe ser abordado sin más demora por parte de ETA y del Gobierno. En este sentido, me parece reseñable el que ETA en su última entrevista manifieste su disposición a abordar este tema con urgencia y sin condicionarlo a la existencia o no de acuerdos políticos de carácter resolutivo. El Gobierno debería explorar esta disposición exigiendo las garantías que estime oportunas; eso nos acercaría a un escenario de soluciones sin lugar a dudas.
P. ¿Por qué habrían de aceptar las víctimas de ETA la salida de la cárcel de los asesinos de sus familiares?
R. Siempre hemos manifestado nuestro respeto por las opiniones de las víctimas, que queremos volver a reseñar existen en todas las partes. Sus opiniones, sus preocupaciones, sus miedos... deben ser escuchados, atendidos y resarcidos en la medida de nuestras posibilidades. Desde el mutuo reconocimiento y el respeto debemos ser capaces, sin que quepa el olvido, de construir un futuro mejor para las siguientes generaciones tanto de Euskal Herria como del conjunto del Estado español.
P. ¿Qué les diría a las víctimas de los atentados que usted no ha condenado para que confiasen en sus palabras?
R. Creo que en este momento el que yo me propusiera ganarme la confianza de esas personas con palabras y gestos no sería un objetivo plausible. Me limitaré a señalarles que en el acuerdo suscrito en Gernika se recoge "la necesidad del reconocimiento, reconciliación y reparación de todas las víctimas". En esa dirección estamos dispuestos a recorrer el camino que sea necesario.
P. ¿Qué es ETA hoy para usted? ¿Cómo la definiría?
R. En la actualidad, ETA es la organización que ha suspendido sus acciones armadas, que está dispuesta a declarar un alto el fuego permanente y verificable, que expresa su voluntad de superación definitiva de la violencia y renuncia a cualquier injerencia en el desarrollo de las conversaciones que desarrollen los agentes políticos, y que se compromete a respetar los acuerdos que se alcancen.
P. ¿Cuál es el vínculo de la izquierda abertzale con ETA?
R. No existen vínculos de carácter orgánico, si es a eso a lo que se refiere
P. Dirigentes de la izquierda abertzale aseguran que ya no hay interlocución directa, que no hay conexión directa entre ETA y la izquierda abertzale. ¿Es cierto? ¿Cuándo y por qué se produjo ese distanciamiento, esa separación?
R. La izquierda independentista contemporánea surge durante el franquismo de la mano del nacimiento de ETA como organización antifascista y abertzale. Nuestra coincidencia con ETA se limita exclusivamente a compartir objetivos estratégicos: la independencia y el socialismo para Euskal Herria
P. ¿Qué opina de la kale borroka? ¿Tienen los dirigentes de la izquierda abertzale capacidad y autoridad para controlarla?
R. (...) La posición de la izquierda abertzale es coherente con la estrategia política que ha adoptado y así ese tipo de actos no solo se sitúan fuera de la estrategia y la reflexión que han decidido las bases de la izquierda abertzale, sino que van directamente en su contra y, por tanto, merecen el rechazo en términos políticos.
P. ¿Cree factible una ruptura definitiva entre ETA y la llamada izquierda abertzale? ¿Se puede convertir ETA en una especie de "Real IRA" disidente, marginada y condenada por el resto de la izquierda abertzale?
R. Tengo la impresión y constancia de que existen en el Estado sectores poderosos que apuestan decididamente por un escenario de mantenimiento de la violencia armada -lo más residual posible-, acompañado de nuestro distanciamiento definitivo de la misma, por encima de un escenario de superación integral de la misma. Esto es, la versión española de los "securócratas" británicos. La hipótesis de una "ETA-Auténtica" es altamente improbable, por no decir imposible. No contemplamos ese escenario y nuestro esfuerzo está encaminado hacia una superación justa, estable y democrática del conflicto en términos globales.
P. La nueva postura de la izquierda abertzale es vista como un simple movimiento táctico para conseguir la legalización y presentarse a las elecciones ¿Por qué se ha de pensar lo contrario?
R. (...) Mire, quienes están realmente obsesionados con las próximas elecciones son, fundamentalmente -también hay otros-, el PSOE y el PP, que consideran nuestra presencia o no en las mismas, los unos, como la prueba del algodón de la existencia o no de negociaciones, y los otros, como el ejercicio que hacen de exhibir "músculo" frente al PP. Permítame reseñarle que la única y verdadera razón para intentar no legalizarnos e impedir nuestra presencia en las elecciones es sencillamente porque nuestra sola presencia en los comicios provocaría el derrumbe y caída como un castillo de naipes de toda la realidad virtual que se ha construido en torno al "cambio" en la comunidad autónoma vasca. Simplemente porque volvería a quedar en evidencia una vez más la existencia de un bloque popular mayoritario en claves nacionales vascas y autodeterministas. Además, nuestra fortaleza electoral volvería a demostrar la absoluta falsedad de las soflamas en torno a una supuesta debilidad o incluso derrota política. Así que el avestruz prefiere seguir con su cabeza bajo tierra. La izquierda abertzale no ha renovado su apuesta pensando en las próximas elecciones, sino en las próximas generaciones.
P. ¿Si no consiguen la legalización, no están condenados a desaparecer?
R. Rotundamente no, y la prueba más evidente es que tras largos años de persecución, detenciones e ilegalizaciones hoy seguimos estando no solo presentes sino que además estamos marcando, en buena medida, la agenda política de nuestro país.
P. ¿No deberían incorporar en sus estatutos una condena expresa a la violencia terrorista de ETA para ser creíbles si quieren concurrir a las elecciones?
R. En primer lugar, señalar que nuestra apuesta busca un escenario donde tal condena o similar no sea necesaria por la desaparición de la violencia política. Y dicho eso, a la izquierda abertzale se le deben exigir exactamente las mismas garantías y condiciones que a cualquier otra formación política a la hora de registrarnos como partido o movimiento político. Si no es así, seguiremos siendo víctimas de la aplicación arbitraria y antidemocrática de auténticas leyes de excepción. En este sentido, y como anécdota, le citaré cómo Eduardo Punset, en su libro El poder de la mente, manifiesta su asombro con ciertos sectores políticos en España que van exigiendo a otros el carné de demócrata cuando ellos jamás lo han sido.
P. ¿Sus palabras en busca de una solución política pacífica al problema vasco son irreversibles? ¿O existen hipotéticas circunstancias en las cuales volvería usted a apoyar la violencia como instrumento político?
R. Nuestra posición con respecto a una solución pacífica y democrática del conflicto es irreversible y no contemplamos ningún horizonte ni hipotéticas circunstancias que vayan a hacer variar esta posición.
P. ¿Qué pensó y qué hizo al conocer el atentado de la T-4? ¿Llamó a sus interlocutores de Loiola? ¿Qué les dijo?
R. Lo primero que hice es interesarme por conocer si se habían producido daños de carácter personal como consecuencia del atentado, cosa que desgraciadamente se confirmó. A continuación pensé que años de esfuerzo por abrir vías de solución dialogadas al conflicto habían sido desaprovechadas otra vez. Compartí, creo, con el conjunto de la sociedad vasca y española un sentimiento de angustia y decepción. Aquella misma mañana me reuní con Jesús Eguiguren , ambos estábamos realmente impactados con la noticia. Intenté convencerle -creo que en vano- de que debíamos hacer algo para intentar salvar el proceso de diálogo, le insistí en que no debíamos tirar la toalla y me comprometí a hacer algún gesto por nuestra parte. Al día siguiente, en rueda de prensa exigimos a ETA que volviera a la situación de tregua permanente. ETA lo aceptó, pero a esas alturas el nivel de confianza mutuo que tanto esfuerzo nos había costado alcanzar estaba roto.
P. ¿Cuál fue su papel en la anterior negociación?
R. Fui yo el que, a nivel personal, inició los contactos informales con diferentes personas cercanas al PSOE, en un momento en el que ni siquiera podíamos atisbar que podríamos alcanzar algún día un escenario de diálogo y negociación a nivel oficial y público. Aquellos contactos que duraron años nos permitieron estar preparados para cuando la oportunidad se produjese. En las conversaciones y negociaciones de Loiola o Ginebra fui el responsable de la delegación por parte la izquierda abertzale.
P. Tras el tiempo transcurrido, ¿cuál cree que fue la clave de la ruptura del proceso?
R. Existen diferentes claves para entender el fracaso (relativo en cualquier caso, puesto que, por ejemplo, nuestra posición actual no puede entenderse sin tener en cuenta la profunda autocrítica que hemos hecho en torno a nuestra posición y actitud en el proceso de diálogo), como el deterioro de las confianzas, los incumplimientos de los acuerdos -incluido mi encarcelamiento, por ejemplo- o la prohibición de manifestaciones de la mano de la Audiencia Nacional, hecho que no es casual. Y que se ha vuelto a repetir ahora. Sin embargo, la clave fundamental es que el Gobierno, y en buena medida ETA, se manejaban frente a las dificultades inherentes a todo proceso de diálogo y negociación con un esquema que pivotaba en la creencia que la amenaza de la represión o de la reanulación de los atentados eran una fórmula eficaz para hacer variar las posiciones de la otra parte y desbloquear los atascos que se producían a la hora de llegar a acuerdos. Este esquema ha demostrado que lejos de solucionar los bloqueos no hace sino provocar bloqueos mayores, enquistando las diferencias en lugar de superarlas. Este esquema no sirve para avanzar, y desde nuestro punto de vista es un esquema superado y que no debe ser utilizado por ninguna de las partes.
P. Se han publicado numerosas informaciones sobre su militancia en ETA. ¿Cuál ha sido o fue su cometido dentro de la organización?
(Sin respuesta).
R. ¿Qué cosas cambiaría en su vida?
(Sin respuesta).
P. Está usted en la cárcel y una mayoría le considera un extremista incapaz de apostar por la paz y condenar a los violentos ¿No ha pensado en abandonar la política, la vida pública?
R. No me considero una persona "extremista"; esta etiqueta ha sido fabricada por determinados medios de comunicación que beben de fuentes muy próximas a los servicios policiales y de la inteligencia españolas. Le aseguro que quienes han compartido conmigo tareas políticas de diversa índole a nivel nacional o internacional no comparten de ningún modo esa afirmación. Por otro lado, le aseguro que nunca he pensado abandonar mi compromiso militante, que me acompañará hasta el final de mis días.
P. ¿Cree que volverá a la política democrática, a sentarse en el Parlamento vasco alguna vez?
R. Sin lugar a dudas, y déjeme hacerle una predicción: me sentaré en la bancada del grupo mayoritario en la Cámara, el de los independentistas de izquierda. Esto sucederá probablemente más tarde de lo que nosotros desearíamos, pero mucho antes de lo que desearían nuestros adversarios.
P. ¿Qué piensa de Josu Ternera?
(Sin respuesta)
P. ¿Y de Patxi López?
R. Patxi López es el lehendakari de la CAV y sabe que no representa a la mayoría social en esa comunidad. Es rehén del PP, y en parte del cargo institucional que ocupa. Quiero trasmitirle un mensaje: además de calificar de "insuficientes" nuestros pasos, que sea valiente y dé alguno, por muy insuficiente que sea; por ejemplo, que diga, como su compañero Montilla, que Euskal Herria es una nación y tiene derecho a decidir su futuro libre y democráticamente.
P. ¿Y de Eguiguren?
R. Jesús es una persona muy comprometida con la búsqueda de una solución justa y democrática al conflicto. Por encima de muchas diferencias, después de la larga e intensa relación que hemos mantenido siento aprecio por él. Cuando se alcance un escenario de solución, los que ahora le critican en su propio partido y mantienen una posición de "campeones de la firmeza" y quienes apostamos por una salida democrática nos sentaremos a charlar alrededor de un buen café.
33 años entre ETA, condenas, cárceles y mesas de negociación
Emergió como estrella mediática de la izquierda abertzale en 1997 tras el ingreso en prisión de los miembros de la Mesa Nacional de Herri Batasuna. Arnaldo Otegi (Elgoibar, 1958), un licenciado en Filosofía que llevaba dos años como diputado autonómico vasco, pasó entonces a integrar la nueva dirección y se convirtió en portavoz en 1998. Siete años antes había salido de la cárcel por primera vez, condenado por su participación, como miembro de ETA, en el secuestro en febrero de 1979 del director de la fábrica Michelín en Vitoria, Luis Abaitua. El paso de Otegi por la banda terrorista, a la que se unió con 19 años, duró una década. Había entrado en la rama político-militar en 1977 y, tras su disolución en 1981, ingresó en la militar. Francia, donde se escondía, le entregó en 1987 a los jueces españoles. Fue la primera de una larga lista de citas con la justicia, la mayor parte de ellas relacionadas con su participación en homenajes a etarras o con expresiones públicas de apoyo a ETA. El líder abertzale ha pasado tres periodos largos en la cárcel: el primero, de julio de 1987 a octubre de 1990; el segundo, de junio de 2007 a agosto de 2008 por participar en el homenaje al etarra José Miguel Beñarán, Argala; y el último, que le mantiene aún en prisión, comenzó en octubre de 2009, cuando ingresó acusado de haber tratado de reconstituir la ilegalizada Batasuna. No es el único caso que tiene abierto en estos momentos. Fue condenado el pasado marzo a dos años de cárcel por haber participado en 2005 en el homenaje al preso de ETA José María Sagarduy -sentencia que aún no es firme- y tiene otros dos procesos pendientes. Uno, por el mitin en el velódromo de Anoeta en 2004, también por enaltecimiento del terrorismo, por el que le piden 18 meses de cárcel; y otro, el caso Batasuna, por el que la fiscalía solicita que se le impongan entre 10 y 15 años como dirigente de banda terrorista. Ha habido otras condenas aparte de las que le han llevado a la cárcel. Otegi fue sentenciado en 2004 por participar en el homenaje a la etarra Olaia Castresana -aunque esta resolución fue anulada por el Supremo, el juicio se repitió y Otegi fue finalmente absuelto-. Se le condenó también en 2005 a un año de cárcel por injurias graves al Rey, pena cuya ejecución se suspendió; y la justicia lo imputó por haberse reunido durante la tregua de 2006 con el lehendakari Juan José Ibarretxe y con Patxi López, pero la causa fue archivada. Sus problemas con la justicia no han impedido su implicación en todas las mesas de negociación que ha habido desde su entrada en política y que han desembocado en dos treguas de ETA, la de 1998 y la de 2006. Buen conocedor de las interioridades de la banda terrorista, su papel fue clave en las conversaciones de HB con el PNV que llevaron a la Declaración de Lizarra y al alto el fuego de 1998. Tras el fracaso de ese proceso Otegi no tardó en volver a sentarse a hablar. Esa vez fue de forma informal e improvisada, en el caserío de un amigo, en 2001. Su interlocutor fue el presidente del PSE, Jesús Eguiguren. No era momento de treguas, pero las conversaciones entre Otegi y Eguiguren, prolongadas y ampliadas a otras personas a lo largo de los años, condujeron finalmente a la tregua de 2006 que ETA rompió con el atentado de la T-4 del aeropuerto de Barajas, en el que murieron dos personas. Otegi no lo condenó. El ahora renacido líder de la izquierda abertzale, de 52 años, nunca ha condenado la violencia de ETA. En la entrevista que se publica hoy dice por primera vez que "se opondría" a un atentado de la banda.
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