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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

No es sólo Grecia

El hundimiento de las Bolsas también muestra la falta de credibilidad de las políticas nacionales

La profunda crisis de solvencia de Grecia provocó ayer un nuevo martes negro en las Bolsas europeas. Mención especial merecen la de Lisboa, que se hundió el 5,36%, y el índice español (Ibex 35), que se desplomó un 4,19%, la segunda mayor caída del año. Este pánico encadenado tiene una causa próxima, que es la rebaja de la calificación de la calidad financiera de Portugal y de la deuda griega (equivalente ya al nivel de los bonos basura), aplicada por Standard & Poor's. Pero la causa de fondo es el convencimiento profundo de los inversores de que el crash de Grecia se está afrontando mal por las autoridades nacionales y europeas, y que tanto Portugal como España no están sacando las lecciones debidas del desastre.

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Si no se quiere que la quiebra griega se convierta en una crisis de solvencia en Portugal, España e Irlanda primero, y de la zona euro, después, Europa tiene que decidir cómo salvar a Grecia. En una situación de emergencia para el euro, las reticencias de Alemania deben supeditarse a un plan rápido de rescate. La presidencia española de la UE anunció ayer una cumbre extraordinaria para el 10 de mayo, 24 horas después de las elecciones regionales alemanas. Puede que para entonces Merkel ya haya resuelto los problemas jurídicos y políticos que entraña la ayuda a Grecia, pero cabe la posibilidad de que quede poco por salvar. Cada día que pasa sin solución real, el rescate griego se encarece. Hoy, después del terremoto bursátil y del récord del diferencial de la deuda griega con el bono alemán (700 puntos básicos), los mercados interpretan que habrá que renegociar la deuda del país y que los acreedores tendrán que aceptar una quita importante. Rescate rápido significa que no se debe esperar a nuevas cumbres; la solución para Grecia debe anunciarse ya.

Además, las políticas económicas de los países carecen de credibilidad ante los inversores. Debido a las maniobras del Gobierno griego (en connivencia con Goldman Sachs) para disfrazar el déficit, los mercados están convencidos de que sólo se conoce una parte del endeudamiento griego y consideran que las malas previsiones de crecimiento del país impiden confiar en el plan de recorte del déficit. España debe tomar buena nota. El diferencial de la deuda con el bono alemán (ayer más de 100 puntos básicos) no se explica sólo por el contagio de Grecia, sino también por la tardanza del Gobierno en articular las medidas correctoras anunciadas. El Gobierno invocó un plan de austeridad del que se desconocen muchos detalles; prometió una reforma laboral que sigue sin llegar; y dio como firme una reforma financiera de la que no se tienen noticias. Los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del primer trimestre de este año, que por error aparecieron ayer en la web del INE, indican que hay 4.612.700 parados, con una tasa de paro superior al 20%. Una tasa tan elevada es un riesgo muy grave para la estabilidad financiera de un país.

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