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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Japón, sobrecogido

El Gobierno compara la crisis provocada por el seísmo con la II Guerra Mundial

El primer ministro de Japón, Naoto Kan, ha calificado el terremoto como la crisis más grave que ha vivido su país desde la II Guerra Mundial. Es una frase repleta de trágicas evocaciones para los japoneses, no solo por el número de víctimas que ha provocado el seísmo, sino también por los riesgos de accidente nuclear que ha dejado tras de sí. Mientras continúan los problemas en la central de Fukushima, el Gobierno ha informado de que la planta de Tokai, a algo más de un centenar de kilómetros de Tokio, habría sido otra de las afectadas por el temblor de tierra y el maremoto.

Hasta el momento, las autoridades japonesas han confirmado la muerte de casi 1.300 personas. Pero esta cifra podría verse multiplicada varias veces si los equipos de rescate no logran localizar en las próximas horas a los desaparecidos de la localidad de Minamisanriku, que se aproximan a los 10.000. Pese a tratarse de un país dotado de una rigurosa legislación para prevenir y contrarrestar los efectos de los terremotos, un campo en el que, además, Japón ha desarrollado una sofisticada tecnología, la magnitud del seísmo que tuvo lugar el pasado viernes desbordó todas las previsiones.

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Esta es la razón por la que, además del elevado número de víctimas, son importantes los desperfectos que han sufrido las centrales nucleares. Los primeros pasos de los protocolos de seguridad funcionaron correctamente, deteniendo la actividad de los reactores y procediendo a su enfriamiento. Los problemas comenzaron a continuación, al fallar los sistemas de refrigeración y obligar a liberar vapor de agua con partículas radiactivas ante el riesgo de que la presión hiciera reventar el sarcófago donde se encuentran los reactores. Son 600.000 los japoneses evacuados por temor a que los técnicos no puedan impedir una catástrofe.

Con independencia de la suerte que corran las centrales de Fukushima y de Tokai, el uso de la energía nuclear será sometido a nuevo examen dentro y fuera de Japón. Las consecuencias para la economía mundial pueden ser significativas en una coyuntura como la actual, en la que los principales productores de combustibles fósiles atraviesan un momento de grave inestabilidad política que se refleja en los precios. Para Japón, por su parte, los efectos serán duraderos aun cuando se evite un accidente de mayores dimensiones, dada su dependencia de la energía nuclear.

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